viernes
8 y 2
8 y 2
Casi minuto y medio tuvo que esperar el presidente Gustavo Petro para captar la atención y hacerse al silencio del auditorio de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York. Fueron necesarios 2 llamados al orden a golpe de martillo y una exigencia formal por parte de Dennis Francis, presidente de la reunión, para apaciguar el ruido y el desorden que sirvió como preludio a su discurso.
A la espera de atención, Petro lucía impaciente, incómodo y con un dejo de molestia ante el bullicio y la actitud indiferente de los líderes del mundo. Dos veces dirigió su mirada a Francis en búsqueda de mesura para la sala. Por fin hubo silencio y durante casi 22 minutos –en la que fue su segunda intervención como presidente de los colombianos ante la Asamblea de Naciones Unidas–, centró su discurso en paz, cambio climático y un viraje en lucha contra las drogas.
Al recinto Petro llegó acompañado por la primera dama Verónica Alcocer y su hija Antonella, así como por la vicepresidenta Francia Márquez y el canciller Álvaro Leyva. Arribó precedido de otra polémica: si bien denunció que supuestamente Estados Unidos propuso construir un muro en las selvas del Darién para contener la migración, rápidamente desde la Casa Blanca lo desmintieron y sus afirmaciones quedaron en entredicho.
Desde el Gobierno atribuyeron la controversia a un error de interpretación y según el embajador Luis Gilberto Murillo, Petro ‘se refirió a un muro en sentido figurado’. De hecho, aunque no hizo una alusión directa, durante varios apartes de su intervención la emprendió contra el gobierno que lidera Joe Biden –quien lo precedió en la palabra–, quien ha sido un aliado decisivo y trascendental para Colombia. Estos fueron los principales puntos de su discurso.
Ante los conflictos entre Ucrania y Rusia, así como entre Palestina e Israel, Petro hizo un vehemente llamado a “acabar la guerra para tener el tiempo de salvarnos”. En esa línea, al reclamar que la humanidad no está pensando “en cómo expandir la vida en las estrellas”, alegó que el mundo se ha dedicado a la guerra y que Latinoamérica no solo ha puesto la carne de cañón, sino que ha sido víctima de invasiones. Allí comenzaron las pullas a Estados Unidos.
“Se olvidaron que, por petróleo invadieron a Irak, a Siria, a Libia. Las mismas razones que se expresan para defender a Volodímir Zelenski (presidente de Ucrania y aliado de Biden) son las mismas razones con las que se debería defender a Palestina (...) ¿Cuál es la diferencia entre Ucrania y Palestina?”, cuestionó.
El mandatario, quien se refirió en varias oportunidades a Colombia como “país de la belleza”, instó a que sean las mismas Naciones Unidas las que propicien dos conferencias de paz, “la una sobre Ucrania, la otra sobre Palestina, no porque no haya otras guerras en el mundo, como en mi país, sino porque enseñarían a hacer la paz en todas las regiones del planeta, porque ambas y solo ambas acabarían la hipocresía como práctica política”.
El mandatario enfatizó en las cada vez más visibles consecuencias del cambio climático e insistió en que se acaba el tiempo para emprender medidas. Por ello, al alertar que es necesario poner fin a los conflictos e invertir recursos en atajar la crisis climática (“la madre de todas las crisis”), llegó a decir que es hora de reformar el sistema financiero.
“(Les propongo) reformar el sistema financiero mundial, el FMI, la banca multilateral, acabar los bloqueos económicos y guiar los fondos del capital privado”, aseguró el Jefe de Estado, quien lamentó que pasado un año de su intervención en 2022, “la crisis climática ha mostrado sus dientes como nunca llevándose decenas de miles de vidas y calentando las tierras y los mares. Ha sido un año en que la humanidad ha perdido y ha avanzado sin titubeos los tiempos de la extinción”.
Por ello, instó a las nuevas generaciones a “decidir y actuar cuanto antes para superar el enorme huracán que se ha desatado contra lo viviente, desde las oscuras pero poderosas cloacas de la codicia, del huracán del capital que solo mira la ganancia”.
Al lamentar la “crisis de la vida”, Petro reprochó que la crisis climática y los efectos colaterales del sistema financiero mundial han favorecido la migración y un éxodo hacia el norte que, aunque hoy es por mejores condiciones económicas, mañana será por agua. “Han puesto perros, galgos a correr tras inmigrantes, han puesto gentes de a caballo a perseguir, con látigos en las manos, con cepos y cadenas”. Inclusive, en el caso de Colombia, aseguró que en 2070 “solo quedaran desiertos”.
En un intento por hacerle frente al cambio climático y contribuir al desarrollo, el mandatario propuso también crear y financiar un Plan Marshall –ayudas económicas–, para cumplir los Objetivos del Desarrollo Sostenible.
“Si se reduce la deuda de todos los países, pagándoles a los dueños de la deuda sus acreencias, con una emisión del FMI de Derechos Especiales de Giro, habrá un descenso de la deuda pública mundial (...) Es revivir a Keynes globalmente después de su olvido”.
En ese sentido, insistió en descarbonizar la economía y echar mano de fondos públicos para contrarrestar la crisis climática y favorecer el multilateralismo: “Ilusos proponen que países que ya están sobre endeudados por la enfermedad y la codicia puedan adquirir más créditos para superar un problema que solo las chimeneas del norte produjeron”.
A diferencia de su intervención en 2022, Petro no centró su discurso en el viraje mundial en la lucha contra las drogas; sin embargo, le dedicó gran parte de su intervención. Al emprenderla una vez más contra el sistema financiero y el huracán del capital, alegó que se “sembraron injusticias” para perseguir a campesinos cultivadores de cannabis y hoja de coca, “en vez de enfrentar la soledad en que viven las juventudes”.
Incluso, hubo espacio para referirse a una epidemia creciente: las muertes por consumo de fentanilo, un opiode responsable de al menos 200 muertes cada día en Estados Unidos: “Los países del mayor poder económico y militar de la historia de la humanidad, entonces han pasado a las drogas de la muerte: al fentanilo”.
Según el Jefe de Estado, “de la marihuana y el LSD de los hippies” durante la guerra de Vietnam en los años 60 y 70, se condujo a la sociedad “a la droga del neoliberalismo y la competencia, la droga del yuppie de Manhattan: la cocaína (...) y ahora se enfrentan al gran resultado de la prohibición de las drogas: el fentanilo que ya no mata 4.000, sino 100.000 jóvenes al año en los EE. UU.”
Reacciones políticas al discurso
Si bien congresistas del Pacto Histórico destacaron la intervención de Petro y parecieron pasar por alto el ruido y el desorden que precedió su discurso –al punto de promover el numeral #PetroLiderMundial–, desde la oposición hubo reparos. La senadora María Fernanda Cabal reclamó que el presidente busca “comparar el ataque criminal de Rusia sobre Ucrania” con la disputa entre Palestina e Israel para “quedar bien con su aliado Putin”.
Por su parte, el senador Enrique Cabrales se refirió a las ausencias en el auditorio y sostuvo que “a la ONU le importó un pito lo que dijo Petro”.