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El Gobierno dio la primera brazada hacia la meta de declarar el 30 % de los océanos del país como áreas protegidas para 2030. En las profundidades de la frontera marítima con República Dominicana, la Expedición Científica Cordillera Beata, que zarpó esta semana, buscará las razones para proteger una extensión de océano que tiene tres veces el tamaño del departamento de Sucre.
Un grupo de 68 personas, entre ellas 47 investigadores, pasarán el siguiente mes recorriendo la zona, tomarán muestras y recopilarán información geosférica y oceanográfica del ecosistema de 3.459.564 hectáreas y profundidades entre 1400 y 4400 metros. El objetivo: sustentar la declaratoria de esta nueva área protegida, observar e identificar la fauna en profundidad, evaluar la calidad del agua, tomar muestras biológicas para desarrollar análisis de biomasa y hacer un inventario de mamíferos marinos, aves y tortugas, entre otras.
“Se espera poder determinar la fauna presente en el área, conocer la diversidad y número de organismos bentónicos como corales, equinodermos y esponjas de aguas profundas, así como invertebrados móviles y peces, también se realizarán colectas de taxones poco conocidos, desconocidos o con características de interés particular”, explicó Carlos Correa, ministro de Ambiente, en conversación con EL COLOMBIANO.
La operación –liderada por Invemar, con la participación de Parques Nacionales Naturales, el Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas (Dimar), la Universidad de Antioquia, la Red de Centros de Investigación Marina de Colombia y las empresas de ingeniería y servicios portuarios Serport y Sea Trepid– tiene un presupuesto de $7.242 millones, y $7.145 millones de esos son aportados por el Ministerio de Ambiente.
Francisco Arias, capitán de navío y director de Invemar, aseguró que Colombia es un ejemplo a nivel mundial por su meta ambiciosa del 30 % de áreas protegidas marinas.
“Su primer objetivo será avanzar en las estrategias de protección y restauración, pero marcarán una contribución del país al entendimiento de los fenómenos oceanográficos a nivel regional y mundial, y servirán de guía para el desarrollo de nuestras capacidades de investigación y las respuestas de país a los retos del desarrollo sostenible en el escenario de un planeta sometido al cambio climático”, concluyó Arias.
La apuesta y la inversión de Colombia son grandes. Y no es para menos, porque de acuerdo con el biólogo y profesor de la Universidad Nacional, José Ernesto Mancera, si bien es posible que no se encuentren nuevos ecosistemas, sí es muy factible que en esa área oceánica aparezcan especies hasta ahora desconocidas.
Se desconoce cuántas especies hay en el mundo, “pero de las que se han descrito, uno puede hablar de 3 o 4 millones, pero podrían ser hasta 10 millones”. Apenas un 15 % de estas son marinas y las demás son terrestres, quizás porque vivir en la tierra es más fácil para los seres vivos, pero también, justamente, por lo difícil que es inspeccionar el mar y la cantidad de zonas que siguen inexploradas por la humanidad.
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No se trata solo de descubrir nuevos animales o plantas, sino también de hallar, posiblemente, nuevos virus. Según Mancera, hay virus en el mar que no se han estudiado y mediante esta expedición podrían conocerse y usarse para generar nuevas tecnologías.
Teniendo en cuenta la enorme riqueza de los océanos y lo mucho que queda por explorar y proteger, el Gobierno ya piensa en la próxima misión. El ministro Correa contó que este año se adelantará una expedición en el Pacífico, la cual está en la etapa de gestión de los recursos. Todo esto, en aras de avanzar más rápido y alcanzar la meta de áreas protegidas antes del tiempo prometido ante la comunidad internacional
Comunicadora social y periodista de la Pontificia Universidad Javeriana.