viernes
7 y 9
7 y 9
De estar frente al tablero a observar una pantalla, de escuchar a diario la voz de sus profesores a tener que leer cartillas educativas. El contexto de la pandemia impactó desde distintas aristas el proceso educativo y social de los más pequeños. “Este año ha sido atípico para todos y, sin temor a equivocarme, una de las poblaciones más impactadas ha sido la infantil”, afirma Camila Richard Londoño, psicóloga magíster en Inteligencia Emocional, Intervención en Emociones y Salud.
El cambio en el uso de los espacios de la casa, el no poder relacionarse como antes con sus pares, las brechas de conectividad y el cambio de metodologías de enseñanza son algunos de los puntos clave que atravesaron sus procesos de desarrollo.
En este sentido, es probable que haya identificado en ellos ciertos cambios a los que, como verá, es importante prestarles atención. “Hubo una sacudida brutal en todas las instancias de todos los seres humanos. No podemos pretender que los niños no se manifiesten. Lo que sería absolutamente preocupante sería que los niños estuvieran funcionando como si no hubiese pasado nada”, complementa Martha Isabel Jordán Quintero, médica psiquiatra de niños y adolescentes, y psicoanalista de la Pontificia Universidad Javeriana (PUJ).
A nivel educativo
La virtualidad fue una alternativa que, dependiendo de cada caso particular, resultó más o menos significativa. Para la docente de preescolar y primaria, Sandra Marín, un posible retraso pedagógico de los menores tuvo relación con que “algunos colegios no acataron las nuevas medidas educativas desde el inicio de la pandemia y, cuando se empezaron a implementar otras plataformas ya había pasado bastante tiempo”, por ejemplo, en algunos casos, dice, las guías no llegaban a tiempo a los colegios u hogares, o los contenidos a impartir se retrasaban por inconvenientes con la conectividad.
Con respecto al primer punto que menciona Marín, un estudio realizado en 2020 por el Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la PUJ, demuestra que en el país, luego del cierre de los establecimientos educativos a raíz de la pandemia, solo tres de cada 10 docentes de colegios oficiales retomaron las actividades académicas de forma inmediata, mientras que dos de cada 10 tardaron más de un mes en hacerlo. Estas son cifras de referencia, pues las indagaciones fueron hechas solo en 16 entidades territoriales, con la participación de 4.527 docentes y 905 rectores.
No tener continuidad en el proceso educativo con los niños no solo significa no avanzar, sino que en algunos casos es retroceder. Gloria Bernal, codirectora del LEE, señala: “La no continuidad los afecta, algunos pudieron retomar clases a dos semanas del cierre, pero otros no. Las pérdidas en aprendizaje están. Según un informe de PISA, en promedio podría haber un atraso de un año, es decir, es como si los niños se hubiesen quedado congelados en 2019”.
Con respecto al punto de la desigualdad en el acceso a la conectividad, de acuerdo con el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (MinTIC, 2020) hay una brecha amplia, sobre todo en regiones apartadas que cuentan con cinco o menos accesos a Internet fijo por cada 100.000 habitantes.
Así, en el ámbito educativo, pasar de la presencialidad a la virtualidad supuso una pérdida de estudiantes de la que aún no se tienen cifras oficiales. Sin embargo, en coherencia con los hallazgos del LEE, en promedio, solo seis de cada 10 estudiantes asistían a las actividades sincrónicas (en las que hay interacción en tiempo real con el docente a través de llamadas o videoconferencias) y cuatro de cada 10 participaban de las actividades asincrónicas (aquellas que no requieren la presencia del docente, como el desarrollo de cartillas, guías y tareas).
En contraste a este panorama, la docente de Licenciatura en Educación Infantil de la Universidad El Bosque, Ruth Stella Chacón Pinilla, resalta que en algunos casos el uso de las tecnologías pudo potenciar otras habilidades. “Allí hubo oportunidades para conocer sobre la búsqueda de información, recursos, objetos virtuales. En ese sentido no podríamos hablar de atraso porque hubo nuevos aprendizajes”.
Finalmente, en relación con los contenidos y temáticas propias de cada año, la pandemia amplió las brechas que existían previamente entre los colegios públicos y los privados. Bernal cuenta que desde el LEE han podido identificar cómo algunos conocimientos que deben adquirirse en segundo y tercero de primaria (como multiplicaciones y fraccionarios) no están afianzados en estudiantes de quinto. “No están al día y en la medida en que más pasa el tiempo es más complicado. Nociones como la lectura deben aprenderse a cierta edad, según la etapa cognitiva, para poder desarrollarla”.
Nuevo escenario
Durante el confinamiento se desdibujaron los límites en el hogar, confluyeron allí actividades de todo tipo: laborales, académicas, de descanso.
Para Chacón esto facilitó que, con respecto a la educación de los niños, las familias se involucraran más en sus procesos. “Esto nos hizo pensar en su autonomía y empoderamiento, en su proceso y la importancia de observar sus ritmos y estilos”, dice.
Esto fue así sobre todo para quienes cuentan con las necesidades básicas satisfechas, matiza la psicóloga Jordán. “El impacto no fue solo el cambio a la virtualidad, hablamos por ejemplo de casas en las que no hay lugar suficiente, de lugares que antes eran para el juego y ya no, de niños que solo tenían la certeza de tener un desayuno cuando llegaban a la escuela”, y explica que en ese sentido son un sinfín de factores los que influyen en su desempeño educativo y desarrollo integral.
A nivel social
La posibilidad de compartir con otros niños y socializar a través del juego fue una de las actividades que la pandemia impactó. La psicóloga Richard explica que es a través del juego y la socialización que ellos aprenden a que hay turnos, a compartir y que la atención de los adultos no está siempre en ellos.
“Todos estos aprendizajes se dan con sus pares en las instituciones educativas, con sus vecinos”, algo que, si bien con mamá y papá también podría funcionar, “termina siendo menos fluido”.
Es desenvolviéndose en la vida real y con otros niños que logran resolver problemas cotidianos y prepararse para la vida adulta. “Es así como desarrollan su ser y se adaptan a la sociedad, por eso volver a la presencialidad es para ellos retomar un proceso de madurez personal, pedagógico y social”, complementa la docente Marín.
En cuanto a los posibles atrasos en este campo, Richard señala distintos puntos. El primero de ellos en relación con las funciones ejecutivas (aquellas que permiten controlar las emociones, planificar la conducta y tomar decisiones) que pudieron verse afectadas más que todo en niños que estuvieron aislados de una forma muy rigurosa y por mucho tiempo.
“Los padres incluso llegaron a cambiar algunas pautas de crianza, entre ellas, reconsideraron el uso de pantallas (celulares, tablets, televisores), algo que sabemos no está recomendado para un buen desarrollo del lenguaje, no favorece la tolerancia a la frustración y desencadena que tengan luego dificultades para relacionarse”.
Con respecto a este punto, Jordán añade que es importante tener cuidado con los mensajes incoherentes, pues se les exige permanecer concentrados frente a una pantalla para las clases, pero para la diversión no. “Entendamos que también pueden traer ventajas, hay que encontrar un equilibrio teniendo en cuenta el uso que les demos”.
Otra de las dificultades que podrían estar evidenciándose es la incidencia en los procesos de comunicación. Por un lado, explica Richard, el uso de tapabocas impide ver la expresión facial del otro cuando manifiesta una emoción, y “nosotros nos comunicamos mucho más rápido con el lenguaje no verbal que verbal”.
Así, si se trata de un niño de 2 o 3 años que está empezando su proceso de lenguaje, estar en casa no le implicará mayores retos. “En el hogar los padres están muy dispuestos y entienden muy rápido qué quiere el niño, mientras que en la socialización con otros de su edad se tienen que esforzar más”. Finalmente, agrega, es en momentos como esos en los que se generan aprendizajes significativos: cómo expresar una petición, cómo comunicarse.
Evalúe su aprendizaje
Su papel como cuidador es fundamental para facilitarles la superación de lo que vivieron en más de un año de pandemia bajo medidas de aislamiento. “Eso es lo principal, entender que tienen un rol en la educación de los niños, una responsabilidad que en ocasiones se delega al colegio, pero ellos son actores clave en el acompañamiento”, afirma Bernal.
Así pues, es recomendable que verifique el nivel de lectura de los niños teniendo como referencia que si están entre tercero y quinto ya debería leer de corrido. Este punto es importante porque, explica Bernal, “si hay deficiencias en la lectura, seguramente habrá deficiencias en las demás asignaturas porque no pueden leer bien los problemas y el resto de contenidos”. Además, evalúe sus destrezas en matemáticas, pues también es un pilar de las demás asignaturas.
En caso de encontrar falencias, la principal recomendación es poner al tanto al colegio. “El trabajo debe ser mancomunado, las instituciones tienen unos Planes de Nivelación y deben reponer las clases que no se dieron”, dice Bernal y agrega que los padres deben hacer seguimiento de que esas directrices sí se estén cumpliendo.
En ese mismo sentido, si la familia cuenta con los recursos, podría optar por contratar un profesor particular, pero si no es así, pueden aprovechar proyectos de tutorías virtuales gratuitas como TuTutor de la PUJ, o TutoTIC del MinTIC.
“Este tipo de programas ponen su granito de arena, pero están lejos de ser suficientes para poderlos nivelar”, apunta Bernal. “También hay que hacer esfuerzos adicionales, por ejemplo, durante los períodos de vacaciones o extracurriculares, reforzar en casa esas áreas nucleares: lenguaje y matemáticas”.
Para finalizar, Chacón agrega que es clave mantener los vínculos que alcanzaron a crearse durante la pandemia. “Esos vínculos efectivos y afectivos de acompañamiento permiten que la formación integral de los estudiantes sea un hecho”.
Observe y comprenda
Los cambios en el comportamiento son los signos más evidentes de que algo relacionado con el desarrollo social y la salud mental del niño no va bien. Si pasa de ser juicioso a ser necio o viceversa, debe prestar atención. “Así cuentan ellos que no se están sintiéndose bien, de hecho un mal desempeño escolar dice mucho”, cuenta Jordán. No se trataría entonces de que el niño sea incapaz de aprender, sino que es su forma de expresar malestar, es un síntoma de algo más profundo.
En estos casos, la comunicación es primordial para entender qué pasa y cómo solucionarlo. Además, tenga en cuenta que su actitud ante la situación tendrá incidencia. “Ellos se impactan en la medida en que lo hacen los adultos que los cuidan. Debe haber tranquilidad y enviar un mensaje de ‘no tengo las respuestas a todas tus preguntas, pero aquí estoy para escucharlas’”.
De igual modo, es importante que el niño perciba y cuente con un ambiente de equipo, que si el padre o la madre está sobrecargado con la situación educativa o social, pueda tener un relevo por parte de otros familiares o docentes.
Para lo que concierne específicamente al aspecto social, Richard recomienda en primera instancia tener paciencia. “Si la socialización de un niño se vio seriamente afectada y tiene temor a retomarla, lo primero es entender el contexto, actuar de forma comprensiva y amorosa”, pero aclara que ser condescendiente y aceptar que se quede en casa no es buena idea.
Al contrario, será importante que se inicien aproximaciones sucesivas: estar con pares en un parque, con los primos, con los vecinos, de manera que el tiempo y la intensidad de la aproximación no sea abrumadora. “Esto hay que hacerlo de forma regular, así el niño se irá adaptando. No lo invalidemos, anticipemos qué va a pasar, dónde y con quién”.
Finalmente, señala Jordán, hay que evitar enviar mensajes dobles, es decir, que mientras se impulse al menor a este tipo de contactos, el adulto se muestre temeroso. “El mensaje debe ser: confía, yo te impulso a hacerlo porque yo estoy tranquilo y porque vas a estar mejor”.
La buena noticia es que en las edades tempranas tienen plasticidad neuronal y se adaptan rápidamente a situaciones nuevas. Así pues, “no habrá habilidad que no tenga tiempo y posibilidades de mejora”, asegura Richard.
Así mismo, recomienda “implementar rutinas, pues les ayudan a manejar las situaciones, el estrés y la ansiedad”. Además, hay que facilitarles el desarrollo, no solo de habilidades académicas, sino también de motricidad gruesa: que muevan el cuerpo, regresen a parques o se involucren en actividades deportivas.
Distintas emociones y descubrimientos por parte de los adultos hacia los niños trajeron y seguirá trayendo el contexto actual. Sin embargo, es indudable que el retorno a la presencialidad, concluye la docente Chacón citando al escritor Celso Román, es un retorno a los colores después de un mundo gris, algo que desde distintas esferas se venía reclamando. “Es una apuesta a la esperanza, a la vida. Es la fiesta del reencuentro, somos seres sociales por naturaleza”. Acompáñelos.