Antes de que termine este 2020, 118 millones de mujeres en América Latina y el Caribe estarán bajo la línea de pobreza.
Así lo advierte el estudio “Cuidados en América Latina y el Caribe en tiempos de Covid-19. Hacia Sistemas Integrales para fortalecer la respuesta y la recuperación”, publicado por la Cepal y ONU Mujeres, hace una semana.
Entre las múltiples razones que se conjugan para esta crisis, el informe citado se enfoca en el impacto que genera para el desarrollo de las mujeres y la economía de los países el desequilibrio en la distribución de las labores de cuidado y trabajo no remunerado. En América Latina las mujeres dedican más del triple de tiempo a estas tareas que los hombres.
Por tal razón, la directora regional de la ONU Mujeres, María Noel Vaeza, sentenció que “si los Gobiernos no se toman en serio la necesidad de fortalecer sistemas de cuidados con corresponsabilidad, esta crisis puede dejar a muchas mujeres fuera de la economía y sin poder ejercer sus derechos económicos y sociales”.
Al hablar de tareas de cuidado, la ley colombiana 1413 de 2010 las define como trabajo no remunerado que se realiza en el hogar, relacionado con mantenimiento de la vivienda, los cuidados a otras personas del hogar o la comunidad y el mantenimiento de la fuerza de trabajo remunerado.
Apenas hace poco más de una década la región empezó a reconocer este ejercicio cotidiano como parte fundamental para el desarrollo social y económico de los países.
“Si no existiera un sistema de apoyo en las familias, conformado básicamente por mujeres que no reciben remuneración, el sistema económico no funcionaría”, indica la economista Ana Isabel Arenas.
Las cifras del Dane (2018) respaldan su postulado, pues indican que las tareas de cuidado en el país se valoran en $185,7 billones, de las cuales las mujeres aportan $134 billones. Esto se debe a que el 78 % del tiempo que se destina a cuidados sin remuneración lo aportan mujeres. En promedio ellas invierten 7 horas y 14 minutos en estas labores al día, mientras que los hombres solo gastan 3 horas 25 minutos diariamente.
Una de las recomendaciones que hace ONU Mujeres para construir sistemas integrados de cuidado, que entre los países latinoamericanos solo existen en Uruguay, Chile y Paraguay, es expandir la protección de las personas que desempeñan tareas de cuidado remuneradas y no remuneradas.
En esta estrategia concreta Colombia podría dar un gran paso si el proyecto de ley 129 de 2019 cursa con éxito los dos debates que le restan en Senado.
A grandes rasgos, la iniciativa de Licencia parental compartida, pretende ampliar a 8 semanas el tiempo de licencia paterna, además que se puedan juntar estas semanas con las 18 que le corresponden a las madres, y así compaginar el cuidado del recién nacido entre ambos sin incurrir en un desgaste netamente para las madres, con su consecuente alejamiento del mercado laboral.
Por ahora, mientras llegan triunfos más concretos como puede ser el de la Licencia compartida, para la coordinadora general de la Red Nacional de Mujeres Comunales, Martha Debbie Aguilar, es un paso importante la “visibilización y el reconocimiento al papel de las mujeres que se viene dando, pues durante años estuvo completamente invisibilizado”.
La crisis derivada de la pandemia, recalca Aguilar, demostró que ni el país ni la región estaban preparados para atender este tema, por lo cual es obligatorio generar más información.
En este aspecto la ONU resaltó la tarea del Dane, aportando insumos estadísticos. Uno de estos es el “Simulador del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado para el hogar y la comunidad” que le permite a cualquier persona, de forma interactiva, introducir los datos del tiempo que le dedica a estas labores y conocer cuántas horas anuales y cuánto dinero representa su actividad de cuidado.
Precisamente, concluye Martha Debbie, para lograr cambios estructurales es necesario “llevarle este tema en un lenguaje sencillo a las mujeres en las comunidades y nutrir las posibles soluciones con el conocimiento y la experticia de las mujeres comunitarias”.