Aunque se han implementado nuevas estrategias y profundizaciones, un estudiante solo puede salir bilingüe del colegio si en este la segunda lengua es prioridad.
Esta es una eterna discusión entre los padres de familia: ¿sirven de algo las clases de inglés que se les imparten a los alumnos en los colegios o es mejor tomar cursos alternativos para que estos salgan mínimamente para la universidad donde aumentan las lecturas en un segundo idioma? Depende, todo depende.
Manuela estudia en una institución pública de la ciudad donde hace una profundización en humanidades, eufemismo que se usa para decir que la verdadera especialización es en idiomas: inglés y francés y consiste en cuatro horas semanales de la primera lengua y dos horas de la segunda más cuatro de español.
La intensidad no es mucha, aunque son seis horas más de todos los idiomas que las que tiene un alumno con énfasis “académico”, sin embargo ahí no está el problema. Según la bachiller, que este año se gradúa y piensa estudiar Periodismo, la dificultad más grande está en que no todas las estudiantes se encuentran en el mismo nivel.
“Este año el profesor nos pasó una lista de verbos y nos los teníamos que aprender de memoria cada semana. Sin embargo, el aprendizaje se dificulta mucho, no por el profesor, sino porque los estudiantes vienen con niveles muy bajitos de inglés”.
Para César Quintero, licenciado en Lenguas Modernas y magíster en Educación, el problema de la enseñanza del inglés en los colegios es que todos los estudiantes tienen conocimientos diferentes del idioma, unos están avanzados por ser autodidactas, otros no tienen ningunas bases y por eso es muy difícil lograr que todos avancen.