Las imágenes muestran las trochas que son usadas por venezolanos para llegar a Colombia y que, aunque agrestes, sirven para escapar de la convulsionada realidad de su país, acentuada ahora con la crisis energética, la ausencia de alimentos y la intermitencia en el servicio de agua.
Cientos y cientos de personas cruzan cada día por ahí. La semana pasada, el diario La Opinión de Cúcuta (Norte de Santander), reportó cómo, de manera artesanal, con maderas, llantas, sacos de arena y hasta rocas del río Táchira, los migrantes empezaron a construir “puentes” artesanales con el fin de hacer más fácil, un poco, su paso por el río y por las trochas. La foto fue captada a un costado del puente Simón Bolívar, que une al corregimiento de La Parda de Villa del Rosario con San Antonio, en el vecino país.
En otra imagen, por ejemplo, se veían cuatro hombres y una mujer cuando cruzaban a través de estas débiles estructuras, con maletas en los hombros, escapando de esa realidad.
Esto lo han sufrido todos los venezolanos, pero mucho más sus niños, quienes vieron vulnerado su derecho a la educación durante los últimos 30 días tras el cierre, ordenado por el gobierno de Nicolás Maduro, como reacción al intento de ingreso de ayuda humanitaria, en un proceso liderado por Colombia y respaldado por el Grupo de Lima, Estados Unidos y algunas naciones europeas.
Pues bien, desde el pasado lunes los niños venezolanos que estudian en Colombia pueden llegar hasta los pasos internacionales, y allí son transportados hasta las instituciones educativas. No obstante, deben caminar desde sus casas hasta el puente y viceversa.
Bloqueo educativo
Pepe Ruiz, alcalde de Villa del Rosario, Norte de Santander, dice que son alrededor de 8.000 menores de edad quienes, desde el pasado 22 de febrero y hasta esta semana, no habían regresado a estudiar. Ante esto, el mandatario dice que la dificultad se nota porque, con la frontera cerrada, los estudiantes no podían llegar.
“Hasta el lunes que se abrió la frontera para estudiantes y enfermos, a través del corredor humanitario, pues han podido llegar, pero son pocos”.
Lo mismo plantea Felipe Muñoz, gerente de la Frontera con Venezuela, quien destaca que en Norte de Santander, según la matrícula educativa, hay 7.676 venezolanos, equivalente al 5,28 % del total. Asimismo, hay 1.663 que pasan de San Antonio hacia Villa del Rosario y otros 2.808 que hacen lo propio, pero entre Ureña y Cúcuta.
En lo que tiene que ver con los buses, Muñoz señala que “movemos a 3.218 niños, pero, lo peor de todo, es que aquí también reciben la alimentación, entonces, en el cierre de la frontera, eso niños no pudieron recibirla”.