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Los papeles se invirtieron: ahora es el Gobierno el que condiciona la mesa de negociaciones a que haya un cese el fuego bilateral, solicitud que ha sido durante años una premisa de las guerrillas.
Gustavo Bell dijo, después de reunirse con el presidente Juan Manuel Santos y parte de equipo negociador en Bogotá, que “el Gobierno reitera su voluntad de reactivar el cese el fuego y negociar uno nuevo”.
Además, aseguró que en la reunión que sostuvo con “Pablo Beltrán”, jefe negociador del Eln, hablaron de la posibilidad de llegar a un Acuerdo de Paz antes de que acabe el gobierno de Santos, y agregó que para ello se “requieren hechos inequívocos de paz que permitan alivios humanitarios en beneficio del bienestar y la tranquilidad de las comunidades y la construcción de confianza para adelantar el proceso”.
Sin embargo, las negociaciones se mantendrán suspendidas, por lo menos hasta el sábado, después de la reunión con Antonio Guterres, secretario general de la ONU, a la que asistirá Bell para solicitar que se mantenga por más tiempo la Misión de ese organismo en Colombia para verificar la posible tregua.
Germán Valencia, experto en conflicto de la Universidad de Antioquia, explicó que el cambio de postura del Ejecutivo se debe a que la tregua le ayuda en los indicadores de gobernabilidad: “le está mostrando al país que logró algo, se convirtió en una exigencia no de Santos sino de la sociedad y de la comunidad internacional”.
El académico explicó que la paradoja en la que se encuentra el presidente es complicada porque “en un tiempo éramos guerreros y todos queríamos ser guerreros; ahora al Gobierno se le ve pacifista, ¿cómo va a decir que quiere construir la paz con las Farc en medio de la guerra con el Eln?, incluso el enfrentamiento con el Eln hace sentir que no hay efectos de la paz con las Farc”.
Por otra parte, sostiene el profesor, para el Eln no es tan buen negocio un cese permanente, porque cuando no hay guerra la opinión pública pierde su interés en la paz.
Pese a que el general Alberto José Mejía, comandante de las Fuerza Militares, aseguró a medios nacionales que “a pesar de que estos bandidos del Eln puedan poner 3 banderas y volar un oleoducto, el Eln no tiene la capacidad terrorista o militar para doblegar al Estado y para vencer a las fuerzas militares”, los efectos del conflicto con esa guerrilla se sufren en zonas muy vulnerables.
Eduardo Álvarez Vanegas, coordinador del área de dinámicas de conflicto de la Fundación Ideas para la Paz, dice que quien mire al Eln desde la óptica militarista no ha entendido a esa guerrilla: “Es una organización política social con un brazo militar disminuido, sin embargo sus acciones son de gran impacto en las poblaciones y mediático”.
Para Víctor de Currea Lugo, docente de la Universidad Nacional, lo importante es que tanto el Gobierno como el Eln están interesados en avanzar hacia un nuevo cese bilateral, atendiendo el clamor de las comunidades, “pero sigue sin responderse a la pregunta de qué pasará entre el cese que venció el 9 de enero y el nuevo”.
Álvarez consideró, finalmente, que si la mesa de diálogos se rompiera por falta de un cese el fuego sería una torpeza política, porque significaría que no se aprovechó el único ambiente propicio para la negociación en cinco décadas de enfrentamiento.