Veinte años después de que un secuestro partiera su carrera política, Ingrid Betacourt vuelve al ruedo y aspira ser la candidata a la Presidencia de la Coalición Centro Esperanza. La historia que quedó en pausa en julio de 2002 cuando fue raptada por la extinta guerrilla de las Farc, comienza a reescribirse con la campaña para definir al candidato de esa asociación.
Betancourt, con 60 años y siete de experiencia en el Congreso de la República, es la octava integrante de la coalición que oficializa su aspiración. Su rostro estará en el tarjetón de las consultas junto a la imagen de Alejandro Gaviria, Carlos Amaya, Jorge Enrique Robledo, Juan Fernando Cristo, Juan Manuel Galán y Luis Gilberto Murillo, el octeto de personalidades de centro que quieren pelear la Presidencia en las elecciones de mayo.
Ingrid Betancourt es la cuota femenina que estaba faltando en la papeleta de esa coalición, conformada mayoritariamente por hombres, mientras las otras agrupaciones –Pacto Histórico, la de la Experiencia y hasta la encuesta que tuvo el Centro Democrático– sí presentaron desde antes una candidata mujer entre sus opciones.
“Voy a participar en la consulta del 13 de marzo, voy a hacer parte de esta coalición como candidata a la Presidencia”, compartió la exsenadora. En su agenda hay una lista de pendientes históricos del estado colombiano: acabar con el hambre, la inseguridad, la contaminación, transformar e innovar y construir un mundo nuevo con visión mujer.
La precandidata dice que regresa a la contienda en este 2022 para terminar lo que dejó iniciado en 2002, cuando era candidata a la Casa de Nariño por su partido Verde Oxígeno, la colectividad que revivió en diciembre y ya también entregó su aval como candidatos al exgobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, y al exgobernador de Boyacá, Carlos Amaya.
Una decisión aplazada
“Vengo a reclamar los derechos de los 51 millones de colombianos que no encuentran justicia porque vivimos en un sistema diseñado para garantizar la impunidad de los maleantes”, afirmó la hoy precandidata, Ingrid Betancourt.
Precisamente, su hijo Lawrence Delloye acaba de ganar una demanda interpuesta en un tribunal de Estados Unidos que obliga a las extintas Farc a pagarle 36 millones de dólares de indemnización por los daños causados por el secuestro de Ingrid.
Mujer, madre y víctima, tuvo una pausa en la política en medio del conflicto armado y ahora regresa al ruedo en un país en el que, al menos, el actor que la raptó durante seis años dejó las armas tras un arduo proceso de paz que aún deja cicatrices en parte de la sociedad. La determinación de participar en la consulta se aplazó casi hasta el último momento y en diciembre había dicho que no estaba considerando aspirar.
Al final, entre la insistencia de sus compañeros de coalición, las críticas externas por la carente participación femenina y la intención de volver a presentar su proyecto político, terminó dando un sí que es celebrado dentro de la Coalición de La Esperanza, pero que podría fracturar los votos por los ocho personajes que plantean un proyecto de centro.
El exministro Juan Fernando Cristo calificó esta candidatura como una apuesta por un cambio tranquilo para Colombia y Sergio Fajardo opinó que su participación y la de Luis Gilberto Murillo “enriquecen el debate”. Mientras los otros integrantes de la coalición ya están recorriendo Colombia en campaña, Betancourt apenas empezará a rehacer los pasos por los que piso hace dos décadas, en aquel tiempo que se proyectó como, posiblemente, la primera presidenta de la historia de Colombia.
De la ahora precandidata el expresidente Juan Manuel Santos ha resaltado su “generosidad como víctima”, con una mirada reflexiva del conflicto en Colombia y la reconstrucción del país. También fue blanco de críticas por su regreso, un retorno que se da tras refugiarse en Europa desde el momento de su liberación. La respuesta fue contundente: “me han acusado de volver a mi casa para sacar beneficios políticos. Pues sí, he vuelto en busca del mayor beneficio político: que todos tengamos una real democracia. Vengo a reclamar el derecho a de luchar con mi familia extendida, que son todos ustedes, la Colombia que yo amo”.