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La pandemia no es castigo de Dios: monseñor Tobón

El clérigo mayor de Medellín dice que este año del coronavirus también ha servido para potenciar valores en las familias. Pide optimismo para 2021.

  • Monseñor destaca que el covid-19 ha permitido volver a rescatar el valor de la vida, la familia y el empleo. FOTO Donaldo Zuluaga
    Monseñor destaca que el covid-19 ha permitido volver a rescatar el valor de la vida, la familia y el empleo. FOTO Donaldo Zuluaga
22 de diciembre de 2020
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Van finalizando los últimos días del año 2020, un calendario marcado por la llegada de un brote viral que cambió las condiciones de vida para muchas personas. Frente a este tema, Ricardo Tobón, arzobispo de Medellín, le dijo a EL COLOMBIANO que este tiempo ha traído una realidad “con luces y con sombras” que ha servido para centrar la atención en aspectos fundamentales de la vida, como la familia y el trabajo.

Así mismo, enfatizó que la pandemia no es un castigo de Dios y espera que en 2021 el trabajo mancomunado de todos los sectores sociales ayude a superar la crisis actual.

¿La pandemia es un signo apocalíptico?

“Nos encontramos en una situación atípica y a nuestra generación, al menos en gran parte, no le había tocado vivir esto. Es un momento díficil y ha sido difícil porque no es claro. A nivel económico, social y cultural, ha traído situaciones que no tenemos el manual para manejarlas”.

“No podemos mirar la pandemia como un castigo de Dios, algunas personas lo han pensado así y han resultado hasta predicadores falsos hablando en ese sentido. Eso entraña un concepto equivocado de Dios. Él es para nosotros los cristianos el padre bueno que nos conduce con amor”.

“El apocalipsis no viene como algo que Dios impone a su manera, sino como una construcción que la libertad del hombre realiza en el tiempo”.

“Este mal viene de situaciones catastróficas de la naturaleza (...) en este caso, una peste que azota a toda la humanidad. Pero estas realidades no escapan a los planes de Dios en el sentido en que él sabe como orientar estas cosas para el bien de todos”.

¿Cuáles son esos aspectos positivos en medio de todo?

“De esto han salido muchas cosas buenas. Por ejemplo, hay una valoración más grande de la vida y ahí nos debemos preguntar: esta vida que estoy cuidando, ¿qué sentido tiene?; ¿cómo la debo conducir?; ¿hacia dónde la debo orientar?

Esta crisis nos ha servido para ver la importancia de la familia en un momento en el que nos sentimos desamparados y nos refugiamos en el hogar. Allí encontramos a las personas que tenemos al lado: el padre, la madre, la esposa, los hijos o los hermanos.

“Esto también nos ha llevado a valorar el trabajo, no solo como un medio para ganar dinero, sino como parte de la vida. Después de dos meses en encierro y sin poder trabajar, las personas se preguntaban cuando podrían laborar. Es que no se resiste un enclaustramiento en la casa todo un día inactivo”.

“Descubrimos entoncesque el trabajo es una forma de realizarnos aportando algo para que nuestros servicios lleguen a otros”

“Yo creo que ha sido positivo el adaptarnos, aprender a ser resilientes, a tener fortaleza y a tener esperanza”.

“Esta es una realidad con sombras y con luces, pero es una realidad que nos ha llevado a econtrarnos con nosotros mismos”.

¿Se han evidenciado contrastes sociales en la crisis?

“De alguna forma hemos constatado que la segregación existe en nuestra sociedad y se ha vivido durante este tiempo: unos con más recursos que pueden afrontar la situación más tranquilamente y otros con escasez y grandes penurias”.

“Ahora, hemos visto que cuando hay familias unidas por el amor, este periodo ha sido más llevadero. Pero cuando la familia está desunida, este tiempo ha sido más doloroso y más difícil de manejar”.

¿Cómo se ha mantenido el contacto con los fieles?

“Hubo una gran creatividad para utilizar todos los medios posibles, desde los altoparlantes de los templos, hasta las plataformas virtuales. Hubo experiencias muy interesantes: los jóvenes les ayudaban a los mayores a conectarse para seguir la eucaristía a través de la virtualidad”.

“También hubo un fenómeno especial: nunca habíamos tenido tanta gente participando de la Semana Santa como este año. Las transmisiones tuvieron una audiencia nunca esperada”.

“En lo que hemos tenido más dificultad es en la atención de los enfermos y es una situación que nos ha dolido mucho. Al principio la atención en las casas era difícil. No pudimos enviar los ministros laicos con la comunión para evitar que hubiera contagio de una u otra parte”.

“La atención en las clínicas, especialmente de quienes están en cuidados intensivos, ha tenido que ser a través de llamadas telefónicas o desde la distancia. Hemos tratado de atender pero no ha sido fácil. Lo mismo las exequias, sobre todo al comienzo fue muy difícil organizarlas. Era la única situación en que los templos se abrían durante los meses de aislamiento total y lamentamos que muchas personas no hubieran tenido toda la atención que requerían”.

¿Cómo se avisora el 2021 para Colombia?

“Cuando miramos el 2021 nos sumimos un poco en un clima de inseguridad porque no todo está resuelto. Incluso, anuncian que pueden venir rebrotes de la pandemia y debemos asumir la tarea de trabajar unidos para superar este problema. Ojalá llegue la vacuna, ojalá no se transmita tan rápido el virus y podamos superar esta pandemia”.

“Tenemos que mirar el 2021 como una oportunidad de crecimiento en comunidad, es hora de que superemos el egoísmo y no nos mantengamos en estas polarizaciones que se han creado y que además superemos la violencia. Nosotros somos capaces de construir un mundo nuevo donde exista la justicia y la libertad para todos”.

“Miremos el 2021 como la posibilidad de alcanzar una realización económica y social, especialmente para las personas que han sufrido más este año, que ojalá encuentren en los aportes del Estado y en el compromiso de todos la ayuda para salir adelante”

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