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La tarea de los periodistas para cubrir las manifestaciones

Según la Flip, en 2021 van 150 agresiones en comparación con 57 en marchas en 2020.

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“Si usted no corrige eso que dijo, de aquí no sale vivo”. Con esas palabras, un manifestante amenazó directamente de muerte a Juan Carlos Giraldo, periodista del noticiero Red Más Noticias. Giraldo cubría las manifestaciones en Cali, una de las ciudades donde mayores situaciones de violencia se han presentado en el marco del paro.

Aunque aseguró que donde estaba la situación era pacífica, al terminar su informe se le acercaron varios manifestantes que le reclamaban. Decían, entre otras cosas, que mentía y que era “amarillista”. ¿El motivo? Que en la nota salía la leyenda de que en la ciudad había varias vías bloqueadas. El periodista intentó sin éxito explicar la situación.

Y su caso no es el único. También en Cali, la semana pasada, cuando se desarrollaba la mesa entre jóvenes y Gobierno, un hombre se fue lanza en ristre contra Caracol y Rcn (cuya sede en Bogotá fue atacada el 28 de abril), tildándolos de ser "medios traicioneros".

Al medio santandereano Vanguardia, como lo relató su directora Diana Giraldo, lo acusaron de "ocultar asesinatos", tras comprobar que la denuncia de tres homicidios en el marco de las protestas era falsa. Y durante un solo día, el 12 de mayo, tres periodistas fueron atacados en Popayán, por manifestantes, pero también por policías.

El panorama

De acuerdo con la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip), son 150 las agresiones ocurridas en 23 días de paro (hasta el jueves pasado). Con un agravante: no se trata solo de ciudadanos amenazando a los periodistas, también denuncias de agentes estatales.

Le pasó, por ejemplo, el pasado 6 de mayo a los periodistas Fernando Espinosa, Juan Rojas y Camilo Rojas –del medio alternativo Locosapiens–, mientras cubrían las protestas en el municipio de Sibaté, Cundinamarca.

Con videos denunciaron cómo quedaron en medio de enfrentamientos del Esmad con ciudadanos. Y como, a pesar de identificarse como prensa, les habrían disparado con perdigones a mansalva. La Procuraduría anunció que abrió una indagación disciplinaria.

En comparación con años anteriores en los que también ha habido manifestaciones en Colombia, de acuerdo con el registro de la Flip, 2021 ha sido el año en el que más se ha complicado el cubrimiento periodístico. Pero las cifras también revelan que, en cada año, los ataques han aumentado. De 22 víctimas de agresiones a la prensa en el paro agrario de 2013 se pasó a 144 víctimas en 21 días del actual paro nacional.

No se trata solo de agresiones físicas o amenazas. En días pasados, se conoció el audio en el que varios empresarios pereiranos así como los representantes a la Cámara Alejandro Corrales y Gabriel Jaime Vallejo, del Centro Democrático, criticaban, entre otras cosas, a medios de comunicación y se “proponía” controlar la pauta.

EL COLOMBIANO buscó a ambos representantes sin éxito. Sin embargo, para Jonathan Bock, director de la Flip, este tipo de hechos son “antidemocráticos. Quienes están en el poder deben dar garantías para todos los medios, sin importar su línea editorial”.

Desde el Gobierno Nacional, no obstante, ha habido un “rechazo hacia cualquier tipo de violencia”. El general Luis Fernando Navarro, comandante de las Fuerzas Militares, ha dicho que “dentro de las órdenes presidenciales y los planes de protección a población en especial riesgo o vulnerabilidad están los periodistas”.

Llamados

Para Bock es clave que por parte de todos los implicados en las manifestaciones –organizaciones civiles y sociales, Fuerza Pública y Gobierno– haya un compromiso de respeto a la prensa, que pase por rechazar de manera explícita la violencia. De no ser así, “el periodista queda en un ‘sánduche’ en el que es objeto de amenazas por parte de manifestantes y no cuenta con garantías de la Fuerza Pública”.

Incluso, los hechos han llamado la atención internacional. La red de Reporteros Sin Fronteras envió una carta al presidente Iván Duque en la que le hizo un llamado a “rechazar de forma clara y pública las violaciones cometidas contra la prensa en el contexto de las protestas”, y que se esclarezcan estos hechos que ponen en riesgo el ejercicio periodístico.

La preocupación, como lo plantea Bock, es que las agresiones lleven a una inevitable limitación en el cubrimiento, en el afán de los periodistas por proteger su vida. Así, a la lista de consecuencias de la violencia se suma una nueva: que las personas no tengan acceso a información veraz y oportuna de lo que ocurre

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Leonardo Botero Fernández

Periodista de la UPB y especialista en Creación Narrativa de la Universidad Central (Bogotá). Escribo.

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