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“La experiencia del exilio muestra que la frontera no es una línea que se traspasa, sino una enorme zona gris por la que deambulas mucho tiempo después de la huida. Cruzar la frontera no es un acto, ni un salto. Lleva meses o años. La vida toca rehacerla, no desde los pedazos, sino a veces desde las cenizas”, así inició el viernes la declaración final del comisionado de la verdad Carlos Beristein frente a cientos de colombianos que lo veían desde el exterior, condenados a no volver, y de otros retornados a la fuerza hartos de extrañar.
Desde la firma del Acuerdo de Paz más de 520 mil colombianos han buscado refugio en el extranjero debido al conflicto armado interno, según la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur). Si bien en años anteriores las cifras han sido más altas, como en 2007 cuando se registraron 551.774 refugiados, convirtiendo a Colombia en el tercer país del mundo con más personas expulsadas en olas migratorias forzadas, este fenómeno persiste y es una realidad actual por la que siguen atravesando miles de familias.
Para 2019, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Colombia ocupaba el segundo lugar en América Latina y el Caribe con mayor población de migrantes y era, a su vez, el principal país de origen de refugiados en la región acogidos en Venezuela y Ecuador, dos países vecinos.
Con base en diferentes informes y análisis de organizaciones nacionales e internacionales, y tras hablar con más de mil exiliados en 23 países, la Comisión de la Verdad concluyó que “la población de personas exiliadas ha sido invisibilizada y su relato no ha sido escuchado ampliamente, lo cual era una tarea pendiente a la hora de esclarecer los hechos que ocurrieron y siguen ocurriendo en un marco de violencia que no termina”.
Así que tomó la decisión de ser la primera entidad de su tipo en el mundo que incluirá las voces de los exiliados en su informe final.
Por eso este viernes 13 de noviembre realizaron el encuentro por la verdad “El retorno de nuestras voces, la verdad sin fronteras”.
La Comisión escuchó historias de funcionarios del Estado que no fueron protegidos o fueron perseguidos por el propio Estado, de víctimas de secuestro de las guerrillas que no podían quedarse a vivir el miedo de nuevo y de sobrevivientes de atentados o masacres paramilitares o del narcotráfico asociado a la guerra, que impusieron el terror en una gran parte de ese país rural y los barrios de grandes ciudades donde se extendió esa guerra por el control de la población y el territorio.
También oyó a mujeres huyendo de las amenazas de reclutamiento de sus hijos o la violencia sexual, a personas del colectivo Lgbti y a quienes les quitaron la tierra los que estaban interesados en acumularla o explotar sus recursos.
Llamó la atención por ejemplo, la historia de Amelia Pérez Parra, quien por un par de décadas trabajó en la rama judicial, como jueza y fiscal y tuvo que ver como a sus compañeros los fueron asesinando uno a uno. Así mismo uno a uno los nombró entre lágrimas, haciendo un homenaje póstumo a los héroes que ya nadie llora.
“Ellos no pudieron acudir al exilio, que es lo que uno no quiere, pero que le permite seguir con vida. Sus asesinatos siguen en la impunidad. No hubo justicia para quienes administramos justicia”, dijo la abogada, quien no pudo ocultar la inmensa soledad en la que tuvo que huir: “Nunca esperamos que nos dejaran solos como nos dejaron, que nos abandonaran”.
Beristein explicó que “la ley colombiana reconoce el desplazamiento forzado interno, pero no a quienes tuvieron que cruzar la frontera. El exilio tiene una entidad propia por todas las pérdidas y rupturas que significa, y además es la vía final común de muchas otras experiencias de violencia sufridas”.
Y es que, según sus primeros hallazgos, la mayoría de las personas que se exiliaron, antes pasaron por desplazamientos forzados, amenazas y en muchas ocasiones por la pérdida de seres queridos o atentados en su contra, y la principal razón que argumentan para salir de su país, es que ante la persistencia del conflicto ellos pensaban diferente.
Sus relatos serán incorporados en el informe final que la Comisión de la Verdad le presentará al país, porque sin ellos no hay verdad posible, porque sus voces también deben ser escuchadas.