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Ituango y la oscuridad que no desaparece

Pese a la firma del Acuerdo de Paz con las Farc, las extorsiones

y las muertes continúan en

el municipio.

  • 1.Por las noches, el comercio en Ituango funciona con normalidad 2.Soldados patrullan en Santa Lucía, justo al lado de una de las marcas de las disidencias de Farc. 3. El Clan del Golfo marcó varias fachadas en la vía a Santa Lucía. FOTOS Juan ANtonio Sánchez
    1.Por las noches, el comercio en Ituango funciona con normalidad 2.Soldados patrullan en Santa Lucía, justo al lado de una de las marcas de las disidencias de Farc. 3. El Clan del Golfo marcó varias fachadas en la vía a Santa Lucía. FOTOS Juan ANtonio Sánchez
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Ituango y la oscuridad que no desaparece
25 de mayo de 2019
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Los días transcurren con normalidad en Ituango. Por sus estrechas calles transitan motos, chivas, camiones, buses y, sobre todo, su gente. El comercio abre sus puertas normalmente, en las heladerías siempre hay alguien tomando una cerveza o un tinto, la Policía patrulla las calles, los niños y jóvenes van a los colegios y, durante el día, el transporte a las diferentes veredas funciona normal.

En apariencia, esta población ubicada en norte de Antioquia superó los momentos más oscuros de su historia, cuando la guerra con las Farc la mantenía sometida a una interminable zozobra y temor.

Sin embargo, las apariencias engañan. Aunque lo esencial, lo cotidiano, funciona, el fantasma del conflicto y la amenaza de grupos armados ilegales no los dejan en paz.

“Infortunadamente Ituango está pasando de ser un pueblo resiliente a uno resignado, sometido a cualquier grupo armado ilegal que venga a imponer su ley”, es lo que dice un educador de ese municipio, quien se refiere a que después de la dejación de armas de las Farc hubo mucha ilusión “y de hecho tranquilidad, pero solo duró poco más de un año”.

Esa persona se refiere a que la mayoría de habitantes de Ituango saben o están conscientes de que en las veredas sigue una disputa armada, que desde allí siguen llegando cuerpos de personas asesinadas, que por las vías rurales no se puede transitar en horas de la noche, que al comercio lo tienen extorsionado, y que llegaron nuevos ilegales que quieren aprovecharse de ese temor presente en quienes saben lo que vivieron en épocas anteriores.

¿Comercio ahogado?

Dicen los habitantes de Ituango: “en río revuelto, ganancia de pescadores”, y se refieren con el pago obligado de la extorsión que los acosa a diario.

La presencia de varias estructuras delincuenciales (según el Ejército, son al menos cuatro: disidencias de las Farc, Clan del Golfo, los Caparros y la delincuencia común) genera confusión entre las personas, por lo que cualquier llamada en la que se pida dinero “para colaborar con la causa” deja entre la espada y la pared a quienes están en el sector comercio y ganadero.

A esto se le suma, según lo confirma el Gaula de la Policía Antioquia, las llamadas extorsivas que se hacen desde las cárceles ubicadas por fuera del departamento. Se están aprovechando del temor de las personas de Ituango, las llaman y se hacen pasar por integrantes de los grupos que delinquen en la zona.

“Nosotros logramos detectar a finales del año pasado y principios de este que están haciendo llamadas de carácter extorsivo desde centros penitenciarios a nivel nacional y hay que decirlo, de cárceles que no están en Antioquia. Esta gente se hace pasar por integrantes de los grupos de ‘Cabuyo’, ‘Ramiro’ y el ‘Mocho’ que son algunos de los cabecillas de las estructuras ilegales”, explica un oficial del Gaula.

En boca de muchos se dice que hasta los candidatos a la alcaldía de Ituango han tenido que pagar extorsión, que son bastantes los que han caído en las llamadas, pero la Policía dice que sobre los candidatos no tienen denuncias. Lo que sí es un hecho, es que las extorsiones telefónicas no paran.

Andrés Buitrago* aprovecha que su negocio está solo para conversar con EL COLOMBIANO sobre lo que pasa con él y el de varios de sus colegas. Afirma que ya la situación estaba bien complicada como para tener que sumar el pago a los delincuentes.

“Este año me han llamado hasta dos veces por mes, se identifican como uno de los grupos de acá y me piden dinero, pero yo no les paro bolas”, afirma. Sin embargo, confiesa que es diferente cuando los mandan a citar en alguna vereda, “ahí la cosa es a otro precio”, asegura.

“Depende del negocio, piden hasta 100 millones de pesos anuales, lo que pasa es que muchos entran a negociar y llegan a un acuerdo. Si a mí me llegan a citar, me toca decirles que vengan por las sillas y mesas. Mi negocio a duras penas me da para sobrevivir”, añade el comerciante.

Arnolfo Rueda* logró reducir una extorsión de las disidencias de las Farc de 10 millones a un millón el año pasado, y aunque dice que este año no lo han llamado para la famosa reunión, si confirma que las llamadas extorsivas son pan de cada día, “pero yo ya estoy muy curtido como para creerle a esos. Uno va y se asesora con la Policía y nos damos cuenta que las llamadas vienen de otra ciudad”.

Sin embargo, para Rodolfo, el problema está en que ahora son tantos grupos ilegales los que están en el municipio que la confusión reina y por eso el riesgo es latente de que sí se trate de una real extorsión.

“Siempre será más fácil negociar con uno que con varios. Antes sabíamos que era el frente 18 de las Farc y pues tocaba negociar, ahora no sabemos nada”, argumenta.

Sobre las llamadas, el Gaula de la Policía Antioquia explica que los delincuentes que están en las diferentes cárceles tienen gente especializada en conseguir base de datos de los municipios e incluso hacen llamadas a las alcaldías en las que se hacen pasar por instituciones del Gobierno y piden teléfonos de asociaciones de comerciantes o de personas específicas.

“Así, poco a poco comienzan a obtener los teléfonos que necesitan. Es que tienen todo el tiempo del mundo metidos en una cárcel, además, hay gente desde afuera que ayuda con las bases de datos”, añaden desde la Policía.

Disputa de territorio

Entre enero y mayo de 2018, Ituango registró 29 homicidios, mientras que durante el mismo periodo de este año esa cifra llegó a 13, y aunque para las autoridades eso es una reducción digna de resaltar, muchos habitantes del lugar, especialmente los de la zona rural, dicen que no hay nada que celebrar.

Esto porque a parte de los muertos que sigue dejando el conflicto armado, aún experimentan la presencia de los diferentes grupos armados ilegales, que, con aerosol en mano, dejan su huella y presión en diferentes veredas.

Así ocurre en la vereda Paloblanco, ubicada a 25 minutos de la cabecera municipal. Allí el 2 de febrero de 2018, varias fachadas de casas e incluso de la escuela fueron pintadas por las disidencias de las Farc, pero hasta hace unos 15 días, los que llegaron fueron los del Clan del Golfo y pintaron varias paredes con las siglas Agc (Autodefensas Gaitanistas de Colombia), como se hacen conocer en la región.

“Cómo no tener miedo, si han llegado dos grupos diferentes en menos de un año a marcar las casas. Lo único que hizo el Ejército fue borrar esos letreros, uno lo único que hace es lo de siempre, estar callado y encerrarse cuando ve pasar a alguien armado”, dijo uno de los habitantes de Paloblanco quien pidió reserva de su identidad.

Este diario pudo constatar que las siglas Agc no solo están en Paloblanco, también sobre algunas vías, específicamente en la que comunica a la vereda Santa Lucía, donde se encuentra el Espacio Territorial de Capacitación, ETCR, de Farc, el mismo lugar donde se encuentran la mayoría de excombatientes del frente 18 de ese antiguo grupo guerrillero.

En el caserío de Santa Lucía, a menos de 100 metros del ETCR, la situación no es diferente. Allí también a principios de mayo, integrantes de disidencias del frente 18 rayaron casas, la escuela y realizaron varios disparos al aire, sin reacción del Ejército y Policía que mantienen dos bases para cuidar a los excombatientes, según relataron estos a EL COLOMBIANO.

“Los letreros nos dan sorpresa. Es muy difícil que la gente entienda que no se tratan de las mismas personas. Sí, acá estamos los excombatientes del frente 18, pero no tenemos nada que ver con la gente que tomó la decisión de seguir en armas y que de manera equívoca toman el nombre de disidencias del frente 18. Nosotros estamos cumpliendo con lo que se acordó”, afirma Jamis Valle Macías, excombatiente.

Para el general Juan Carlos Ramírez, comandante de la Séptima División del Ejército, lo ocurrido en Santa Lucía obedece a una estrategia de las disidencias para desorientar a las tropas y a la Inteligencia Militar.

Acepta que aunque se adelantan operaciones militares sostenidas en el territorio, “Ituango todavía está en estabilización, aún no podemos decir que está bien” y explica que la disputa del territorio está directamente relacionada con la cadena del narcotráfico, pues se convierte en un punto estratégico para el corredor que conecta al Bajo Cauca con Urabá y que es utilizado para el trafico de drogas.

“En Ituango tenemos en los límites con Peque un grupo del Clan del Golfo, al mando de alias “Bejuco”, con la intención de tomarse parte del municipio. En el centro y norte está las disidencias del 18 al mando de ‘Ramiro’ y el otro sector, el de Santa Rita, ya están los Caparros con alias Caín”, añadió el oficial.

Mientras las autoridades buscan la manera de frenar a los ilegales en su expansión por tierras de Ituango, los habitantes de este municipio siguen aferrándose a la esperanza de poder vivir en paz, sin embargo, por el momento, les toca aplicar lo que por décadas les enseñó el conflicto: sobrevivir.

101
veredas tiene el
municipio de Ituango según registros de la Alcaldía.
Infográfico

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