La preocupación ya es generalizada en Bogotá. La presencia de más de 1.500 indígenas en el Parque Nacional, donde están asentados desde hace 7 meses, ha derivado en duros choques con la Policía, siendo el más violento el que se registró en plena carrera Séptima en la noche de este miércoles.
Agentes del Esmad e indígenas se enfrentaron cuando, tras al menos tres horas de bloqueo de la arteria vial, la Policía recibió la orden de sacar a los manifestantes de la vía pública para permitir nuevamente la circulación de vehículos y de personas.
Tras un recorrido de Colprensa por la zona, se pudo constatar que la gresca –que incluyó actos vandálicos al comercio de la zona– terminó con un saldo de 24 miembros de la comunidad indígena heridos –entre ellos cinco menores de edad y tres mujeres embarazadas (que aún no se sabe por qué estaban en la zona del enfrentamiento)–, así como a 7 uniformados afectados.
Este reporte, además, fue confirmado por la Policía y por los voceros de las comunidades indígenas, quienes recordaron que en estos 7 meses de ‘toma’ del Parque Nacional –debido a las precarias condiciones en las que están pese a los llamados de la Alcaldía para moverse– han fallecido dos niños, sin contar con los que han resultado con algún síntoma de enfermedad.
Pero la situación de la noche del miércoles, que se registró después de que la alcaldesa Claudia López lograra un acuerdo con los más de 60.000 moteros que estaban en paro por diferentes calles –exigiendo el levantamiento de la restricción al parrillero–, estuvo precedida de un infructuoso intento de diálogo.
Los indígenas colocaron vallas en la mitad de la Séptima para realizar lo que llamaron “puntos de pedagogía y sensibilización”, los cuales tenían como objetivo “visibilizarnos porque llevamos siete meses acá ante el desinterés y la desidia”. Esto lo dijo el coordinador de las Autoridades Indígenas en Bakatá, Jairo Montañez.
Autoridades judiciales, por su parte, le dijeron a EL COLOMBIANO que se están revisando cámaras de seguridad del sector porque hay evidencia de que los indígenas rompieron vidrios de seis buses del sistema integrado de transporte público, de tres carros particulares, de una ambulancia y de establecimientos privados ubicados cerca del Parque Nacional.
El coronel Herbet Benavídes, subcomandante de la Policía de Bogotá, señaló que los manifestantes “utilizaron niños colocándolos como escudos humanos”. Agregó que los conductores que pasaban por el lugar “fueron amenazados e intimidados”.
“Nosotros no instrumentalizamos a los niños. Acá la gran masa poblacional es de niños y mujeres”, respondió Sandra Rosado, representante del pueblo Wayuu.
Sobre la participación de niñas y niñas en la protesta, la alcaldesa López que son actuaciones ilegales: “No solamente es inhumano y es injusto, es un delito con más de 10 años de cárcel”. Por eso, le pidió a la Fiscalía investigar.
En todo caso, las 536 familias indígenas que están en el Parque Nacional dicen que van a permanecer porque, a su juicio, es inviable regresar a sus tierras por cuenta de la violencia que las golpea y que pone en peligro sus vidas.