Nydia Quintero de Balcázar falleció en la madrugada de este lunes en una habitación de la Clínica Santa Fe de Bogotá. Tenía 93 años y fue, quizás, una de las mujeres más influyentes del último medio siglo en Colombia.
Fue un símbolo de unidad y vocación de servicio. Creó y estuvo al frente por 41 años de la Fundación Solidaridad por Colombia, una organización sin ánimo de lucro dedicada a ayudar a damnificados y personas en condición de vulnerabilidad, y le cumplió el sueño a miles de jóvenes de ingresar a una Universidad.
El viernes por la tarde a Miguel Uribe Turbay –nieto de la señora Nydia y precandidato presidencial por el Centro Democrático– lo llevaron por quinta vez al quirófano desde que intentaron asesinarlo. Mientras esa cirugía avanzaba, a doña Nydia Quintero tuvieron que llevarla de urgencia a la misma clínica: tenía una afección respiratoria.
Durante sus últimos días habló poco y, por sus quebrantos de salud, tenía que ser asistida todo el tiempo por un equipo médico. Falleció en el mismo centro asistencial donde los médicos trabajan por el milagro de la recuperación de su nieto y líder opositor.
“Mamita... vuela alto y en paz. Hoy el cielo recibe a una gigante: la dama de la solidaridad. Gracias por ser mi mamá de la vida, mi refugio cuando perdí a la mía”, escribió María Carolina Hoyos, su nieta, hermana de Miguel Uribe y quien desde 2016 asumió las riendas de la Fundación Solidaridad por Colombia.
El cuerpo de la señora permanecerá en cámara ardiente hasta este 2 de julio en el Capitolio Nacional. Luego, será llevada hasta la Catedral Primada de Bogotá, donde le harán la misa de exequias.
El fallecimiento de Quintero provocó reacciones de todas las orillas políticas, dado que fue la primera dama del presidente Julio César Turbay Ayala (1978-1982); pero antes de su paso por la Casa de Nariño, sus labores ya eran reconocidas.
Así nació el espíritu de la Solidaridad por Colombia
“Durante años, y sin descanso, lideró una causa que llegó a los rincones más olvidados del país. Su voz fue inspiración, su mirada fue guía, su ternura fue abrigo. A ella no la llamaban presidenta, ni directora, ni líder. Sus beneficiarios la llamaban con un nombre que lo decía todo: Mamá Nydia”, recordó la Fundación Solidaridad por Colombia en un comunicado.
Nydia Quintero nació el 22 de octubre de 1931 en la ciudad de Neiva (Huila). Cuando era todavía una niña y estudiaba en el colegio La Presentación, empezó a involucrarse en labores humanitarias.
Su mamá, Adhalía Turbay Ayala, la llevaba a entregar ayudas a los damnificados cuando el río provocaba inundaciones, entregaban mercados o iban a visitar enfermos para brindarles consuelo.
El contexto político también la atravesó. El 9 de abril de 1948 estaba en la capital y recibía clases de ballet bajo la dirección de un profesor ruso en el Teatro Colón, en pleno centro de Bogotá. Tenía 16 años y presenció las revueltas que provocó el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán.
“Fuimos a la puerta y vimos bajar, por la calle diez, verdaderas hordas de gente enfurecida agitando trapos rojos. Como no había transporte nos tocó salir a pie, observando cómo quemaban los tranvías y a la gente subiéndose a los postes para bajar las banderas que se habían puesto allí con motivo de la Conferencia Panamericana. Finalmente, el colegio pudo mandarnos en un camión, con un trapo rojo amarrado para que no nos atacaran”, recordó la señora Nydia.
Tres meses después del Bogotazo –el 1 de julio de 1948– se casó con Julio César Turbay Ayala, un político liberal que para entonces tenía 32 años y que, por demás, era su tío.
De ese matrimonio nacieron cuatro hijos: Julio César, Diana Consuelo, Claudia y María Victoria.
La carrera política de Turbay Ayala venía en ascenso y las labores filantrópicas de la señora Nydia también tomaron fuerza.
En 1975, junto a su hija Diana, crearon las bases de lo que en 1979 se denominó Fundación Solidaridad por Colombia.
Diana y Nydia empezaron a trabajar por la niñez y las familias de escasos recursos: brindaban nutrición, educación y ayudas a las personas damnificadas.
Cuando Turbay Ayala se hizo con la banda presidencial, la designó como directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Desde ahí impulsó un proyecto ante el Congreso para ampliar la atención a la población menor de los 7 a los 16 años.
“Ella era demasiado para su carácter resuelto y apasionado, y de una sensibilidad casi clarividente”, fue la descripción que hizo el Nobel Gabriel García Márquez sobre la señora Nydia en Noticia de un secuestro.
Prueba de ello, es que en la madrugada del 12 de diciembre de 1979 se registró un terremoto de magnitud 8.1 que provocó un tsunami sobre la costa del municipio de Tumaco (Nariño). El recuento oficial dice que 454 personas murieron y más de 1.000 resultaron heridas.
Doña Nydia, quien ya ostentaba la dignidad de primera dama, viajó en varias ocasiones al lugar de la emergencia y, cada que aterrizaba, se encontraba con dos niños huérfanos. Decidió adoptarlos y los llevó a vivir con ella a la Casa de Nariño. Con uno de ellos, Johnny Fernando, desarrolló un vínculo más estrecho: en algunas entrevistas se refirió a la hija de él como “mi nieta adoptiva”.
Sus labores de primera dama las alternó con su Fundación.En 1981 organizó la primer Caminata de la Solidaridad por Colombia: asistió el elenco del El Chavo del 8. Desde entonces, ese es un evento anual que se realiza el último domingo de agosto en Bogotá y que tiene como principal objetivo fomentar la solidaridad y recolectar fondos para la misionalidad de su Fundación.
En 1983 el matrimonio presidencial se rompió. Abogados del presidente Turbay acudieron a los tribunales eclesiásticos para pedir la anulación del matrimonio: alegaron consanguinidad. La respuesta del Vaticano llegó tres años después. Lo anularon.
En 1986 se volvió a enamorar y se casó con otro político: Gustavo Balcázar Monzón, también militante liberal del Valle del Cauca.
La noticia de un secuestro
“El momento más doloroso, en que yo sentí trauma en mi vida fue el secuestro y muerte de mi hija Diana. Yo soy muy creyente, pero cuando ella murió pensé que se me acababa todo. Aún así, la violencia en el país es un estímulo para vivir más, para nosotros los que tenemos la vocación de servir a quienes más lo necesitan”, fueron las palabras de doña Nydia Quintero en entrevista publicada en ELCOLOMBIANO el 31 de agosto de 2003.
Es que como miles de familias, los Turbay han sufrido en carne propia los estragos de una violencia que muta y se recicla.
La periodista Diana Turbay, hija de doña Nydia y madre de Miguel, fue asesinada en enero de 1991 en medio de una operación de rescate en Copacabana (Antioquia).
La mujer fue arrastrada con engaños. Le prometieron una entrevista exclusiva con el cura Manuel Pérez, entonces máximo cabecilla del Eln. En realidad fue secuestrada por hombres bajo las órdenes del narco Pablo Escobar.
“Hoy es domingo 2 de diciembre (1990). Estoy agotada, siento dolores que ya no solamente son del alma, sino que también me duele todo el cuerpo. Estoy casi vencida, pues no entiendo qué está pasando. ¿Por qué seguimos secuestrados? No podemos salir de la pieza, no hay ventilación, se me quita el apetito. Entre ayer y hoy no he podido comer. Siento que esto se parece más a una cárcel. No sé si estoy excesivamente pesimista; sé que hay que hacer un esfuerzo por levantar el ánimo, pero aunque lo quiera así, me cuesta trabajo, siento ganas de llorar a todas horas. Las propagandas con niñitos me están recordando que no estoy con mis hijos. Es como si no tuviera derecho a sosegarme”, escribió Diana en uno de sus diarios de cautiverio.
Permaneció secuestrada cinco meses y 130 hombres del Cuerpo Élite de la Policía fueron desplegados para intentar rescatarla. Al llegar, se encontraron con 15 hombres armados que dispararon a quemarropa contra los rehenes. Diana Turbay cayó al suelo con graves heridas, fue trasladada de urgencia a un centro médico, pero falleció horas después. Era el 25 de enero de 1991.
A doña Nydia el duelo no se le fue. Dejó de bailar y empezó a usar atuendos oscuros. Sacó fuerzas para acoger y criar a sus nietos Miguel Uribe y María Carolina Hoyos.
Miguel apenas tenía 5 años cuando mataron a su mamá. Quedaron las imágenes del niño, al pie del ataúd, mientras doña Nydia lo arrullaba y lo calmaba.
“Crecí con un dolor que muy rápido se empezó a curar, por un lado, tuve la oportunidad de vivir con mi abuela. Mi abuela es absolutamente ejemplar, además de que es una mujer solidaria, generosa, amorosa, cree en Dios, tiene una fe absoluta y yo vi el proceso de perdón de mi abuela y eso para mí fue revelador”, había recordado Miguel Uribe.
La violencia que se repite
El 7 de junio pasado, una hora antes de que un sicario de 15 años accionara una pistola Glock 9 m.m. contra la humanidad del senador de 39 años, doña Nydia interrumpió su silencio:
“Miguel”, dijo la señora desde su cama. Eran las 4:30 de la tarde de ese sábado. “Por favor, hay que ponerle un pañuelo blanco en la cabeza a Miguel”. Fue la indicación que alcanzó a escuchar la enfermera que la acompañaba.
Sobre las 5:30 de la tarde Uribe Turbay participaba de un mitin político en el barrio Modelia de Bogotá. Entregaba sus propuestas en temas de salud mental cuando se escucharon las detonaciones. Desde entonces las autoridades han dado con la captura de 4 aparentes responsables materiales del crimen y todavía continúan en la búsqueda de los autores intelectuales.
“Quisiera creer que mi abuela no se da cuenta de lo que está pasando, le pido a Dios que mi abuela no entienda esta noticia y no participe de esto porque sería devastador”, había dicho Hoyos.
Camilo Rojas, amigo de la familia y asesor político, le relató a este diario que doña Nydia amaba profundamente a todos sus nietos.
“Pero con Miguel era especial, él vivió con ella, lo levantaba para ir al colegio, le daba el desayuno. Un hijo más. Sentía adoración por Miguel”, dijo.
Uribe Turbay completó 23 días en una Unidad de Cuidados Intensivos, le han realizado cinco cirugías y su abuela fue a morir justo en el mismo centro asistencial donde es atendido.
“Dale un abrazo a mi mamá. Qué consuelo saber que ahora están juntas Diana y tú. Dos almas unidas, dos guardianas desde el cielo, intercediendo por el milagro de mi hermano Miguel. Intercede para que llegue pronto, completo, perfecto. Estamos esperando este milagro con la fe intacta”, puntualizó Hoyos, la hermana de Miguel.