Desde que se documenta la historia, la guerra no solo ha tenido a los hombres como principales protagonistas en los campos de batalla. Los animales, específicamente los perros, también han luchado y sacrificado sus vidas para ayudar a desequilibrar la balanza de los innumerables conflictos en los que han participado.
La confianza ha sido tal, que en muchos ejércitos y cuerpos de policía de todo el mundo los encargados de la seguridad, o de determinadas operaciones, siempre son los amigos de las cuatro patas.
El conflicto que vive Colombia hace más de medio siglo no es la excepción, actualmente la gran mayoría de grupos armados, legales o ilegales, tienen en sus filas cientos de caninos con diferentes roles, los cuales sin importar la causa o el objetivo por el que luchan los hombres, siempre están dispuestos a obedecer a sus amos.
Los diferentes métodos utilizados en la guerra que vive el país, obligó a que las fuerzas del Estado entrenaran a sus perros en diferentes especialidades para desplegarlos en los distintos escenarios.
Tanto las Fuerzas Armadas, como la Fiscalía y la Policía, tienen unidades caninas expertas en la detección de explosivos, narcóticos y otras sustancias ilegales; muchos de esos animales se encuentran en las selvas con el Ejército, evitando que soldados y civiles caigan en campos minados por la guerrilla.
Por su parte, los grupos armados ilegales, como los subversivos o bandas criminales, también usan diferentes razas para sus actividades. La más común es la de vigilancia de campamentos, para advertir cualquier movimiento ajeno o sospechoso a cualquier hora del día.
Cuatro historias, cada una de un bando diferente, es lo que muestra este artículo. Los protagonistas del relato se encuentran en diferentes partes del país, inmersos en un conflicto y guiados por sus amos o guías con ideologías diferentes; sin embargo, como amigos fieles, siempre están dispuestos para seguir órdenes, sin estar conscientes, o bien sin importar las consecuencias.