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Una Carta que no fue de batalla, pero que sí costó sangre

  • El asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán, el 18 de agosto de 1989, agudizó la crisis del país. FOTO josé herchel
    El asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán, el 18 de agosto de 1989, agudizó la crisis del país. FOTO josé herchel
03 de julio de 2016
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En las clases de Derecho Constitucional de las universidades colombianas es muy popular un libro del profesor Hernando Valencia Villa llamado ‘Cartas de batalla: una crítica del constitucionalismo colombiano’ (1987).

Su tesis central es que las múltiples constituciones que tuvo Colombia durante el siglo XIX fueron producto de la imposición de los vencedores sobre los vencidos, después de una guerra civil. Con la Constitución de 1991 se rompe este paradigma histórico.

Según el profesor Alejandro Cortés, investigador del Centro de Análisis Política de la Universidad Eafit, la Carta actual no fue una imposición sino producto de diálogo y debate entre miembros de distintos bandos. Fue una Constituyente pluralista y no dominó el partido de Gobierno, que era el Liberal.

Esa multiplicidad de voces es resumido por Julieta Lemaitre Ripoll, investigadora de la Universidad de Los Andes, en uno de sus textos sobre historia del proceso constituyente de 1991 cuando expresó que el proceso produjo una Constitución que tenía el corazón a la izquierda porque era social demócrata en derechos sociales, libertades públicas y participación popular, pero con el bolsillo a la derecha, porque liberó la institución de la economía, permitió procesos de privatización y la realización de políticas relacionadas con el Consenso de Washington.

Crisis, una oportunidad

Si bien no hubo una guerra civil que antecediera la Constitución, la crisis institucional que generó el narcotráfico, el paramilitarismo y el accionar guerrillero, sí fue para Cortés el elemento motivador, porque sin esa oleada de violencia quizá no se hubieran generado inquietudes entre los universitarios, no se habría creado la Séptima Papeleta y, lo más probable, tampoco se hubiera convocado a una Asamblea Constituyente.

Entre la posesión de Virgilio Barco en 1986 y la elección de César Gaviria en 1990 hubo en Colombia 19 carros bomba que dejaron 300 víctimas, hubo 200 policías asesinados por sicarios, 125 atentados de las guerrillas contra el oleoducto Caño Limón - Coveñas, y para completar fueron asesinados cuatro candidatos presidenciales, algo sin antecedentes en ningún país del mundo: Jaime Pardo Leal (UP), Bernardo Jaramillo Ossa (UP), Carlos Pizarro (AD-M19) y Luis Carlos Galán (PL).

Para Isabel Cristina Jaramillo, investigadora de la Universidad de Los Andes, desde la teoría legal lo que pasó fue que la Constitución permitió hacer el tránsito hacia la constitucionalización del derecho y montarnos a la tercera ola de globalización a la que se ha referido Duncan Kennedy.

“Ese ‘campo de batalla’ sigue existiendo pero los significados se han vuelto más densos y complejos con la intervención de la Corte Constitucional. Creo que los progresistas han ganado más batallas en los temas de derechos pero han perdido las batallas más orgánicas. Por ejemplo, no hemos avanzado casi nada en el asunto territorial y a eso le había apostado mucho el grupo de Orlando Fals Borda”.

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