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Lo que no se vio del encuentro entre el presidente Petro y los empresarios antioqueños

El encuentro fue el jueves en el Museo de Antioquia. Estas son las intimidades de una reunión que tardó siete meses en darse.

  • En el Salón del Concejo, del Antiguo Palacio Municipal, presidido por un sobrecogedor mural de Pedro Nel Gómez. Abajo la reunión privada con la junta directiva de Proantioquia. FOTOS Cortesía
    En el Salón del Concejo, del Antiguo Palacio Municipal, presidido por un sobrecogedor mural de Pedro Nel Gómez. Abajo la reunión privada con la junta directiva de Proantioquia. FOTOS Cortesía
  • Luego de la rendición de cuentas, Petro tuvo un encuentro privado con el empresariado antioqueño. FOTO: Cortesía.
    Luego de la rendición de cuentas, Petro tuvo un encuentro privado con el empresariado antioqueño. FOTO: Cortesía.
18 de marzo de 2023
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El encuentro del presidente Gustavo Petro y los empresarios afiliados a Proantioquia estuvo lleno de símbolos. El primero, el lugar en el cual se llevó a cabo –el Museo de Antioquia–, que por estos días está en el centro de una puja entre la comunidad y la Alcaldía de Medellín por la decisión de cerrar la Plaza Botero. Sin duda, tener la asamblea anual de Proantioquia en ese sitio era un mensaje del empresariado en solidaridad con la difícil situación que ha vivido el Museo en los últimos tres años.

El segundo símbolo fue la no presencia del alcalde de Medellín, Daniel Quintero, en este evento. Según pudo conocer EL COLOMBIANO, desde el momento en que estaban organizando la agenda, entre Presidencia y Proantioquia había quedado claro que el Alcalde no iba a ser invitado. Sin duda, el trato que les ha dado el mandatario a los empresarios –como se recordará los ha tildado de ser una “mafia”–, no lo hacía bienvenido en el lugar.

Sin embargo, en la mañana del jueves (el encuentro iba a ser a las 3 de la tarde) llegó al Museo de Antioquia la avanzada de seguridad del alcalde Quintero. Pero el equipo de seguridad del Presidente de inmediato les informó que no era necesario, porque el Alcalde no iba a participar del evento.

Tal vez el alcalde se sintió provocado a asistir luego de que en redes sociales periodistas como Lucas Pombo advertían a primera hora de esa mañana en Twitter: “El presidente @petrogustavo se reunirá hoy con los empresarios del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), en el marco de la asamblea de Proantioquia. ¿Qué pensará el alcalde @QuinteroCalle?”.

A pesar de todo el esfuerzo que ha hecho Quintero por subirse en el bus del Gobierno, el presidente Petro lo ha mantenido a prudente distancia. El Alcalde solo ha ganado terreno con el mandatario –al menos ha logrado que lo atienda– recientemente con sus ofertas de reducir las tarifas de energía de EPM, promesa que se diluyó en cuestión de días.

Para evitar generar un mayor malestar, los organizadores decidieron pedirle al gobernador Aníbal Gaviria que no asistiera, apesar de que había sido previamente invitado. Y como Gaviria tenía una cumbre de gobernadores en Armenia, no tuvo inconveniente en no asistir.

Los invitados fueron llegando uno a uno hacia la 1:30 de la tarde para presenciar primero la Asamblea de Proantioquia y luego empalmar con el conversatorio con Petro. Estaban invitados los presidentes de las 63 empresas afiliadas a Proantioquia, y cerca de 100 personas más entre firmantes de paz de Dabeiba, jóvenes de programas de líderes, mujeres emprendedoras y profesores.

A las 3 todo estaba listo para recibir al Presidente y su delegación. Las sillas del salón del Concejo se llenaron. Se anunció que el mandatario no había despegado de Bogotá, y los presentes se lo tomaron con calma. Tal vez porque para nadie es un secreto la costumbre del gobernante de llegar tarde a sus compromisos.

Antioquia aporta más del 15% al PIB del país, y allí estaban esperando, con una buena dosis de estoicismo y sin ningún aspaviento, una significativa representación de lo que la prensa bogotana llama ‘cacaos’.

Estaban sentados, en esas sillas incómodas que suelen tener los teatros antiguos, los presidentes de Argos, Jorge Mario Velásquez; de Postobón, Miguel Escobar; de Nutresa, Carlos Ignacio Gallego; del grupo Corbeta, Manuel Santiago Mejía; del Grupo Bios, Santiago Piedrahíta; de Conconcreto, Juan Luis Aristizabal; de TCC, Josefina Agudelo; de Haceb, Santiago Londoño; de Cadena, Juan Manuel del Corral; de Comfama, David Escobar; y de la Cámara de Comercio, Lina Vélez; por mencionar solo algunos. Para mitigar la espera algunos se concentraron en sus celulares, otros recorrieron la exposición de las láminas de la Expedición Botánica que por primera vez están expuestas en Medellín, y en general se dedicaron a conversar.

Poco antes de las 5 llegó Petro. La lluvia que arreciaba en la ciudad no permitió que el avión presidencial aterrizara en el aeropuerto Olaya Herrera. Varios de los presentes apreciaron el gesto de llegar en esas circunstancias. Y también reconocieron el gesto de cumplirles a pesar de que a las 6 de la tarde lo estaban esperando en Bogotá para presentar y radicar la reforma laboral, una de sus apuestas clave.

El Presidente entró al recinto. Todos se pusieron de pie en un silencio entre solemne y perturbador, hasta que comenzó un aplauso tímido en alguna parte del salón que contagió al resto y distensionó su arribo.

Petro solo saludó de mano a tres de los miembros de su gobierno que no habían viajado con él: los ministros de Comercio y Transporte, y el viceministro de Hacienda. Y se dirigió raudo, sin mirar al público ni a los empresarios, ni hacer gesto alguno de saludo, a la silla dispuesta para él en el escenario. Mientras tanto se acomodaron entre el público su jefa de gabinete, Laura Sarabia; y sus dos asesores económicos Juan Fernández y César Ferrari. El ambiente estaba algo denso.

La importancia de la reunión no era poca. Desde la llegada de Petro a la Casa de Nariño, hace siete meses, era la primera vez que tenía un encuentro con los empresarios paisas. Algunos habían sido invitados al conversatorio en octubre con la economista de moda Mariana Mazzucato. Y pare de contar.

Luego de la rendición de cuentas, Petro tuvo un encuentro privado con el empresariado antioqueño. FOTO: Cortesía.
Luego de la rendición de cuentas, Petro tuvo un encuentro privado con el empresariado antioqueño. FOTO: Cortesía.

Una reunión, que suele ser protocolaria, no habría tenido tanta trascendencia tal vez si se tratara de otro presidente. En este caso las prevenciones de lado y lado han aflorado en diferentes momentos. En general, Petro ha tenido posturas antiempresariales –así en su discurso de posesión y en otras ocasiones corrija diciendo que es partidario del capitalismo–, y de otro lado, Antioquia siempre ha sido la plaza más dura en materia de elecciones para Petro.

La presidenta de Proantioquia, María Bibiana Botero, quien lucía una camiseta blanca estampada con la frase “Poder para servir”, tomó la palabra. Sus palabras fueron generosas. “Señor Presidente, bienvenido. Este es un punto de encuentro, apertura y escucha”.

Dedicó un par de párrafos a mencionar que el lugar de la reunión era la Sala del Concejo porque allí, cuando el hoy Museo de Antioquia era el Palacio Municipal, se solían discutir “los problemas y las soluciones públicas de nuestra ciudad”.

El presidente Petro aprovechó para darse vuelta y darle una ojeada al sobrecogedor mural de Pedro Nel Gómez que preside la sala. Petro no lo conocía, dijo que era la primera vez en este recinto. Si lo conociera de antemano, ese fresco, dibujado 90 años atrás, le habría dado mucho que decir en su discurso.

El mural se llama La República, lo pintó Pedro Nel Gómez en 1936. En ese entonces, como ahora, en el continente los llamados “comunistas” y los “liberales” se unieron y eligieron gobiernos de corte populista como el de Lázaro Cárdenas, en México, y el de Alfonso López Pumarejo, en Colombia. En ese entonces, con López, como ahora con Petro, por primera vez llegaba al poder un presidente en alianza con grupos sindicales y agrarios que le apostaron a la gran reforma social.

López les pidió a los artistas que crearan obras “con las cuales se pudiera educar, sensibilizar y crear conciencia histórica”. Y precisamente en este mural Pedro Nel hizo todo tipo de alegorías, desde a la lucha de clases hasta a los mineros que aparecen con pancartas en las que se lee “La conquista del subsuelo, la obra para este siglo”, o “2.500 capas de subsuelo minero ya no pertenecen a la República”, como si fuera el bajo Cauca de hoy.

Volviendo a la reunión, María Bibiana Botero y luego Jorge Mario Velásquez, como presidente de la Junta Directiva de Proantioquia, hicieron énfasis en ofrecer toda la colaboración al Gobierno de Petro, destacando que entre las dos partes hay coincidencias en temas como la ruralidad, los programas sociales, la inclusión y la equidad.

“Me dirijo a ustedes en nombre de una organización que representa el espíritu de un empresariado antioqueño que siempre ha trabajado con la vocación de construir una mejor sociedad para todos”, fue lo primero que dijo Velásquez.

Y luego hizo una referencia histórica que bien podría interpretar (o tal vez interpelar) a Petro: “La historia del empresariado antioqueño es una historia de lucha y progreso por medio de la cooperación. Mientras la economía de otras regiones del país durante el siglo XIX era dominada por un modelo basado en la tenencia de la tierra, la colonización antioqueña dio como resultado un modelo de desarrollo económico muy diferente: primó la creación de la pequeña propiedad campesina, se priorizó el bienestar de los trabajadores y se buscó, ante todo, la asociación de pequeños capitales financieros que dieron como resultado empresas y un capital social que de manera simbiótica resultó siendo mayor que la suma inicial de sus partes”.

Con un tono evidentemente amable, Proantioquia parecía decirle al presidente Petro, aquí los empresarios paisas estamos trabajando por los campesinos y por los obreros, como tal vez no se ha hecho en el país, desde hace 50 años.

La única petición que hizo Velásquez en su discurso, “respetuosamente”, fue que mantuviera la junta directiva del Metro como hasta ahora lo ha hecho.

Petro tomó la palabra, también en un tono muy cordial. Y planteó de entrada: “El diálogo está abierto. El diálogo seguido de la acción sirve para transformar. Y creo que es el mensaje que dejaron las anteriores elecciones: una sociedad unánime es una sociedad muerta. Queremos que sea una sociedad que se mueva, una sociedad viva”.

Pero sobre todo hizo énfasis, durante los 25 minutos de su discurso, en la necesidad de transformar y en particular en la necesidad de lo que llamó cambio de modelo económico.

Petro explicó que en vista de que en los acuerdos con las Farc el entonces presidente Juan Manuel Santos había puesto una línea roja para que no se tocara el modelo económico, él propuso ante los empresarios paisas reabrir esa conversación para hacer un “cambio de modelo económico”.

En realidad, la expresión resultó ser grandilocuente. Como el mismo Petro explicó no busca propósitos socialistas (“lo que hemos propuesto no es el socialismo en su versión clásica”), sino que el “cambio” que propone es “industrializar al país”.

“No nos hemos industrializado, hay balbuceos, hay esfuerzos, Medellín y el Valle de Aburrá hicieron crecer una industria importante. Hoy no existe ninguna propuesta de industrialización, nosotros queremos volverla a plantear”, aseguró el Presidente en el mismo tono pausado y arrastrado que lo caracteriza.

Puntualizó que la industrialización que ofrece pone por delante las energías limpias, la agricultura y el conocimiento intensivo del complejo informático. Lo cual además “como ustedes lo han dicho en su video no se hace desde el Estado ni tampoco se hace sin el Estado”.

“Si sobre estos temas podemos seguir dialogando, bienvenido el diálogo”, concluyó el Presidente, ante un público que como tal vez pocos otros en el país ha tratado de poner en práctica todo lo que Petro presentó como su propuesta de cambio de modelo económico.

Luego sostuvo durante 15 minutos una reunión privada con nueve de los once miembros de la Junta de Proantioquia, y salió raudo porque desde las 6 de la tarde lo estaban esperando en la Plaza de Bolívar de Bogotá para presentar y radicar en el Congreso la reforma laboral, una de sus reformas bandera.

Para terminar, dos últimos datos sobre la historia del mural de Pedro Nel Gómez. Uno, que la alianza que hizo Alfonso López Pumarejo para llegar al Gobierno, dicen los historiadores, “fue muy frágil y no logró sobrevivir mucho tiempo”.

Y dos: que Pedro Nel en un segmento del mural pintó ‘El combate sin armas’, que –según él mismo dijo después– interpretaba lo que se podía venir si no se resolvían los problemas de la República. “Era un aviso doloroso y anticipado de la Violencia, que entristeció después profundamente a nuestra patria”, dicen que dijo Pedro Nel.

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