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La reforma a la salud se convirtió en la propuesta de Gobierno que más debate genera en torno al presidente Gustavo Petro y a sus alfiles en el sector salud. Tanto críticos como aliados de la reforma echan mano de estudios, cifras y escalafones para elogiar o atacar al sistema de salud. Así como lo hizo recientemente el mandatario, quien sacó la conclusión errónea de que Colombia ocupó el puesto 74 en cuanto al índice de atención médica en el mundo, cuando en realidad el estudio de la revista Ceoworld señalaba que el puesto era el 35.
En medio de este cruce de datos, la voz del investigador del Laboratorio de Innovación en Sistemas de Salud de la Universidad de Harvard, catedrático de la Universidad de los Andres y pasante en la Organización Mundial de la Salud, Johnattan García, toma relevancia. En entrevista con EL COLOMBIANO habló de ese proyecto que ha estado a punto de hundirse, así como de las fortalezas del sistema y las mediciones internacionales que dejan al país bien parado.
¿Cómo resumiría el manejo del sistema de salud?
El sistema de salud colombiano tiene tres funciones. Buscar que se prestan servicios de salud, directamente con el Estado o con privados; encontrar suficientes recursos para poder financiar esas intervenciones en salud y sus servicios; y, finalmente, administrar esos recursos para que se presten los servicios.
En el caso de Colombia, tenemos esas tres categorías distribuidas en la Administradora de los Recursos de la Salud (Adres), que recoge el dinero; en las entidades promotoras de salud (EPS), que hacen la gestión de esos recursos porque los reciben y los distribuyen entre los prestadores; y en las instituciones prestadoras de salud (IPS), que brindan los servicios.
¿De qué fuentes se financia?
De dos grandes fuentes: las contribuciones que hacen los empleados formales y los impuestos. Hoy, la mayoría está en los impuestos, pero tenemos una proporción grande de aportes que hacen los trabajadores.
La protección financiera es un aspecto destacado. ¿A qué se debe ese logro?
Se debe a que desde 1993, con la Ley 100, se creó un sistema con una sola bolsa de recursos y eso es algo que muchos países quieren hacer, pero es difícil de lograr. Antes había diferentes bolsas, como la del Seguro Social, donde había plata y se hacían contribuciones, pero solamente atendían a quienes participaran en ese sistema o empresas que tenían un seguro privado.
Lo que hicimos fue coger todos los recursos y sumarlos en una gran bolsa y así cubrir a toda la población. Hay países que lo han intentado, pero es difícil porque para recoger todo el dinero se necesita un sector de trabajadores formales que brinden recursos y un Estado que sea fuerte económicamente.
¿Qué otros países han intentado emular el modelo colombiano?
No es un modelo colombiano, más bien es uno global en el que se busca que todas las personas tengan algún tipo de cobertura, que es lo que la Organización Mundial de la Salud ha llamado la cobertura universal. Colombia ha avanzado muchísimo hacia allá y muchos países de ingresos medios han avanzado a ese nivel. A nivel latinoamericano tenemos diferentes modelos que le apuntan a eso, como en Argentina o en Brasil, que son modelos públicos que cubren a la mayoría de la población y hay otros países que están un poquito más quedados. Como en México, en donde tienen un seguro para los empleados formales y uno para los empleados del Estado, pero quienes no tienen ningún tipo de seguro están desamparados.
¿Hay manera de medir a los sistemas del mundo?
Medirlos es difícil porque existen muchísimas variables. El problema ahí es elegir las variables para poder comparar, así como que no todos los países tienen la misma información o no la tienen actualizada. Eso hace que las comparaciones sean complicadas, porque los investigadores tendrán que construir una metodología que difícilmente podrá expresar la totalidad de los datos.
Lo que se ha hecho es buscar formas de estandarizar la información y que tengamos algún grado de comparación. El mayor avance en esa estrategia ha sido un ejercicio del Instituto de Métricas en Salud y Evaluación de Washington, Estados Unidos: les pide a investigadores de todos los países que les presenten información sobre datos de mortalidad por diferentes causas de muerte. Así agrupan la información y sobre esos datos empiezan a hacer cálculos sobre cómo está la mortalidad.
Uno de esos fue el que compartió el presidente Gustavo Petro en su Twitter...
Ese mostraba que Colombia ocupa el puesto 80 en el mundo, porque ese era el resultado de un índice que crearon estos investigadores y que llamaron el “índice de acceso y calidad”. En ese caso, lo que hizo The Lancet fue tomar 32 causas de muerte y estudiar cómo está la mortalidad por esas causas.
¿Cómo está el sistema colombiano en esos índices?
El país mostró que estaba bien en la mayoría de aspectos, pero también tenía unos problemas de rezago. Más allá de cómo estamos, una de las cosas importantes que muestra ese estudio es cómo ha evolucionado el sistema desde el año 2000 hasta el 2016, que fue el último año que utilizaron. Ese avance me parece que es mucho más importante para mostrar cómo estamos, porque lo que queremos es saber cómo avanzamos en el tiempo y si el sistema está mejorando o no y qué tan rápido mejorar. Ese estudio lo que señala es que, de los 32 indicadores, Colombia mejoró en 28.
Si miramos el caso colombiano, la mayoría de resultados positivos fue en enfermedades relacionadas con vacunación, pero no nos va tan bien en el cáncer, en lo que tiene que ver con leucemia y linfoma, en donde al país le fue mal.
¿Cuál cree que es el aspecto más valioso del sistema actual?
Los sistemas de salud tienen prioridades en diferentes momentos de su vida. Colombia ya hizo una tarea muy importante que otros países con economías parecidas a la nuestra tal vez no han logrado tanto: la protección financiera. Lo que sigue es avanzar hacia un modelo de calidad en el que podamos crear valor. Es la idea de que toda la inversión en salud tiene que generar el mayor beneficio posible y eso es algo que hoy no tenemos, porque tenemos una estructura en donde simplemente pagamos a las EPS por ofrecer servicios, pero la calidad no hace parte de esa estructura de pagos.
¿Cree que la reforma a la salud del Gobierno ataca esos problemas a mejorar?
Parcialmente. Una cosa que hace esta reforma es un esfuerzo por cerrar las brechas en las zonas rurales dispersas y asegurarse que cada población tenga acceso a un centro de atención primaria. Es una apuesta importante para cerrar esa brecha. En eso creo que avanzamos un poco, pero no avanzamos nada y nos arriesgamos a ir hacia atrás en los temas de calidad si se elimina esa tarea del administrador de los recursos de salud, es decir, de ese intermediario que todos los países tienen porque es necesario. El que recoge la plata no puede hacerlo todo. Eliminar las EPS elimina ese rol importante de asegurarse de que los recursos se inviertan en lo que se necesitan.
¿Cómo cree que avanza el debate de esa reforma en el Congreso?
Partimos de un mal diagnóstico, entonces hay problemas que tenemos y reconocemos, pero parece que tienen mucho protagonismo que otros más importantes. Esa asimetría en reconocer lo que hacemos bien y lo hacemos mal, no contribuye a un debate que promueva una reforma que sirva para mejorar los problemas que tenemos. Es una situación en la que el Gobierno no tiene una visión abierta a otro tipo de interpretaciones y eso hace que el debate sea bastante antagónico y fuerte entre todos los actores.
Periodista con cinco años de experiencia en medios de comunicación.