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Como Malala Yousafzai, la premio nobel de paz pakistaní atacada por talibanes, algunas personas se tienen que someter a cirugías para reconstruir su cráneo. En su caso, recibió un disparo en la cabeza cuando salía del colegio, con apenas 16 años.
Una caída de una gran altura, un edema cerebral hemisférico o un trauma craneoencefálico a causa de una coalisión en carretera son otros de de los accidentes que han llevado a los pacientes ha ser intervenidos por Smartbone. Así se llama esta spin off paisa, como se le conoce a las iniciativas empresariales promovidas por miembros de una comunidad universitaria, que más que comercializar productos hace ciencia.
Esta desarrollo de las universidades Eafit y Ces surgió a partir de los resultados del Grupo de Investigación en Bioingeniería (GIB) y se enfoca en el diseño y creación de implantes craneales a la medida para el mercado de dispositivos cráneo-maxilofaciales. Sus implantes son obtenidos uno a uno en función de las necesidades de cada paciente, empleando software de ingeniería, diseño y manufactura asistidos por computador.
De esta manera, los afectados pueden reemplazar parte del hueso que protege el cerebro y además ahorrarse dinero por la importación de implantes desde países como Estados Unidos, donde se fabrica el 85 % de estas piezas a nivel mundial.
Según Luisa Fernanda Macía, coordinadora de Smartbone, los costos para los pacientes se reducen un tercio, en comparación con el valor que tendrían si los tuvieran que importar.
De allí radica la importancia de sacar la ciencia del laboratorio para solucionar problemas locales.
“Algunos proyectos universitarios se quedan en la teoría, pero el modelo de relacionamiento universidad-empresa-Estado, en nuestro caso ha funcionado muy bien, los investigadores siguen en el laboratorio sin tener que dedicarse a asuntos distintos a ese, por ejemplo”.
Esta iniciativa ya tiene cerca de ocho años y cinco en el mercado. “Una protección intelectual que es una patente del proceso de fabricación”, según cuenta Luisa García Muriel, coordinadora de empresarismo e innovación del Ces.
En los últimos 25 años se ha vivido la época de las intervenciones neuroquirúrgicas guiadas por imágenes. Según uno de los artículos científicos del grupo GIB publicada en la revista Neurociencias en Colombia, ya que la manipulación indebida de ciertas estructuras cerebrales conduce a lesiones severas y aún a la muerte, tiene gran la importancia en el trabajo con imágenes 3D en la planeación de procedimientos neuroquirúrgicos, uno de las últimas apuestas de la spin off.
Esta radica en que el cerebro es un órgano con una anatomía tridimensional bastante compleja, y la mayor parte de este órgano está escondida y lejos de la percepción visual del neurocirujano durante los procedimientos.
“Si solo nos hubiéramos concentrado en comercializar los implantes craneales no habríamos podido hacer investigación”, dice Macía.
Este grupo de trabajo, en el que hay 3 investigadores, 8 comerciales y 3 especialistas, inició creando implantes de cráneo de bajo costo, pasaron a implantes maxilofaciales y recientemente ofrecen una planeación que reduce los riesgos quirúrgicos, el tiempo de anestesia, los riesgos de sangrado y de infección.
Además, facilita el trabajo del especialista en el quirófano y optimiza los procesos de recuperación física y emocional de los pacientes.
Su último desarrollo es un implante que permite reconstruir la articulación temporomandibular, que conecta la mandíbula con la parte lateral de la cabeza, y que ayuda a recuperar su funcionalidad. Este está también en el proceso de patente.
Periodista, científica frustrada, errante y enamorada de los perros. Eterna aprendiz.