Cada vez que el Gobierno habla de su iniciativa de siembra de 180 millones de árboles, como parte de su estrategia de restauración, las dudas más frecuentes de la ciudadanía apuntan al cumplimiento de esa cifra y el tiempo para lograrlo.
Hace dos semanas, Rubén Guerrero, coordinador del grupo de Gestión Integral de Bosques de Minambiente, aseguró en un espacio de debate organizado por el Foro Nacional Ambiental (FNA), que hasta ahora llevan 35 millones de árboles sembrados de los 180 millones con plazo hasta 2022, que prometió el presidente Iván Duque en el Foro Mundial de Davos, en enero pasado.
Tendrían que sembrar entonces casi 6 millones de individuos más mensualmente hasta agosto de 2022 para cumplir con la meta.
Así que las preocupaciones prioritarias del sector ambiental no pasan por indicadores cuantitativos, sino por el temor de que el Gobierno se quede a mitad de camino creyendo que solo copar con árboles zonas degradadas del país es suficiente para lograr la restauraración.
Por eso levantan ampolla entre expertos y académicos iniciativas como la que tuvo lugar hace algunas semanas en la reserva Las Malvinas, Casanare, donde un Black Hawk de la Fuerza Aérea arrojó 22.000 semillas de árboles.
La directora de la fundación Natura, Clara Solano, considera urgente que el Gobierno transite hacia estrategias más técnicas y específicas para dar respuesta a las necesidades ecosistémicas de cada región. “El país requiere desarrollar otro tipo de metas que no sean medidas en hectáreas y árboles sembrados. Hay que pensar en escalas locales, regionales, veredales y de microcuencas”, explica.
Según señalan Ignacio Barrera, coordinador de la maestría de Restauración Ecológica de la U. Javeriana, y la bióloga Sofia Basto, sembrar es apenas una porción; hay decenas de factores a contemplar para recuperar ese ecosistema que ha sido alterado, como las características del suelo, macrofauna, microorganismos y vegetación nativa. Luego viene un largo proceso de seguimiento que depende en alto grado de la delimitación precisa del área sembrada y de la participación de la comunidad.
Aún con todos estos elementos es difícil lograr una alta eficiencia en el proceso.
De ahí el escepticismo entre expertos con la cifra que le entregó a El Espectador José Armando Suárez, director de Corpoorinoquía y uno de los gestores de la iniciativa “lluvia verde”, quien dijo que esperan conseguir el 70% de eficiencia con esta técnica, de la cual tampoco supo decir cuánto costó realmente.