Entre el viernes 11 y el domingo 13 de julio, 70 agrupaciones musicales se presentaron en tres escenarios de Medellín dispuestos por los organizadores del Festival Ciudad Altavoz. Según cifras oficiales, más de 21.000 personas asistieron a las distintas actividades del evento, que culminó con la selección de 28 bandas para representar a la ciudad en el Festival Internacional Altavoz. El 17 de julio se conocerán los nombres de las agrupaciones escogidas por los jurados.
El festival, organizado por la Secretaría de Cultura Ciudadana y liderado por Carolina Rojas, directora de Altavoz, concentró una amplia programación dividida en siete categorías musicales: reggae, metal, punk, electrónica, alternativa, rap y core. Para Rojas, el resultado del evento refleja una respuesta sólida por parte del público y del ecosistema musical local.
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“Creo que hay una sensación de mucha alegría y satisfacción en términos de ver cómo la ciudadanía responde a la convocatoria que realiza Altavoz para acompañar a las bandas de la ciudad. También ver a tantos jóvenes entusiasmados y apoyando estas bandas y aprovechando estos espacios de ciudad alrededor de la música que son muy necesarios para ellos”, dice.
Las bandas que participaron fueron seleccionadas previamente en una convocatoria pública. De las 70 agrupaciones que tocaron en Ciudad Altavoz, 28 avanzan ahora al escenario internacional. Según Rojas, la calidad de las propuestas presentadas este año fue notoriamente alta: “Las propuestas musicales, la calidad de las bandas, la puesta en escena, el diseño de sus shows desde el vestuario, las visuales, el baile, los invitados musicales... fue muy interesante, muy innovador, muy creativo, de muy buena calidad musical”, dice.
Los organizadores destacaron que todas las agrupaciones contaron con condiciones técnicas y logísticas similares a las de cualquier festival profesional: transporte, camerinos equipados, presencia de medios y creadores de contenido, y un acompañamiento integral durante su presentación. En cuanto a la asistencia del público, Rojas señaló que las categorías con mayor afluencia fueron reggae, metal y punk. El concierto de reggae, realizado en el Parque Bibiioteca Manuel Mejía Vallejo, fue el que mayor cantidad de personas convocó.
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Rojas también hizo énfasis en los temas comunes que atraviesan las canciones de las bandas locales. Según ella, dos grandes ejes son el amor y la resistencia, que se expresan en todos los géneros: “El amor es un tema que las canciones, cualquier tipo de canción, cualquier tipo de género, siempre va a hablar del amor. Y creería también que de la resistencia”.
Una visión complementaria dio Andrés Vélez, músico y productor de eventos que participó como jurado en las categorías alternativa, electrónica y rap. Vélez valoró la propuesta del festival como una plataforma de crecimiento y visibilización para los artistas emergentes de Medellín: “Me parece que Altavoz está haciendo una tarea muy importante con las bandas locales y con la música emergente... el festival es un escenario perfecto para que las bandas empiecen a tener esas experiencias en tarima, a poder mostrar su música a un público local”.
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Según Vélez, entre los temas más recurrentes en las letras de las agrupaciones están el barrio, la ciudad y las experiencias cotidianas de los jóvenes. En la categoría rap, en particular, resaltó la fuerte conexión con el territorio: “Se habla mucho de la ciudad también, de lo que pasa en todos los sentidos: sociales, políticos, económicos. Es darle voz a una cantidad de cosas positivas y quizás temáticas que se empiecen a solucionar también desde el arte”.
Finalmente, Vélez destacó la consolidación de públicos locales que siguen fielmente a sus agrupaciones, lo que contribuye a fortalecer la escena musical: “Muchas de estas bandas, aunque no son famosas, tienen su público. Mucha gente coreando las canciones propias... eso hace que la escena musical se fortalezca un montón”.
Esta edición de Ciudad Altavoz ratificó la idea de que Medellín cuenta con públicos interesados en las propuestas musicales locales. Esto habla de una consciencia sobre las formas en que la ciudad se narra a sí misma echando mano de las guitarras, los sintetizadores y las voces de los cantantes.