Así como Muhammad Ali estaba destinado a ser boxeador, Glenn Close lo estaba para ser actriz. Ella misma recordó al considerado el mejor pugilista de todos los tiempos cuando subió a recibir el Globo de Oro este año como Mejor Actriz por su interpretación en la cinta La esposa.
En su discurso, además de mencionarlo, habló del empoderamiento femenino y de su carrera, “cumpliré 45 años de trabajo en septiembre y no puedo imaginar una vida más maravillosa”. El retiro, no está entre sus planes, próxima a cumplir 72 años ya ha dicho que no se ve a sí misma diciendo “adiós”.
Actores de la talla de Close se dan el lujo de trabajar hasta que su vitalidad les dé, según el crítico de cine Oswaldo Osorio, “y son afortunados los mayores a quienes les siguen dando trabajo por que es notorio que la industria del cine prefiere envejecer con maquillaje que darles el papel a actores mayores”, comenta.
Un ejemplo claro fue Gary Oldman (60) a quien transformaron como el exprimer ministro del Reino Unido Wiston Churchill en la película Las horas más oscuras y que se ganó el Óscar a Mejor actor el año pasado por dicho papel.
Hay casos de quienes pelean contra el sistema como Clint Eastwood, vigente a sus 88 años, “no solo actúa sino que dirige y cada que saca una película uno cree que es la última y nada. Uno no se imaginaba que tenía más como actor porque sus proyectos recientes habían sido como director y acaba de lanzar La Mula, por ejemplo”, anota Osorio.
Un oficio de muchos matices
Si bien algunos actores se meten de lleno en sus papeles año tras año, sin importar la edad que tengan, otros deciden retirarse cuando el agobio les pasa factura. Es el caso de Daniel Day-Lewis, de 60 años. El británico dijo “no más”, al terminar la cinta El hilo fantasma en 2017. La revista W Magazine dio la noticia luego de entrevistar al actor que confesó que la preparación del personaje fue tan intensa que se sumió en una profunda depresión: “Daniel Day-Lewis habla sobre la necesidad de retirarse de la misma manera que habla sobre la necesidad de asumir un personaje: con un tipo de intensidad que se apodera de todo su ser”, escribieron.
Cuenta Cristobal Peláez, director del Teatro Matacandelas, que la actuación es un oficio noble y a veces produce conflictos emocionales, “la profesión del actor es la labor del histérico, es convertirse en un personaje, representarlo, eso acarrea intensidad”.
Casos como el Day-Lewis son normales pero en general, para Peláez, un actor con los años adquiere “sabiduría escénica” y serán vitales y dinámicos hasta que la vida se los permita, “es una fuerza casi que secreta que te envicia”. Así como Close, estos son otros actores para quienes jubilarse no está entre sus planes innmediatos.