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Kirk Douglas: fueron 103 años de vivir su película

Falleció uno de los íconos de Hollywood, que quiso estar en la pantalla grande desde niño. Recuerdos en tres momentos.

  • Entre los papeles inolvidables de Kirk Douglas está el que hizo a los 44 años en Espartaco, de esclavo. FOTO afp
    Entre los papeles inolvidables de Kirk Douglas está el que hizo a los 44 años en Espartaco, de esclavo. FOTO afp
07 de febrero de 2020
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Kirk Douglas casi se muere tres veces antes: en un accidente en helicóptero a los 75 años (1991), del que salió levemente herido y dos personas fallecieron. Por un ataque cerebral en 1996, a los 80, y por un infarto en 2001, a los 85. La muerte iba llegar 18 años luego: un 5 de febrero de 2020, cuatro días antes de cumplir 103 años y dos meses.

Esa vida que vivió antes de todo

Nació el 9 de diciembre de 1916, en Amsterdam, una pequeña localidad del estado de Nueva York. Era hijo de un trapero judío que había huido de Rusia, que era alcohólico, analfabeta y tan indiferente que el pequeño Kirk le tiró una cuchara alguna vez. De ahí la rabia que tenía en la infancia: por su padre y por el antisemitismo.

La ira era, solía decir, su motor. “Una inmensa contra la injusticia”. Por eso había decretado ser un hombre enfadado toda la vida. Y lo cumplió.

Era el único hombre entre seis hermanas y antes de ser actor fue camarero en una cafetería y luchador, y se enroló en la armada en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Cuando se desmovilizó se montó a la escena, aunque antes había tomado clases de arte dramático, en las que justo conoció a la también actriz Lauren Bacall, quien no quiso ser su novia. La amistad duró hasta siempre (ella murió en 2014).

Entonces también se cambió el nombre: dejó de ser Issur Danielovitch Demsky para tener uno artístico. Es que lo suyo eran las artes. “Quise ser actor desde que era un niño de segundo curso. Hice una obra, mi madre hizo un delantal negro, y yo interpreté a un zapatero. Después de la actuación mi padre me dio mi primer Oscar: un helado de cucurucho”.

Los primeros actos y después, la fama

Al regresar de la Guerra empezó con papeles pequeños, que no le representaron ningún reconocimiento, como cuando a los 33 hizo de boxeador en El ídolo de barro. Era cuestión de paciencia. Su carrera despegó con cintas de aventura como Veinte mil leguas de viaje submarino (a los 38) y Espartaco (a los 44); otras de guerra como Senderos de Gloria (a los 42) y Arde París (a los 50), y unas wésterns como Duelo de Titanes (a los 41).

Trabajó con los mejores directores de cine, desde Kubrick hasta Mankiewicz, pasando por Huston, Minelli, Haws, Preminger y Kazan. Él mismo trabajó de director y productor de cine.

No consiguió el papel de El vuelo sobre el nido de un cuco, se lo ganó Jack Nicholson, quien recibió el Óscar por ese rol. Era una tragedia para Kirk: Nicholson sí tenía uno, él no. Nunca consiguió uno por una película, pese a las tres nominaciones, salvo el honorífico a su carrera en 1996. Tenía 76.

“He ganado muchos premios en mi vida”, dijo Douglas al diario Los Ángeles Times, “pero estoy particularmente satisfecho de este. Es genial ser reconocido por tu industria. Eso lo hace especialmente significativo”.

Un actor para la memoria

Fue sin duda uno de los mayores íconos de Hollywood. Trabajó en unas 80 películas y además del esclavo Espartaco hizo incluso de Vincent Van Gogh y del vaquero Doc Holliday. Su hijo, Michael Douglas, lo describió: “Para el mundo era una leyenda, un actor de la época dorada que vivió hasta bien entrada su época dorada, un humanitario cuyo compromiso con la justicia y las causas en las que creía marcaba una pauta a la que nosotros debíamos aspirar. Pero para mí y mis hermanos era simplemente papá”.

Su última participación en las pantallas fue en 2008, en una producción francesa para tv, Empire State Building Murders. Tenía 92 años. Y de las últimas veces que se le vio en público fue en noviembre de 2018, cuando Michael recibió una estrella en el paseo de la fama: ya sumaba casi 102.

Sus pasos los siguieron sus hijos: dos actores (Michael y Eric), dos productores (Joel y Peter). También una nuera actriz, Catherine Zeta-Jones, y un nieto, Cameron.

“Kirk conservó su carisma de estrella de cine hasta el final de su maravillosa vida –escribió el director Steven Spielberg–. Echaré de menos sus notas escritas a mano, cartas y consejos paternales, su sabiduría y coraje”.

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