La historia es de no creer: la carrera meteórica Manti Te’o —promesa del futbol americano— casi se va a pique por un caso de Catfishing, suplantación de identidad en redes sociales con fines amorosos. Y todo el enredo comenzó con un clic: el que el joven hawaiano le dio a la solicitud de amistad de una chica que se presentó con el nombre de Lennay Kekua.
Entonces Te’o era la estrella de la Universidad de Notre Dame. La distancia con su familia y el estar en un ambiente cultural distinto al suyo —Notre Dame es un claustro católico mientras su familia entera profesaba la fe de los Santos de los Últimos días, una variante del protestantismo— hicieron que el deportista se aferrara a las conversaciones por chat y audio con Kekua. Durante los años de noviazgo, la comunicación se restringió a estos canales: nunca se vieron en persona ni hicieron videollamadas.
El desempeño en la cancha de Manti llevó a su equipo a las finales nacionales y le permitió estar nominado al premio Maxwell, el más importante del circuito del fútbol americano universitario. Las puertas de la NFL parecían abiertas de par en par. Los aficionados al deporte emblema de los estadounidenses lo querían ver en la liga profesional. Además de talentoso, la historia de Manti tenía un quiebre poderoso: en menos de 24 horas murieron su abuela y la novia que nunca conoció.
El público leyó su esfuerzo en la cancha como un ejemplo de superación de la adversidad. Sin embargo, todo se vino abajo cuando unos periodistas descubrieron que Lennay Kekua no existió y sus fotos en realidad pertenecían a Diane O’Meara, quien negó conocer a Manti. Muy pronto el jugador pasó de la fama a la picota.
La trama se destapó por completo cuando se supo que el cerebro detrás del engaño era Ronaiah Tuiasosopo, un joven homosexual que en las redes sociales aparentaba ser el primo de Kekua. Uno de los momentos más extraños de la historia es aquel en el que en un programa de televisión nacional Ronaiah —oculto detrás de una pared de madera Ronaia— demuestra sus dotes para imitar a la perfección la voz femenina. Con los años asumió su condición de mujer transgénero mientras los espectadores no volvieron a ver el brillo de Manti en las canchas. Este relato —que en Netflix tiene el título de Untold: The Girlfriend that Didn’t Exist— confirma una tendencia reciente de las plataformas de streaming de pasar la lupa de los villanos de la ficción a los de carne y hueso.
A diferencia de otros productos audiovisuales recientes sobre villanos de la vida real, en la que los protagonistas son personas blancas heterosexuales, el relato de Manti muestra la maldad en las personas de orientaciones sexuales divergentes y que pertenecen a culturas minoritarias.
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