La idea de la más reciente obra del artista colombiano Nadín Ospina – con la que fue finalista de la edición 45 del Salón Nacional de Artes de la Universidad de Antioquia– surgió de darle una vuelta a una crisis de salud: tras recibir un severo golpe en la cabeza acudió a la sabiduría milenaria del Libro de las mutaciones (el I Ching) y allí encontró dos frases que abrieron las compuertas de su creatividad.
La primera fue “La preponderancia de lo pequeño” –título de la exposición que se exhibe desde el jueves 24 de marzo en la Galería AH Fine Art de Medellín– y la otra fue “Un hombre pinta un pájaro”. El arte es así: brota de las fisuras de los discursos, de los quiebres de la cotidianidad.
Ospina es reconocido por romper los moldes al mezclar personajes de la cultura mainstream –las caricaturas de Mickey Mouse y Snoopy– con elementos de las culturas precolombianas. Ahora concentra su ingenio en las esculturas de bronce con forma de aves colombianas pintadas a mano. EL COLOMBIANO habló con el artista mientras daba los últimos detalles a una exposición que se nutre de la fauna de Cundinamarca y Antioquia.
¿Cuál es la historia detrás de “La preponderancia de lo pequeño”?
“Esta obra viene de un proceso largo que inició hace unos cinco años a raíz de un accidente muy grave que tuve. Sufrí una caída y me golpeé en la frente, me hice una herida muy seria, quedé en una convalecencia muy dolorosa y muy invalidante. Mi esposa Elvia Mejía, que es un poco maga, me condujo a interesarme en el libro del I Ching, que es un libro fantástico de adivinación. Consiste en hacer un proceso de adivinación a partir del lanzamiento de unas monedas que dan unos resultados que se llaman hexagramas. En ese momento estaba buscando un camino no solo para mi arte sino también para mi vida. Era un momento de pausa en el que uno decide reiniciarse. Consulto el I Ching y me sale el hexagrama ‘La preponderancia de lo pequeño’.
En una de las consultas se lee ‘El hombre pinta un pájaro’. De alguna manera esas dos frases me abrieron un camino y creé una obra que se llama Golpe de gracia: un autorretrato con un orificio en la frente y un pájaro carpintero que lo está golpeando. Esa obra recogió el accidente y la posterior iluminación, una apertura del pensamiento, de la imaginación, de la creatividad, de los sentidos, de los sentimientos.
No era un obra que tuviera que ver exclusivamente con la representación biológica sino que esas aves simbolizaban la presencia del otro ser que está en nuestro entorno social, personal, familiar, que muchas veces no reconocemos”.