Son dos golpes de suerte los que llevaron a La Linterna a no cerrar. El más definitivo, que a Fabian Villa se le hubiera ocurrido ir a hacer un cartel a la vieja litografía de su barrio, San Antonio, en 2015. Para ese momento, los maestros impresores Olmedo Franco, Jaime García y Héctor Otálvaro estaban alistándose para chatarrizar la imprenta tipográfica Heidelberg alemana, la prensa tipográfica Marinoni importada de París, la Babcock Printing Press newyorquina y la impresora AB Dick, modelo 360.
Estas máquinas habían hecho parte de la historia del cine, la literatura y la música de Cali y Colombia a lo largo del siglo XX. A La Linterna iba Andrés Caicedo a sacar sus manifiestos, como el famoso “El pueblo de Cali rechaza a los Graduados, Los Hispanos y demás cultores del sonido paisa”, uno de los más vendidos en Medellín, de acuerdo con el maestro Otálvaro. Allá se imprimieron los carteles de los primeros conciertos de Metallica y Guns n’ Roses en el país, y, por supuesto, los de los conciertos de los salseros más grandes que han pisado Cali.
La impresión acabó con el negocio, y el dueño, que vivía en Bogotá, había decidido cerrar, el plazo final era agosto de 2017. Con la venta de las máquinas como chatarra iba a liquidar a los maestros, que habían trabajado ahí toda su vida y no sabían hacer nada más. A Patricia Prado, gestora cultural, se le ocurrió sacar una serie de carteles para vender y ayudar a los maestros, que se encontraban al borde de un precipicio. La venta fue un éxito, así como el evento que se hizo para lanzarlos, donde el público pudo acceder al taller y conocer su funcionamiento, lo que a Fabian le parecía lo más mágico.