Un artista los pintó, un escritor les dedicó algunos versos, un director los grabó y un dramaturgo los incluyó en sus escenas. Eso han hecho algunos artistas de la imagen y la palabra con ciertos barrios de la ciudad.
Esos lugares de las laderas del norte, a los que algunos llaman “comunas”, aunque esa es la denominación para una agrupación de barrios en la ciudad (y hay 16 de ellas), fueron los sitios en los que se concentraron el pintor Fredy Serna, el poeta Helí Ramírez, el cineasta Víctor Gaviria y el dramaturgo Jorge Blandón para producir parte de su obra.
Las miradas de ellos fueron las que Natalia Castaño Cárdenas, investigadora del Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Urbam) de Eafit, recopiló en el libro que será publicado a finales de este mes por la Editorial de la Universidad, titulado: Barrios que cuelgan de la montaña.
Seleccionó ese título, indica la autora, porque esas comunidades, en general, han surgido de la informalidad, algo que según ella se ha visto con una mirada negativa, pero que, en su caso, significa valor, sobre todo por quienes habitan esos territorios. “Ahora se han visibilizado más, pero allí siguen existiendo deficiencias de equipamiento, de espacio público...”, señala Castaño.
Lo que hizo la investigadora para crear el texto, que hace parte de una colección académica especializada en urbanismo de la Editorial Eafit, fue interpretar el desarrollo en esas zonas de la ciudad, especialmente las que se formaron hace aproximadamente 50 años, partiendo del trabajo de los artistas.
La idea de hacer el libro fue reciente, pero la investigación parte de su trabajo para la maestría en Paisaje, Medio Ambiente y Ciudad, de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina).
Natalia cuenta que comenzó indagando la conexión de los artistas con los barrios y cómo estos, por medio de su obra, han logrado visibilizarlos. También quería que el territorio se entendiera más allá de lo que es obvio a la mirada.
“Decidí concentrarme especialmente en las laderas del norte porque han sido estigmatizadas. De Víctor Gaviria revisé el trabajo que hizo con la película Rodrigo D. no futuro; del poeta Helí Ramírez, los versos de sus vivencias en Castilla; de Fredy Serna obras como La luz del Salvador y de la Corporación Cultural Nuestra Gente los procesos que ejecutan en los barrios”.
Para la investigadora, la ciudad ha tenido una gran transformación en los últimos años y, por eso, su propósito con la publicación también era hallar el papel de estos artistas en la tarea de narrar esos lugares. Según ella “antes de que llegara el Estado con diversas iniciativas, fueron los artistas quienes actuaron como gestores de diversos procesos de recuperación allí”.
Esto lo ejemplifica con la Casa Amarilla, la forma en la que llaman a la Corporación Cultural Nuestra Gente después de que Fredy Serna hiciera una intervención pictórica sobre la fachada.
“Ese lugar fue una oportunidad para muchos jóvenes y niños, quienes se acercaron a la realidad a partir del teatro y encontraron en este una forma de resistir a los procesos de violencia”.
El libro está compuesto de cuatro capítulos en los que se aborda el marco teórico del proyecto, el conceptual y el arte como proceso de transformación. Adicionalmente, hay reflexiones sobre la ciudad hechas por académicos como Carlos Uribe.
A Natalia la publicación le ha permitido generar un diálogo más directo con Fredy Serna y Jorge Blandón, por ejemplo. Han hablado de los procesos de la ciudad que impactan comunidades y han sido mediados por el arte.
El libro que estará disponible pronto cumplió para ella con uno de los propósitos: el de pasar del lenguaje académico a uno más cercano que conecte al lector con los barrios de la ciudad y sus particulares historias, en las que son protagonistas los habitantes y los procesos comunitarios en los que la investigadora asegura que “nos deberíamos seguir apoyando para continuar construyendo en Medellín”.