Por Sergio villamizar / Colprensa
Una semana lleva en las librerías de Iberoamérica, y otras partes del mundo, Mi nombre es Emilia del Valle, de Isabel Allende, y ya es el fenómeno editorial del año, motivado en gran parte por ser la continuación de la saga que inició con La casa de los espíritus, publicada hace 43 años. Esta vez, la historia sitúa al lector en la guerra civil chilena de 1891.
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Isabel Allende es la escritora en español más traducida y leída en el mundo, “y creo que también le gano a varios hombres”, dice con ese fino humor siempre a flor de piel. No es para menos, son más de 80 millones de ejemplares vendidos de sus obras que han sido traducidas a 42 idiomas.
“Lo mejor de mi trabajo es estar en un lugar de mi casa encerrada escribiendo. Creo que todos los escritores somos introvertidos, de lo contrario no haríamos lo que hacemos. Por eso, cuando estamos en la vida pública, muchas veces no nos ven cómodos, es difícil y nos quita mucha energía. Además, con la edad, yo me he puesto muy mañosa, no quiero salir de mi casa, quiero estar con mis perros y tengo un tercer marido que espero que me dure”, comentó Allende, en la presentación de esta novela.
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Cuando le preguntan sobre la conexión de la familia Del Valle a través de su saga literaria, ella con franqueza asegura: “No tengo idea. Empiezo a escribir y de repente aparecen estos personajes, que supongo son todos relacionados con mi abuela materna. A veces no los estoy llamando ni nada, de repente voy por la página 50 de una historia y me doy cuenta que puede ser una historia de esta familia, por lo que me devuelvo y cambio los nombres”, continuó la escritora.
Y agregó: “No planifico nada, ni siquiera la vida, porque los planes que he realizado nunca han resultado, y mucho menos en la literatura”.
Decidió centrarse en dicha guerra de 1891 porque tiene muchos paralelos con lo que ocurrió en 1973, con presidentes que querían hacer grandes cambios para incorporar más al pueblo, contra una oposición total, donde en ambos caso el mandatario prefirió el suicidio antes que el exilio.
“La novela está narrada por un testigo de los hechos, no puede saber lo que pasará décadas después, eso queda en manos del lector, yo no la puedo hacer”, dijo Isabel Allende.
Asegura que en la vida real está rodeada de mujeres tan fuertes como la propia protagonista de esta novela, más en su fundación que lucha en Estados Unidos en temas como los derechos reproductivos, entre otros temas. “En mi día a día estoy rodeada de verdaderas Emilias”.
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Entre la gran cantidad de libros que ha publicado a lo largo de su carrera como escritora, dos libros definitivamente le han cambiado la vida: “‘La casa de los espíritus cambió mi vida. Yo vivía en el exilio en Venezuela al frente de una escuelita. Mis hijos estaban en la universidad, mi matrimonio estaba acabando y sentía que mi vida no iba para ningún lado, por lo que el libro me dio una voz y un camino. También está Paula, para mi hija Paula, quien falleció tras un año de estar en coma. Para mí ese año fue como una larga noche oscura y mi madre me trajo todo lo que le había escrito a mi hija durante ese tiempo, y leyéndolas logré hacer el duelo y poder sanar”.
En Mi nombre es Emilia del Valle, Allende cuenta la historia de la guerra civil chilena de 1891, a través de una joven periodista, “mujer fuerte” y personaje que nacía en La casa de los espíritus. En ella, recupera la figura de las mujeres cantineras de la guerra, quienes llevaban el agua al frente de batalla, curaban heridos, hacían amputaciones e incluso muchas veces terminaban liderando la batalla.
“Busco las voces que han sido silenciadas en la historia, que no aparecen ni en los documentos militares de las guerras ni en los libros de historia. Sucedió con ‘Inés del Alma Mía’, que fue la única mujer española que fue a la conquista de Chile, hay muy poco de ella, ni siquiera un monumento, sólo los hombres figuran”.