Simón Jiménez Jaramillo es ingeniero de diseño de la Universidad Eafit. Hace cinco años se fue hacer una maestría a la Universidad Tecnológica de Delft, y se enamoró.
Ya venía la idea, por un semillero de investigación en Experiencia de usuario, y en la facultad de Holanda, muy reconocida por la investigación en el tema, sumado a los de psicología al servicio de los diseñadores, todo se completó.
Entendió que eso que les enseñaban no era un proceso sistemático, dice, sino que más que diseñar un objeto, una silla por ejemplo, y revisar sus características técnicas, era muy importante pensar en los seres humanos.
En Delft tuvo una clase con Pieter Desmet, líder mundial en Diseño para las emociones. Aprendió términos de psicología, de cómo se producen estas. El aprendizaje pasó por diseñar un producto para la rutina de alimentos. Un modelo emocional, es decir, que además de ser producto, produce una experiencia.
Simón se encantó tanto que se metió de tiempo completo a estudiar el tema. Su proyecto fue sobre Diseño positivo, que se conecta con el emocional. Entre lo aprendido descubrió que los productos y servicios hacen sentir bien, pero no necesariamente felices a las personas. “Está bien que no nos hagan felices –continúa–, pero median y facilitan experiencias significativas que te hacen feliz”. La felicidad de patinar necesita patines.
Entre las ideas que trabajan está mirar los procesos de innovación de abajo hacia arriba. Si se necesita hacer una silla, no solo se mira cómo hacerla, sino también la visión a futuro, el impacto social, cómo mediar. “Si diseñamos las experiencias y no solo los productos, haremos felices a las personas. Somos diseñadores de experiencias”.
Simón explica, además, que se llama positivo porque viene de la psicología positiva, de la que en 1998 el presidente de la Sociedad Americana de Psicología, Martin Seligman, señaló que se llevaba 40 años estudiando lo negativo –depresión, tristeza, por ejemplo–, como consecuencia de los tiempos de guerra y con un buen resultado. Así que era hora de estudiar lo positivo. El diseñador indica que desde entonces se ha estudiado la psicología positiva y hay un conocimiento importante sobre el ser humano.
Personas como él trabajan con ese conocimiento, relacionado a temas de diseño. Simón comenta que cuando están en la escuela de diseño, por lo general los procesos implican buscar problemas para resolver. El diseño positivo, en cambio, expresa que esa no es la historia completa. Va más allá, en la búsqueda de la felicidad.
La felicidad
Uno de los temas que se discuten es el consumismo. Hay marcas que venden experiencias, pero ¿hasta qué punto generan un real bienestar? “Eso se puede parecer al consumismo”.
Desde la teoría, sigue Simón, se trabaja el tema del apego emocional a los productos para evitar que sean reemplazados tan fácilmente. Por supuesto es difícil, porque las empresas quieren vender, pero ellos, como diseñadores positivos, tienen la misión de explicarles (a las empresas) por qué igual es una oportunidad. “Por un lado moral, de qué siento. Todos queremos ser más felices y hacer sentir a las personas así. Por el otro, hay evidencia de que los diseños positivos generan más intenciones de recompra. Se invierte para estar felices”.
¿Y la felicidad? Simón explica que desde lo científico el término se divide en dos partes. La felicidad en el presente porque el día está soleado y la felicidad como un todo, si preguntan por la vida en general, porque ser felices hoy no significa satisfacción con la vida.
La felicidad más experiencial es la que miden. Entre más se conozca a una persona, más se puede predecir cuán feliz es, o no. Lo mismo, indica Simón, pasa con las emociones. “Aunque son subjetivas, también son sistemáticas”. Pueden encontrar patrones o ciertas reglas universales del comportamiento humano, para generar emociones, como la sorpresa, y a partir de estos diseñan.
Ahora bien, no solo se diseña productos. También estrategias, procesos de innovación. En Holanda hay una agencia que diseña políticas públicas, enfocadas en el bienestar de sus ciudadanos.
El diseño positivo aún está en proceso de ganar personas que se sumen, pero según Simón, en Europa, en Holanda, y en los países nórdicos en general, ya se trabaja. Él lo ha hecho en Medellín, con Eafit.