La mayoría de los 30 órganos tubulares que están en Antioquia salieron desde España y Francia entre finales del siglo XIX y XX y tras cruzar el Atlántico, en una travesía que duraba 50 días, llegaron al puerto de Barranquilla. Desde allí, por todo el río Magdalena arribaron a Puerto Berrío, desde donde a lomo de mula fueron transportados hasta Santa Fe de Antioquia, el Aburrá y demás municipios del departamento, a poblaciones tan distantes como Yolombó, Abejorral o Caramanta.
El músico Daniel Franco, de Eafit, explica que cualquiera de estos órganos tubulares es equiparable con una orquesta sinfónica “porque imita sonidos tan diversos como el de la flauta, la trompeta, el oboe y el clarinete, entre otros. Cada registro imita un instrumento, además es muy poderoso sonoramente, capaz de llenar toda una catedral con sus notas”
Del primero que se tiene registro es el de la iglesia de La Candelaria, en el parque de Berrío. Llegó en 1850, gracias a una donación de José Manuel Barrientos y sus notas aún retumban, desde lo más alto del coro, en las celebraciones eucarísticas que allí se realizan.
Pesa siete toneladas y haberlo subido hasta su puesto, a más de diez metros de altura, aún asombra incluso a los ingenieros modernos.
De esta pieza, Franco comenta que cuenta con 15 juegos o registros (sonidos) repartidos en tres teclados, dos manuales cada uno con 61 notas y un teclado que se toca con los pies (pedalero) con 30 notas, que sirve para los bajos graves.
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Los más antiguos
Otro tesoro del siglo XIX es el que se encuentra en la Iglesia de San Ignacio, en la Plazuela del mismo nombre, que llegó en 1899. Es de fabricación francesa, de la empresa Merklin, y aunque está desafinado funciona perfectamente.
Ya del siglo XX arribaron los órganos de Santa Gertrudis, Envigado (1910), el del Monasterio San José de las Carmelitas Descalzas (1917) y el de la Iglesia de San José del centro (1920).
En ese listado aparece el de la Basílica Metropolitana, en el parque de Bolívar, que data de 1932, un año después de que la catedral fuera abierta al público tras un periodo de construcción que duró 41 años.
Este órgano alemán, de la casa fabricante E.F. Walcker, mide 10 metros de alto, 12 de ancho y cinco de profundidad. “Tiene tres teclados y una pedalera, 52 registros y un total de 3.250 tubos”, explica el músico, quien destaca que la madera es de caoba y palo santo. “La flauta más grande mide 5,80 metros y la más pequeña 6 milímetros de largo y 5 milímetros de diámetro”.
Si lo quiere oír debe ir a las misas de los domingos o a las celebraciones religiosas especiales del año como Semana Santa o Corpus Cristi.
¿Cómo llegaron?
El arquitecto y sacerdote John Jairo Osorio Arango recuerda que los grandes responsables de que estas joyas llegaran a Antioquia fueron los curas párrocos. “Ellos contactaron y convencieron a los mecenas para financiar la importación, a lo que sumaron las limosnas de los fieles, que siempre han sido un músculo financiero con el que cuentan las parroquias para dinamizar estas iniciativas”.
De esas aventuras quijotescas, de atravesar el océano en barco y las montañas en mula, aún subsisten 17 órganos tubulares en el Valle de Aburrá y otros 13 en distintos municipios de Antioquia.
El padre Osorio Arango calcula que en todo el país hay 90 de estos monumentales instrumentos musicales, desde Cartagena hasta Pasto, eso significa que en el departamento está el 33 % de la totalidad.
La mayoría de los que están en la región siguen funcionando, con excepción del de la Parroquia San Antonio (en el parque del mismo nombre), al que el comején lo tiene al borde la ruina, así como los del Monasterio San José y las parroquias Nuestra Señora del Sagrado Corazón y San Joaquín, estos dos últimos en mantenimiento.
Valor patrimonial
De ese inventario de órganos en Antioquia, el padre Osorio Arango destaca los que están en las catedrales de Santa Fe y Jericó “por lo que representan esas basílicas que son las sedes de los obispos”. A estos suma el de La Candelaria, el primero en la región y el de la capilla de las hermanas de La Mansión, que data de 1914. “Y el más moderno de ellos, el que llegó a la iglesia de San Joaquín, que es una verdadera joya”.
El sacerdote señala que el solo hecho de que existan, que suenen y de que haya quién los interprete es una gran noticia, “por su valor histórico y complejidad de funcionamiento”, todos son verdaderos patrimonios que merecen ser recuperados.
Preparación musical
Daniel Franco explica que por ser un instrumento que se toca tanto con los pies como con las manos se requiere una preparación especial, primero de estudio de piano y luego de técnica de pies. “Para tocar sin la necesidad de estar mirando los pedales, que es la mayor dificultad que tiene la interpretación del órgano tubular”.
Entre las ventajas de estos instrumentos comenta que son capaces de lograr sonoridades tan graves y agudas, que en ciertos casos están por fuera de la audición humana. “Se siente la vibración, pero el oído no lo escucha”.
Mantenimiento
Al padre Osorio Arango le preocupa la falta de mano de obra calificada (organeros) para hacer el mantenimiento y reparaciones. “Los órganos requieren mucho cuidado, porque están ubicados en los mezanines opuestos al altar, en la parte interna de la fachada, un sitio que mucha veces es usado como cuarto de San Alejo o lugares de difícil acceso para su limpieza y posterior mantenimiento”..
Muchos de estos órganos han sido intervenidos de una manera poco convencional, desde el empirismo, y en algunos han sido más los daños que las reales reparaciones.
El sacerdote llama la atención sobre la necesidad de formar no solo organistas (para que haya quien los toque), sino de organeros (para que los pongan a punto).
El sacerdote y arquitecto explica que la fabricación de órganos se mantiene, en especial en Europa y Estados Unidos, donde se construyen por pedido para las nuevas parroquias, además de prestar servicio de mantenimiento y actualización de los existentes.
Muchos de estos tesoros están en el olvido o subutilizados, sin hablar de los que están casi destruidos, de ahí la necesidad de hacerlos visibles, explica el padre Osorio Arango, para que vuelvan a tener ese esplendor y brillo de los siglos XIX y XX. A la música, finalmente, no le pasa el tiempo.
Inventario de órganos en el Aburrá
1. Casa Provincial Hermanas Dominicas de la Presentación
2. Catedral Metropolitana de Medellín de la Inmaculada Concepción
3. Cementerio San Pedro
4. Colegio San José
5. Monasterio San José (No está en funcionamiento)
6. Parroquia El Espíritu Santo
7. Parroquia El Señor de las Misericordiase
8. Parroquia La Candelaria
9. Parroquia La Veracruz
10. Parroquia Nuestra Señora del Sagrado Corazón (En mantenimiento)
11. Parroquia San Antonio (No está en funcionamiento. En estado deplorable)
12. Parroquia San Ignacio
13. Parroquia San Joaquín (En Mantenimiento)
14. Parroquia Santa Gertrudis la Magna (Envigado)
15. Parroquia Nuestra Señora del Rosario (Itagüí)
16. Parroquia San José (Centro de Medellín)
17. Parroquia San Antonio (San Antonio de Prado).
(*) El órgano cremonés de la parroquia de San José de El Poblado fue destruido a causa del comején. De él sólo se conservan los tubos metálicos.
(**) El de la Catedral de Girardota
desapareció.
Órganos en los pueblos de Antioquia
1. Abejorral (Parroquia Nuestra Señora del Carmen)
2. Caramanta (Parroquia La Inmaculada Concepción)
3, Ciudad Bolívar (Parroquia La Inmaculada Concepción)
4. Fredonia (Parroquia Santa Ana)
5. Guatapé (Abadía Benedictina “Santa María de la Epifanía”)
6. Jericó (Catedral de Jericó)
7. La Ceja del Tambo (Parroquia Nuestra Señora del Carmen, en el Colegio Santo Domingo):
8. San Pedro de los Milagros (Parroquia San Pedro)
9. Santa Fe de Antioquia (Catedral de Santa Fe)
10. Santa Rosa de Osos (Catedral de Nuestra Señora de Chiquinquirá).
11. Sopetrán (Basílica Menor de Nuestra Sra. de la Asunción).
12. Yarumal (Basílica Menor de Nuestra Sra. de las Mercedes)
13. Yolombó (Parroquia San Lorenzo).