¿A quién no lo conmueve un perro callejero escarbando en la basura? Esa sensación la tuvieron Isabel Ramírez y Lina Maldonado, dos habitantes del municipio de Caldas, en el sur del Valle de Aburrá, quienes impulsadas por su amor a los animales convocaron a sus amigos para vender postres y hamburguesas, así lograron reunir los recursos necesarios para inaugurar el pasado domingo un punto de Comedog. La historia llegó a oídos de EL COLOMBIANO a través de nuestras redes sociales.
¿De qué se trata?
Es una iniciativa ciudadana sin ánimo de lucro que surgió hace solo seis meses. Sus creadores ubican dispensadores de comida gratis para perros callejeros.
Los primeros en darse el lujo de comer cuido en dispensador fueron los animales de Puerto Colombia, Atlántico, en enero de este año. Allí el médico veterinario Juan Manuel Montoya, oriundo de Armenia pero radicado en el Caribe, decidió ponerle el pecho en el sector de Villa Campestre sin dimensionar para esta fecha ya estaría en otros 60 municipios del país.
“Siempre me inquietó el tema. La idea era elaborar un proyecto que impactara a una comunidad específica de animales callejeros a los que se les pudiera hacer seguimiento. A diferencia de lo que mucha gente piensa, Comedog no es un proyecto asistencialista ni fomenta que los perros estén en la calle. Todo lo contrario, con el alimento va ligado un trabajo de esterilización y de adopción, claves para disminuir esta situación de abandono”, comenta Juan Manuel.
Las redes sociales, claves
Lo que comenzó como una iniciativa altruista de un veterinario, adquirió relevancia nacional gracias a una fotografía que Juan Manuel compartió en su Facebook. Cientos de personas, entre amigos y conocidos, replicaron la foto en la que contaba la iniciativa y las solicitudes de donaciones. Así, pedidos de dispensadores comenzaron a llegar de varios rincones del país.
No es un negocio
Gran parte del éxito, según señala Lina Maldonado, mentora de uno de los puntos en Caldas, es que no se trata de un negocio privado ni de una organización con fines políticos. Todo se consigue a punta de autogestión y gracias a las donaciones. Ahí radica uno de los retos del proyecto que es sostener Comedog a mediano plazo, porque los perros callejeros seguirán requiriendo alimento.
Sin embargo, no todo es color de rosa en este proyecto. A pesar de la buena acogida de los perros callejeros y de la mayoría de personas, en Comedog ya se han presentado algunos casos aislados de amos inescrupulosos que sacan a sus mascotas a comer al dispensador para ahorrarse el trabajo de darles comida en la casa.
También tiene detractores que argumentan que esto fomenta que la gente abandone los perros, que no representa una solución integral y que podría atraer roedores que transmitan enfermedades como la Leptospirosis.
Los mentores se defienden y esgrimen que un amo responsable no abandona su mascota y que siempre será mejor tener a un perro callejero comiendo cuido que esculcando una caneca de basura en busca de huesos. .