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Natalia Valencia Zuluaga compuso Vuelo de Pájaros en 2015. La tenía guardada, quizá dormida, y cuando la Filarmónica de Medellín le dijo que la iba a estrenar, la despertó, la zarandeó, la revisó, le tomó medidas, le dedicó varias horas y la organizó para que se escuche esta noche, a las 6:00, en el Teatro Metropolitano.
El concierto es Un bosque de sonidos, y hace parte de las reflexiones que la Filarmed está haciendo este año: la de hoy es sobre el cuidado de los ecosistemas, a propósito del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía.
La invitación, dicen desde la orquesta, es sentir la música inspirada en lo natural. Por eso además de la obra de Natalia se escuchará la Sinfonía No. 3 En el bosque de J. Raff y el Concierto para fagot de C.M. von Weber. Dirige el alemán Henrik Schaefer.
Natalia, en primera persona
“La obra está inspirada en un sonido natural que es el aleteo de las aves, además en un fenómeno físico que se llama serie armónica: cuando tocas un instrumento acústico, lo que el oído humano entiende como un solo evento, en realidad son varios que suceden con pequeñísimas diferencias de tiempo.
Entonces, primero vino lo del aleteo de los pájaros y mis ganas de llevar ese sonido a una obra que estuviera interpretada por una gran sinfónica. Las orquestas, por lo general, están constituidas por muchas personas, y yo le estoy sumando otros instrumentos que normalmente no son tan utilizados en el repertorio: el contrafagot, por ejemplo, que es de la familia del fagot y suena más grave. Es precioso, suena como si estuviera sonando el centro de la Tierra.
Utilizo bastantes clarinetes y un instrumento que se llama armonio, que es una especie de órgano de viento y de teclado al mismo tiempo, que funciona con unos fuelles que se accionan con los pies. También otros instrumentos que no pertenecen a la orquesta, como los saxofones, y pongo a la Filarmónica a hacer una serie de efectos y a orquestar de cierta manera, como creo yo es el vuelo de los pájaros.
La pieza tiene un solo movimiento, pero al interior tres cambios importantes de carácter, a los que yo los llamo el nacimiento, la noche y el vuelo. Me gustan mucho los pájaros, pero lo que más es escuchar y observar, es algo que me doblega. Todo el tema de los microcosmos, de los detalles pequeños y cómo eso está ligado a nuestra existencia y a la manera de movernos por el mundo: mirar cómo salen las hojitas, cómo cruza la luz del sol, cómo siente uno el sol y darse cuenta de que tal vez el sol no esté allá sino que tal vez vivimos dentro del él.
He tenido interés por crear obras que nos ubiquen en lugares a los que no estamos acostumbrados, cambiar las cosas de puesto, porque a veces cuando logras estar en otro sitio donde normalmente no estás, puedes tener otro punto de vista que va a enriquecer no solo la propia existencia sino la conexión con el otro.
La obra dura unos 15 minutos, y la experiencia es muy personal porque cuando uno está escuchando no solo está en ese momento, sino que escucha con lo que uno es, las experiencias que ha tenido, cómo llega al concierto.
Mi música es muy visual. El sonido tiene esa posibilidad de que nos conecta con eso que aparentemente ni se ve ni se toca ni se oye. Un recuerdo no es un objeto físico, y eso es algo que ocurre muy bello a través del sonido con esos hilos invisibles.
Vuelo de pájaros es una obra para orquesta, pero también hago música para parlantes, para formatos más pequeños, para otros artistas. No lo hago hace mucho rato, pero para teatro, para video, para danza contemporánea.
Yo soy de Medellín. Toda la vida he tenido la música en mi vida, empecé a estudiar Composición en Eafit, eso me llevó a ser la primera compositora antioqueña en graduarse de composición. Y con la Filarmónica hay una historia muy particular y es que la primera vez que la filarmónica tocó una obra de una compositora fue una mía, Réquiem, con el maestro Alberto Correa. La Filarmed es una casa.
A veces con la música nueva hay un poquito de resistencia, pero lo más especial es presenciar un nacimiento juntos. El de un estreno mundial”.
Es periodista porque le gusta la cultura y escribir. A veces intenta con la ficción, y con los poemas, y es Camila Avril. Editora de la revista Generación. Estudió Hermenéutica Literaria.