Cuando Rodolfo Pérez González hablaba, del tema que fuera, tenía siempre a una audiencia atenta a sus palabras porque además de ser buen conversador, enseñaba. “Podía hablar de filosofía, teología, política, arte, de lo que fuera y enseñaba. Recuerdo cuando yo era niño disfrutar con él en el Café La Bastilla, en el Centro de Medellín, de un tinto y escucharlo hablar de música. No había nada superficial, tenía una cultura gigantesca”, recuerda Alberto Correa Cadavid, director emérito de la Orquesta Filarmónica de Medellín y director del Estudio Polifónico de la ciudad.
Correa fue su alumno desde los 9 años y medio. “Para mí Rodolfo fue la persona que me introdujo a la música, mi primer maestro, fui el primer niño en la Coral Tomás Luis de Victoria. Guardo para él un amor absolutamente inmenso porque me enseñó a amar la música y me metió en este mundo en el que he transitado por 68 años desde ese primer concierto con él”.
Su pasión por la música
Nacido en 1929, Pérez González fue docente e investigador de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia y el primer director del Conservatorio del claustro universitario. Fue también Doctor Honoris Causa de ese centro de estudios superiores.
Fundó y fue director por 38 años de la coral Tomás Luis de Victoria, “él nos hizo amar la música coral, la de Palestrina, la del Renacimiento, pero había un autor favorito, Mozart, para él era el gran compositor de la historia y un gran genio”, detalla Correa.
Todo lo relacionado con lo coral lo apasionaba y a la hora de hablar de música, “era muy tremendo en sus juicios, implacable. Decía que La flauta mágica y Don Juan (de Mozart) eran obras supremas y después hablaba con destreza de Johann Sebastian Bach, es decir, él amaba la música y tenía sus preferencias”, detalla Correa.
Todo un pionero
Para el director emérito de la Filarmed no es exageración decir que Pérez González fue la persona más importante en música coral que ha tenido Colombia, “porque tuvo mucho que ver en los años 60 con estas agrupaciones, fuimos alumnos de él todos los que después fuimos directores y no solo en Medellín, fue maestro de gente de Bogotá como Amalia Samper Gnecco (quien fuera directora del Coro de la Universidad de los Andes); en Cali, Martha Lucía Calderón (que constituyó el Coro Polifónico de Cali) y en Popayán, Stella Dupont Arias (del Coro de Cámara de Popayán), a él recurrían muchos”.
Se va un maestro
Cuenta Henry León Estrada, director de Radio Bolivariana, que algo que hay que destacar es su pasión por la pedagogía musical, “nosotros pasábamos la serie radial que hizo, un legado que dejó hace 20 años, Efemérides musicales. Esa era una clase diaria de 15 minutos en la que uno se sentaba a escuchar a un gran melómano que le permitía a uno ver un panorama distinto y que lo acercaba a la música” (ver Para saber más).
Puntualiza Estrada que gracias a sus enseñanzas se le deben “los nuevos músicos de nuestro tiempo”, y eso lo corrobora Correa al afirmar que Rodolfo Pérez González se perpetúa en muchos de ellos. “No hay que negar que Andrés Posada, Cecilia Espinosa, Gustavo Yepes, Jorge Hernán Arango y yo, seguimos haciendo su escuela. No van a morir sus enseñanzas. Todos los que pasamos por él reconocemos que ha sido el gran maestro formador de músicos directores”.
La música colombiana y la academia despiden al maestro, al buen tomador de tinto, al lector insaciable, al padre, abuelo, pintor, escritor y al dueño de un humor negro único.