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Es fácil imaginar que Leticia Moreno, la violinista española que hace de solista en el concierto de esta noche, con el ensamble de las orquestas Filarmónica de Medellín y la Sinfónica de Eafit, considere el violín una parte de su cuerpo.
Lo debe extrañar cuando no lo tiene sobre el hombro, y su mentón debe sentirse incompleto en los instantes que no lo tiene debajo. Total, este instrumento la ha acompañado desde que era niña.
Nacida en Madrid en 1985, esta violinista cuenta que comenzó a jugar con el instrumento a los dos años y nueve meses, con el método Suzuki. “Vivíamos en Boston, porque mi mamá estaba estudiando Humanidades en Harvard y mi papá trabajaba en telecomunicaciones”.
Rápidamente, el violín se convirtió en el centro de su vida. Aprendía otras actividades artísticas, ballet, pintura, piano, montaba a caballo, pero pronto estas cosas se fueron desvaneciendo.
Terminó su primaria en casa, con profesores particulares, porque los compromisos artísticos no le daban tiempo de asistir a la escuela. Fue alumna de Maxim Vengerov en Saarbrücken y David Takeno en Guildhall School of Music and Drama. Su último profesor fue el maestro Rostropovich.
¿Ya conocía Medellín?
“Primera vez que vengo a Colombia. Tenía muchas ganas de venir porque conozco a dos músicos: Sergio Posada, pianista, y Andrés Orozco, director. Me habían hablado del entusiasmo que existe aquí para la música, del talento que tienen los chicos”.
¿Ha conocido algún sitio?
“Entre las clases magistrales en las universidades Eafit y de Antioquia, los ensayos del recital con Sergio y lo de este lunes no me dejan tiempo para conocer la ciudad. Pero está bien, a eso vinimos: a hacer música. Sin embargo, he comido maravillosamente. La comida es rica, las frutas, maravillosas. Hay un ambiente muy especial”.
De sus profesores, Maxim Vengerov, David Takeno Y Mstislav Leopóldovich Rostropovich, quién ha ejercido mayor influencia en su arte?
“Todos los profesores me influyeron demasiado. Destaco a Rostropovich, que ya no está con nosotros y echo de menos sus consejos. Lo conocí al final de su vida, lleno de sabiduría”.
¿Cuál consejo recuerda?
“Recuerdo una frase: “Estás elegida para ser un soldado de la música”. En ese momento no entendí muy bien qué quería decirme, pero luego entendí que los intérpretes de instrumentos y los directores somos quienes hacemos posible que unas notas musicales escritas en partituras, cobren vida. Si no fuera por nosotros, esas composiciones no estarían vigentes”.
En el programa de hoy, usted participará en el Concierto para violín en Re menor, Op. 47 J. Sibelius. ¿Qué nos dice de él?
“A Sibelius lo interpreté por vez primera a los 13 o 14 años. Lo he tocado toda mi vida. De todos los compositores, esta es una de las pocas obras en que cada nota tiene un sentido musical y no podría funcionar sin esa nota. Es un compositor puro y complejo. Es interesante la forma en que dialogan el violín y la orquesta.
El segundo movimiento es lento. Para mí, es como una romanza a su país, Finlandia, a su naturaleza. Es muy folclórico también. En su tiempo decían que era muy difícil para tocarlo. Lo revisó e hizo una segunda versión. Él era perfeccionista”.
¿Por qué ir al concierto?
“Disfrutar de la música de Sibelius y de Shostakovich es una experiencia inolvidable. Es ir a otro universo, a otra galaxia. Es como si el tiempo se paralizara. Se dejan atrás las preocupaciones para perderse en otro universo, al que le lleve la música. La música suscita emociones muy diferentes a las que se dan de la vida diaria. Es una experiencia para privilegiados”.
Envigadeño dedicado a la escritura de periodismo narrativo y literatura. Libros de cuentos: Al filo de la realidad y El alma de las cosas. Periodismo: Contra el viento del olvido, en coautoría con William Ospina y Rubén López; Crónicas de humo, El Arca de Noé, y Vida y milagros. Novelas: Gema, la nieve y el batracio, El fiscal Rosado, y El fiscal Rosado y la extraña muerte del actor dramático. Fábulas: Las fábulas de Alí Pato. Premio de la Sociedad Interamericana de Prensa.