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El plan de hoy es irse a leer a la Parada Juvenil

Desde literatura para adolescentes y manga, hasta clásicos literarios encuentra en la Parada Juvenil de Lectura.

  • Julián, José Miguel, Émerson, Juana Valentina, Sara Michel, Dixon y Sara, del colegio Simón Bolívar. María Camila, de La Inmaculada. FOTOs edwin bustamante.
    Julián, José Miguel, Émerson, Juana Valentina, Sara Michel, Dixon y Sara, del colegio Simón Bolívar. María Camila, de La Inmaculada. FOTOs edwin bustamante.
  • El plan de hoy es irse a leer a la Parada Juvenil
  • ilustración cortesía fiesta del libro
    ilustración cortesía fiesta del libro
14 de julio de 2018
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En la ciudad, las voces se confunden. Los mayores —que se parecen a los de todos los tiempos, porque creen que los menores están perdidos—, dicen que la juventud no lee, ni quiere hacer nada de provecho. En cambio, las cifras del Ministerio de Cultura señalan que Medellín es la capital de departamento más lectora del país.

Lo que se percibe en los Eventos del Libro, como La Parada Juvenil de Lectura, que se realizará en la Unidad Deportiva María Luisa Calle de hoy a las 2:00 p.m. a mañana, a las 6:00 a.m., es que entre los jóvenes hay gran cantidad de lectores y entusiastas por la literatura.

Ahora preguntemos: ¿qué leen los jóvenes?

María Camila Zapata es una joven de 14 años, estudiante de 8° grado del colegio la Inmaculada, de Belén. Se expresa con el desparpajo de las personas que leen. Cuenta que cuando era niña, los grandes de la casa solían leerle. Está convencida de que por esta razón se anidó en su espíritu la pasión por leer. Y lo hace desde que aprendió a entender lo que dicen las letras cuando se juntan. Sin embargo, en el último año ha convertido la lectura en un férreo hábito.

“Me interesa, especialmente, la literatura romántica”, comenta, en una especie de prefacio a la lista de libros en que se ha sumergido en los últimos meses, y comentarios sobre estos.

Un relato que recuerda con cariño es Mi amor de Wattpad escrito por la venezolana Ariana Godoy. En 426 páginas cuenta la historia de una muchacha que disfruta de navegar en internet y escribir cuentos. Se enamora de un muchacho, a quien después conoce.

After, de Ann Todd, una serie de cinco volúmenes sobre Teresa Young y su romance con Hardin. María Camila está ilusionada porque hoy, en la Parada, recibirá un regalo de manos de su primo: el cuarto tomo de la saga.

Este año también ha leído Los pargos azules, de Elena Corujo. “En él encontré muchas ideas sobre la homosexualidad y el respeto a la mujer”.

Y no ahorra elogios para Pedro Pascasio, el pequeño prócer, la novela histórica de Carlos José Reyes, que alude al héroe de 12 años de la Batalla de Boyacá.

Desde clásicos hasta manga

En la Unidad Educativa Simón Bolívar, de Itagüí, la lectura y la escritura tienen un espacio y un tiempo importantes. Bajo la dirección de la profesora Diana Aguirre, los estudiantes acuden a un salón de lectura que nunca está inactivo ni apagada. Decorada con carteles de poemas de Alfonsina Storni, Jairo Aníbal Niño y otros poetas, y un mural con El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, viajando en el espacio, los alumnos se sientan alrededor de una mesa redonda o de cojines dispuestos en el suelo.

Sara Michel Restrepo y Juana Valentina Mejía dicen que prefieren los libros impresos a los digitales, porque leer en las pantallas les cansan los ojos. Julián Valencia, José Miguel Muñoz y Émerson Cano coinciden en que “eso depende”. En su caso, explican, como lo que prefieren son historias contadas en manga, hallan muchas de ellas en la red y no les cuesta nada leerlas allí o descargarlas en sus equipos.

Estos lectores de historietas reconocen que poco los atraen las novelas y los cuentos. Sin embargo, han disfrutado con los Cuentos de la selva, de Horacio Quiroga.

Muñoz exclama: “el mejor es La gallina degollada”, pero en su hablar siempre desemboca en los cuentos de zombis que lee en manga.

Sara Michel acabó de leer El tesoro de la sombra, de Alexandro Jodorowsky, que no es ruso, sino chileno. Le gustan las historias de crímenes y la poesía desasosegada, trágica, con el tufillo de la muerte.

Juana Valentina leyó hace pocos días Skins, de la inglesa Ali Cronin, la misma de Nada es para siempre.

¿Por qué a Dixon Estéifer Gálvis le gusta el Quijote?

“Porque el Quijote me describe a mí. Trata de la vida de un personaje que hacía las cosas a su modo, aunque los demás lo juzgaran”.

A Dixon, las que más lo atrapan son las lecturas históricas, que le den explicaciones de asuntos del pasado, y algunos temas de reflexión. Leyó un libro sobre la primera Guerra Mundial y Por qué le pasan cosas malas a la gente buena, de Iván Gutiérrez. Y como el Quijote, este estudiante de cabello largo resiste las críticas de las muchachas lectoras que señalan este libro como de autoayuda. “No me gusta este género, porque tratan los temas como tan superficialmente...”, sostiene Sara Michel.

Una compañera, Sara Espinel Ocampo, prefiere la ficción, el amor y Fanfix. Estas son “historias en las que parece que uno fuera al que le pasaran las cosas. Que uno fuera el cantante... Ahora me quiero leer Olvidados”.

Se refiere a la serie de Michael Grant, en la que de un momento a otro, todos desaparecen. Solo quedan los adolescentes y los niños; ningún adulto.

Queda claro que los adolescentes, como los más grandes, tienen intereses lectores diferentes y para todos los gustos hallan los libros.

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