Palermo Cultural (calle 9 # 42-37) era un colegio antes de ser un espacio para artistas y gestores, y en el futuro será la sede de un gran proyecto empresarial e inmobiliario que no piensa dejar de lado la parte cultural, para darle otros tonos a la zona rosa de El Poblado. En una de sus “salas” lograron acomodarse los doce artistas que tienen obra en “Próximamente”, una colectiva de arte contemporáneo organizada por los mismos artistas, a falta de otros espacios para mostrar su trabajo.
David Escobar Parra, uno de los expositores, afirma que la necesidad de la autogestión nació principalmente por las dificultades para participar en el Salón Nacional este año, que se enfocó en la cuenca del río Magdalena, y, tal vez por la idea de disperzarse en 23 exposiciones a lo largo del territorio, careció de foco y claridad. “Como agentes reconocemos una debilidad estructural en el conjunto de espacios de circulación de arte contemporáneo —aún más reducidos tras la pandemia— y, en respuesta, planteamos una exposición que suceda por fuera de las lógicas de circulación y legitimación institucionales”, dice la presentación.
Con la necesidad de expresión, decidieron reunir dinero entre todos y lograron una muestra que incluso se sale de las fronteras colombianas y abarca multiplicidad de medios y métodos, enfocándose en el análisis del contexto social, político y económico actual. “Sabemos que entre nuestros saberes compartidos se encuentra lo necesario para desafiar al público, interpelarlo y retarlo a encontrarse con el arte en un contexto de emergencias y de crisis”, dice el texto más adelante.
De las estéticas y el tiempo
La encargada de recibir al público es la obra de Ximena Escobar, Círculo de Bujas 1 (2022), un homenaje a la revista feminista Brujas. Las mujeres escriben, una de las primeras en su género, puerta de reivindicación para las mujeres de los años 80. La obra está compuesta de una recreación de los carteles que sacaban las feministas de la época en las manifestaciones y un círculo de flores, pensado como escena de conversaciones durante la exposición, que cierra a finales de mes.
Luego está la obra de David Gutiérrez, Día feliz (2022), que analiza, a través de un archivo fotográfico de tortas decoradas de un antiguo negocio, qué figuras se usan tradicionalmente para las celebraciones, cómo se reinterpretan en el contexto local y cómo han evolucionado los referentes estéticos populares.
Por su parte, Adriana Martínez recurre a su trabajo de piezas de arte en ropa, para hablar de los símbolos. Vuela Vuela (2021-2022) hace referencia al uso de ciertas imágenes, en su mayoría provenientes del reino animal, para transmitir ideologías y la consecuencia ha sido la disminución de la población de dichos animales en el mundo.
En las paredes está El empate (2022) de Juan David Laserna, una serie de dibujos en carboncillo, algunos transportados desde Bogotá, donde se encuentra el taller del artista, y otros hechos en sitio, sin ningún tipo de fijador, lo que hace que se deterioren con el tiempo y que cada vez que se vea la obra tenga un aspecto diferente.
Nostalgias y pérdidas
El montaje de la muestra se hizo en una maratónica semana, para perder el menor tiempo posible del alquiler del espacio y varias de las obras se crearon in situ, con intención efímera. Además de la de Laserna, también está Planetarios de todos los países, ¡uníos! de Juan Sebastián Peláez, una gran cabeza de cartón que parece una reproducción del clásico dibujo animado Capitán Planeta en el estilo ruso de principios del siglo XX que está a la interperie y Cardio (2022) de Henry Palacio, que hizo una pastilla de viagra gigante, también en cartón.
Dos de las obras están dedicadas a amigos artistas que ya no están. 1043TAJ (2022) de Sofía Reyes, que en su estilo personal manifiesta la emoción que le despertó la muerte de Juan Pablo Echeverri, el pasado 16 de junio, y Del negro al rojo (2022) de Ana María Montenegro, que continúa la exploración conjunta que tenía con Sebastián Restrepo, quien desapareció cuando realizaba una caminata en una reserva forestal de Envigado, en marzo de 2021.
Medios mixtos
Ana María Millán, en su obra Sin título (2021-2022), contrapone pinturas basadas en un cómic sobre Marquetalia, con videos de diferentes épocas que se preguntan por la imagen gráfica y la propaganda.
David Escobar Parra también usa el video y la pintura para homenajear a Eduardo La Rata Carvajal, más conocido como El Zarco por su personaje en la película La vendedora de rosas, en la obra gansociego (2022), que recuerda las escenas que lo hicieron célebre y su muerte anónima.
Por su parte, Daniel Villegas, quien está definiendo sus formas luego de terminar el pregrado, presenta Entrenador de tigres (2022), una remezcla de la obra de Fernando Botero que conversa con un tapete hecho con la famosa cobija tres tigres ecuatoriana.
La cereza del pastel es la pieza del colectivo mexicano RRD que utilizó un antiguo baño del colegio para instalar su colección de moda pospandémica Distópika (2022) que “yuxtapone diversas estéticas urbanas con ámbitos de la moda para redefinir signos y símbolos utilizados en la cotidianidad mexicana”.
La estética de otro tiempo del espacio seleccionado, sumada a la sensación de abandono y deterioro, le da otros sentidos a la exposición, que cumple la promesa de interpelar y cuestionar, una de las mejores cualidades del arte.