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Los negros de Goya, el descendimiento de la cruz de Van Der Weyden, los jardines de El Bosco, las imágenes celestiales de Tiziano, las figuras enclenques de El Greco contra las robustas de Rubens, y las enigmáticas Meninas de Diego Velázquez, quien plantea en un lienzo si lo que se ve es real o ilusión, son obras que hacen parte de un mismo museo, El Prado.
Un recorrido audiovisual de este espacio de arte se proyectará en salas de cine de Colombia desde hoy. Museo del Prado. Una colección maravillosa revisa la historia de varias épocas de España a través de las piezas de esta colección –1.700 exhibidas y 8.000 en bodega–, con solo siete hechas por mujeres.
La libretista italiana Sabina Fedeli le habló a EL COLOMBIANO sobre la investigación en esta institución que recibe tres millones de visitantes al año y que en noviembre cumple 200 años. “Lo que intentamos es contar la historia de cada cuadro y el de una nación. Hemos mezclado la política y el arte porque nos parecía más iluminador dar ejemplos que mostraran costumbres, épocas o ideas”.
Para elegir entre los 1.700 cuadros y contar la historia del documental, ella señala que hicieron conexiones simbólicas como en “La Gloria” de Tiziano que, precisa, es también una declaración de fe. Para crearlo el artista estudió al emperador y se rodeó de teólogos y filósofos, y con esa historia detrás hay muchos cuadros con mensajes que curadores e historiadores van explicando.
–También es la historia de la moralidad, del erotismo, del rol de la mujer...
–Intentamos poner en evidencia los contrastes, los prejuicios, las contradicciones. Por ejemplo, el rey católico Felipe II, que estaba loco por Tiziano, que era la sensualidad pura. O cuando el Prado se nacionaliza en 1868, que las mujeres ni los niños podían ver desnudos femeninos. No cambió el panorama de 1450 a 1868.
–O como la mujer barbuda...
“Es ‘Magdalena Ventura’ (1631), de Jusepe de Ribera, la pintura de una mujer con tetas y barba, que amamanta a un niño. Parecen más modernos que ahora porque plantea que es algo que ha dado Dios y que lo que Él da no se puede contestar, que hay que aceptar todas las personas diferentes, un discurso muy moderno.
La producción
Para hacer el documental trabajaron después de las 12:00 y grabaron de noche, porque El Prado está abierto todo el año y no se puede cerrar. “El museo colaboró mucho”, añade Sabina. Es un sitio de tradición que está dentro de un palacio antiguo, que para ella tiene una magia particular porque es como viajar en el tiempo y los cuadros “te capturan”, como si te acogieran en casa y te dijeran adelante, mírame”.
Sobre si tuviera que elegir una obra de esta institución, entre esas tantas que hay, Sabina señala que se quedaría con la Lamentación de Cristo, del pintor italiano Andrea Mantegna, porque aunque es muy limpio y sencillo, “el dolor es muy puro, sin ser demasiado dramático. Es la mirada de Cristo que te dice todo, sin necesidad de sangre, te va al corazón” .