La historia del tango está tejida a la de Medellín. Incluso antes de la muerte de Carlos Gardel, la ciudad escuchó y bailó con las melodías que hablaban de amores imposibles y de compadritos que se jugaban el pellejo en lances de cuchillos y licores. Esta ha sido, también, la historia de A puro tango, una compañía que durante veinte años se ha dedicado a estudiar, difundir y presentar espectáculos relacionados con el género. En el camino el colectivo ha ganado varios reconocimientos, entre ellos ha obtenido dos Becas de Creación en Danza para grupos de larga trayectoria: la primera en 2017 y la segunda en 2020. La segunda se tradujo en el show Un tango, tres momentos, que el público de la ciudad podrá ver el 18 de agosto a las 8:00 p.m. en el teatro de la Universidad de Medellín. Se trata de una función única. Una vez el telón caiga y los compases se terminen, los bailarines y los músicos se preparan para una gira en Europa (Alemania, Italia, España) y dos funciones de cierre en Bogotá.
Sebastián Avendaño Suárez –fundador de A puro Tango– comenzó en el mundo de la danza en un ritmo en apariencia antónimo: la música tropical. El flechazo con el género del Río de la Plata lo recibió en los noventa, cuando asistió a un montaje que un grupo argentino hizo en Medellín. Desde entonces, el tango ha sido el norte de su carrera artística. Los primeros pasos, por supuesto, fueron en el circuito de la milonga, lo que los entendidos en el tema llaman tango social. Un baile más espontáneo, más cercano al cortejo y la seducción. Luego, al profesionalizarse, él y un grupo de amigos pasaron al tango de escenario, pensado con coreografía para un auditorio más amplio.
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