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Corrado Bolsi se presenta en Eafit: las formas de viajar en el tiempo gracias a la música

En el concierto se tocarán piezas del barroco europeo, que conectarán al público con el pasado y con los ríos.

  • Corrado Bolsi es uno de los violinistas europeos más prestigiosos de la actualidad. Sus facetas de intérprete y de maestro así lo confirman. FOTO: Jaime Pérez
    Corrado Bolsi es uno de los violinistas europeos más prestigiosos de la actualidad. Sus facetas de intérprete y de maestro así lo confirman. FOTO: Jaime Pérez
15 de marzo de 2024
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El arte es una de las pocas cosas espirituales que quedan en el mundo de los viajes espaciales, del ChatGPT y de las investigaciones genéticas. Tal idea queda en la memoria luego de conversar con el violinista italiano Corrado Bolsi, que se presentará este sábado 16 de marzo a las seis y media de la noche en el auditorio Fundadores de Eafit. Allí, Corrado —que comenzó sus estudios musicales en el Conservatorio de Santa Cecilia de Roma y pulió sus destrezas en París— interpretará piezas de Johann Sebastian Bach (la Suite Orquestal No.3), de Georg Philipp Teleman (la Suite “Música del agua”) y de Georg Friedrich Händel (Música del agua), nombres relevantes de la historia de la música barroca europea y mundial.

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La noción de la espiritualidad del arte se desprende de la forma en la que Corrado habla de su instrumento. En medio de la entrevista lo señala en su estuche para contar su historia: se trata de un violín que perteneció a Louis Kaufman, el músico estadounidense de raíces judías responsable del resurgimiento del interés público por las composiciones de Antonio Vivaldi. Además, Kaufman hizo parte de las orquestas que grabaron las bandas sonoras de algunos de los éxitos mayores del cine gringo de finales de los treinta y principios de los cuarenta. Basta mencionar los títulos de Lo que el viento se llevó, Cumbres Borrascosas, Casablanca para hacerse una idea del prestigio del músico.

“Cuando el instrumento parece que no funciona es porque tu no funcionas. Tienes que encontrar un equilibrio físico para estar en armonía con el”, dice Corrado. En otras palabras, la música —el arte en general— es una prolongación en el mundo de la interioridad del artista. Esta idea concibe la interpretación musical como un ejercicio del alma y no como una mera técnica en la que basta poner los dedos en las cuerdas indicadas o presionar las teclas justas en el momento preciso. Además, ese vínculo con el instrumento supera la relación del que tiene un obrero con su herramienta de trabajo. Al menos es así en la visión de Corrado.

“Este no es mi violín, yo soy su violinista. Tengo la suerte de que él me haya escogido para compartir una parte de su vida conmigo. Espero dejarlo bien a otro violinista como Kaufman y sus otros dueños me lo dejaron bien a mí”. El instrumento es un puente con la historia mientras el músico es un custodio de la tradición. “El instrumento crece contigo, se transforma contigo. “Al final los instrumentos suenan según nuestro equilibrio espiritual y psíquico”, dice el músico, que ejerce la docencia en el Conservatorio Superior del Liceo de Barcelona, institución en la que tiene el cargo de director de cuerdas.

Y no solo el intérprete se conecta con la historia gracias al instrumento. El público también lo hace. Corrado da un ejemplo para entender esta idea. La música barroca —la que se compuso en Europa desde 1600 hasta 1750— es el sonido de un mundo que ya no existe, del mundo que fue abolido por la revolución francesa y las ideas de la Ilustración. En consecuencia, escuchar estas piezas en la actualidad equivale a viajar en el tiempo. Pero, en lugar de hacerlo en un carro o en una nave —como muestra el cine—, el público viaja por el río del pentagrama y de las vibraciones de la orquesta. Este hecho es un desafío y una aventura para los asistentes.

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