Entre las montañas que hacen parte de los municipios de Copacabana y Girardota, Norte del Valle de Aburrá, hay una subida de respeto para los amantes de la bicicleta: El Limonar.
Pasando por cebollales y muchas veces atravesando la bruma, un aficionado puede tardar horas para coronar el alto ubicado a 2.497 metros sobre el nivel del mar y con una pendiente media del 12,9 de desnivel y rampas que alcanzan el 20%.
Si bien son 10 kilómetros de ascenso, el desnivel acumulado de 1.094 metros hace que pedalear por esa cuesta sea un calvario. No obstante, hay un hombre que goza de admiración al moverse como pez en el agua mientras recorre ese lugar: Edison Muñoz, el popular Pastu, quien en el reciente Tour de Girardota, en el que terminó subcampeón, invirtió 40 minutos y 42 segundos trepando hacia aquel puerto de fuera de categoría.
Ese tiempo le sirvió para darse cuenta que la tendinitis de rodilla, la cual lo afectó en el pasado Clásico RCN para terminar en un mejor lugar, ya no lo mortifica.
“Ya me siento recuperado, con fuerza e ilusión de seguir haciendo lo que más apasiona que es competir sobre la bicicleta”, indicó Edison, quien nació hace 26 años en Apartadó y que desde pequeño reside en Copacabana.
Vivió el drama
Mecánico de bicicletas de profesión, Muñoz ha impresionado a la vez con su talento para escalar, siendo en los últimos años uno de los corredores más combativos en las distintas carreras del calendario nacional. Pese a sus lesiones, el deseo de triunfar le ha permitido superar obstáculos y mantenerse vigente en la élite del pedalismo colombiano.
En la Vuelta a Antioquia-2019, en la que era segundo en la clasificación general, tuvo un accidente durante la disputa de la tercera etapa que partió de Remedios y el cual puso en riesgo su continuidad en el alto rendimiento.
En la contrarreloj de 31 kilómetros, tras coger una curva, chocó contra una motocicleta.
Más allá de la impotencia de no poder disputar el título, llamó la atención que, sin fracturas, un extraño malestar no desaparecía del cuerpo del escarabajo ocho días después del incidente.
“Me laceré la pierna, y en esa herida me entró una bacteria. El diagnóstico final, y después de una semana y de estar visitando clínicas, el diagnóstico fue meningitis”, comentó Muñoz, quien estuvo dos meses hospitalizado.
“Según los médicos, hubiera podido quedar parapléjico o perder la memoria, gracias a Dios no tuve secuelas”, recordó el corredor, quien tres meses luego de volver a montar en bici se consagró campeón de la montaña del Clásico RCN.
Para acabar de ajustar, en 2020, otra vez en el Clásico, ganó la segunda etapa, se cayó, y luego, en la quinta, se tuvo que retirar porque le dio covid.
“Más allá de las dificultades que se presentan, hay que seguir luchando y persistiendo, solo así llegan las satisfacciones en algún momento”, expresa Muñoz, quien luego de cinco temporadas acaba de terminar su contrato con el equipo Orgullo Paisa.
“Se viene un gran reto: encontrar equipo. Ya empecé a tocar puertas”, aseguró el Pastu, aún joven para seguir dejando huella en el pedalismo y fortalecido y motivado tras superar otros grandes obstáculos