Cuenta la leyenda que, durante la Guerra de los 30 años, en la primera mitad del siglo 17, las mujeres francesas del Saona subían a la Planche des Belles Filles, en los Vosgos, para huir de los soldados suecos y, cuando se veían acorraladas, se lanzaban al lago para morir.
Dicen también que el nombre de Belles Filles se debe a las incontables flores que crecen entre los viñedos, los arándanos y los robles de esa maravillosa y ruborizada montaña, cuyos paisajes fueron bellamente descritos en cuentos de Daudet y Flaubert, e inmortalizados en las fotografías de Leonid Andronov.
En ese romántico escenario, en el que también murieron alcanzados por las lanzas y las espadas miles de soldados senegaleses, esclavos del Imperio, se llevó a cabo la etapa siete del Tour de Francia.
La jornada partió en el Cantó de Tomblaine y recorrió los 176,3 kilómetros hasta La Planche des Belles Filles en apenas 4 horas, a una media de 44 kilómetros por hora. Una locura.
De eso se trata el ciclismo actual, de velocidad y potencia, y eso es lo que no han podido entender los aficionados de canas en la barba y el pelo.
El ciclismo cambió, no se hizo soso, aburrido, de bajo nivel. Al contrario, hoy los ciclistas son más fuertes y tienen mayor resistencia, pero son tan parejos, que los ataques tienen que limitarse a los últimos 5 kilómetros, o incluso al último, como sucedió este viernes, pues hacerlo antes representaría, como las mujeres de la leyenda, un suicidio.
Eso les pasó a los fugados: Kamna, Pedersen, Geschke, Teuns, Schachmann y compañía, quienes batallaron como locos para desprenderse del lote durante la primera hora de carrera y, cuando por fin lo lograron, no llegaron a acumular una ventaja que les permitiera soñar con la victoria, y uno a uno fueron cayendo ante el trepidante avance del pelotón, tirado siempre por los caballos del UAE: Majka, Bennett y McNulty.
Le faltó poco
El único que resistió hasta el final fue Lennard Kamna, el alemán del Bora, quien se aferró con uñas y dientes a esas rampas imposibles de 20 y 24 % de gradiente.
Era como subir la piedra de El Peñol en bici, y Kamna empujó y empujó su máquina hasta donde pudo, pero la fuerza de Pogacar y los demás favoritos trituró al teutón a falta de 200 metros para la meta.
Rafal Majka, el polaco, fue el último gregario que le quedó a Poggy en la subida, y se rindió a falta de 450 metros de la raya final.
En ese momento, el esloveno tensó la carrera, pero no se alejó, entonces vino el contrataque de Jonas Vingegaard, el vikingo del Jumbo que llevaba en su espalda la bandera maltrecha de Primoz Roglic, derrotado y humillado en ese mismo escenario en 2020.
Los dos jóvenes pasaron de largo al alemán y se disputaron la etapa en tan solo 150 metros, terreno suficiente para Poggy, quien repleto de viento superó al danés en las últimas exhalaciones, sobrepasándolo a cinco metros de la meta.
Como a ‘Rogla’ en aquella contrarreloj de 2020, Poggy humilló a Vingegaard. Una exhibición más del bicampeón del Tour, quien se ha vuelto tan imbatible que aburre, pues aunque suene a perogrullada, nada más tedioso que una tiranía en el deporte, o si no, pregúnteles a los aficionados al tenis o al rugby, quienes llevan décadas viendo ganar a los mismos.
Pareciera que la carrera está sentenciada, y que solo un infortunio cambiará las cosas.
Pogacar se ve muy fuerte y sus rivales muy acobardados. Antes del segundo descanso, quedan dos vuelos más alrededor de los Alpes, este sábado con llegada en Lausana, Suiza, la “cumbre del deporte olímpico”, y el domingo en Portes du Soleil, estación de esquí entre el Mont Blanc y el Lago de Ginebra.
Lo más probable que es los favoritos guarden fuerzas para la segunda semana, resignados desde ya a luchar por el segundo y tercer lugar del podio.
Los colombianos no lo hicieron mal y mantuvieron sus opciones de ingresar entre los diez mejores. Dani Martínez y Rigo Urán pasaron a 45 segundos en los puestos 11 y 12 de la etapa, mientras que Nairo Quintana llegó en la casilla 15, a 51 segundos.
En la general, Pogacar es primero y Vingegaard lo sigue a 35 segundos. El tercero, Geraint Thomas, del Ineos, ya pierde un minuto y 10 segundos. Martínez es décimo, a 1.55, y Nairo 11, a 2.06. Urán subió hasta el puesto 16 a 3.09.
Ver el Tour, con Pagacar, es como ver una película de los años 90 o de comienzos del siglo 20, en la que uno ya conoce de memoria los diálogos y las escenas de acción.