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Reconoce que está un poco “loco” y que el amor por sus patines lo |ha llevado a lugares soñados, a cumplir retos no imaginados y a rodar por el mundo.
Sobre ruedas, Diego Mauricio Posada Echeverri ha logrado velocidades de 109 kilómetros por hora. Recalca que está “loco” mientras lanza una enorme carcajada y argumenta que quiere darle más oros a Colombia en los Roller Games.
Luego advierte: “me inicié en la natación y fui campeón, pero las piscinas me enfermaban mucho”. Por eso exploró en el microfútbol, el taekwondo y el voleibol, hasta que el Niño Dios le trajo unos patines y supo que ya no quería bajarse de ellos.
Fue campeón nacional juvenil y mayores, y se perdió el Mundial por una lesión de hombro; también se fracturó la tibia y el peroné.
Su amor por las ruedas siguió intacto y al empezar a estudiar Ingeniería Electrónica en la Universidad Pontificia Bolivariana continuó entrenando de manera recreativa.
Lo suyo siempre ha sido la velocidad y por eso se especializó en el descenso, prueba en la que representará a Colombia desde hoy en Nanjing. Italia y Francia se presentan como los rivales más potentes.
Junto a Carlos Quiroga serán los únicos representantes del país en esa modalidad que tendrá dos pruebas, una individual y otra en el estilo de baterías (eliminación de cuatro deportistas por serie, hasta definir los medallistas).
Afirma que podría dormir con los patines puestos. Y no es exageración, pues a pesar de que ha tenido medios de transporte diferentes, siempre prefiere este.
Cuenta que cuando fue entrenador en Donmatías se iba en ellos, daba la clase y regresaba a su casa en Medellín. Eran 6 recorridos semanales.
Hace tres años pasó 26 horas montado en sus patines, como preparación para unos maratones en Europa y decidió exigirse para comprobar cuánto tiempo podía aguantar.
Entre sus hazañas, señala el deportistas, están recorrer grandes distancias: Medellín-Tolú (513 km); Medellín-Bucaramanga (392 km); descolgada del cañón de Riobamba (Ecuador); descenso del Cristo Rendentor en Río de Janeiro, cruzó el desierto Piura-Chiclayo (Perú) y además hizo una gira por Suramérica .
Periodista de la Universidad del Quindío. Cuyabra hasta los huesos y mamá de un milagro llamado Mariana, amante de la salsa y apasionada por el deporte.