Si no hubiera sido técnico, el ecuatoriano Octavio Zambrano se dedicaría a las artes plásticas y a pintar lienzos. Su tranquilidad al expresarse es la misma que ha transmitido el Independiente Medellín en las últimas siete fechas en las que no ha perdido (seis triunfos y un empate).
EL COLOMBIANO habló con el entrenador escarlata sobre aspectos de su vida, además del deportivo.
¿Cómo se adaptó a la ciudad?
“El fútbol me ha dado la oportunidad de viajar mucho y vivir en diferentes lugares. Medellín es una ciudad extraordinaria con cultura, buen ambiente, educación. Me siento afortunado de estar acá”.
¿Quiénes son las personas importantes en su vida?
“Tengo una familia extensa y dispersa en diferentes partes del mundo, hay un hermano que vive acá en Colombia, pero mi núcleo lo constituyen mi esposa Katia y mi hijo Lionel”.
¿Su hijo se llama Lionel por Messi?
“Es un nombre que nos gustaba por mucho tiempo, pero cuando él nació fue en la época de oro del Barcelona de Lionel Messi, Xavi e Iniesta. Vivíamos en Kansas City (EE. UU.) y esos partidos con ese tridente eran extraordinarios y cada que teníamos la oportunidad los veíamos juntos. Ahí nos decidimos por ese nombre”.
¿Por qué la vida lo llevó a viajar tanto?
“El fútbol es un deporte universal y es casi inevitable que cuando uno quiere aprender, conocer, empaparse de otras maneras de pensar, vivir y jugar al fútbol, es casi obligatorio que uno tenga que salir de su país”.
Llegó muy joven a EE. UU., ¿aprendió rápido?
“Tenía 18 años y eso me abrió una ventana muy amplia porque llegué a California, una zona multicultural, donde me nutrí de muchas experiencias antes de estar en la Liga de fútbol de ese país, previo a mi llegada a Suramérica. Lógico que cuando arribé a Estados Unidos me tocó vivir las vicisitudes del inmigrante y el choque que conlleva dejar un país e irse a otro en donde el idioma es diferente, las maneras de relacionarse y llevar una vida cotidiana también. Son factores con los que hay que convivir, pero siempre que voy a un lugar distinto lo veo como un reto extraordinario”.
En ese recorrido, ¿qué sacrificios le ha tocado hacer?
“Esto ha sido una travesía con momentos difíciles, porque cuando a uno le toca abandonar un proyecto, que sabe que no ha madurado todavía, es lo que más duele, y eso es una realidad del fútbol. Ese tipo de cosas me impactan, y siempre, cuando hay un grupo de jugadores y una institución que valora lo que uno puede ofrecer, habrá un muy buen ambiente de trabajo, independiente del lugar que sea, porque la cancha es la misma, el balón y los mismos 30 o 25 jugadores. Desde ese punto de vista me duele cuando los proyectos se cortan prematuramente”.
Con este DIM ha pasado por un buen comienzo, una racha negativa y ahora una grata reacción...
“Nunca me sentí presionado por factores externos, la presión que sentí fue adentro, porque estaba tratando de resolver una situación que se presentó y no encontraba la manera. Hubo tensión, pero llevo más de dos décadas como técnico y sé que hay procesos que se truncan, porque deben estar acompañados de resultados, pero me percibí capaz de revertir esto y no me sentí, ni demasiado mal cuando estábamos en esos momentos, ni tampoco me siento ahora tan bien para decir que las cosas salen por sí solas. Creo que estamos en el umbral de conseguir algo importante. Trato de mantener la cordura, porque sé como es esto y hay que lograr el equilibrio”.
¿A qué situación se refiere?
“Tuvimos que rearmar el equipo, darle un giro. Llegué cuando el grupo estaba armado de cierta manera, y un poco tarde, en el sentido de que arribamos y nos tocó salir a jugar, inmediatamente, los amistosos en Panamá y Estados Unidos, que nos sirvieron mucho. Pero todo se presentó en un ambiente de premura y con lo que teníamos”.
Pero, finalmente, ¿cree que se consiguió salir adelante, o la ida de Didier mantuvo el dilema?
“Empezamos a traer jugadores, se armó un equipo acorde a lo que se necesitaba para iniciar la temporada. El punto más alto de ese momento fue el triunfo en Bogotá sobre Millonarios. Había un cuarteto de volantes que funcionaba muy bien, pero la ida de Didier nos puso en una situación difícil, porque intentábamos reemplazarlo y no lo lográbamos, porque lo que él representaba adentro y fuera de la cancha, carismático y líder natural, se sintió. Nos pusimos en una tarea de tratar de suplir su ausencia y en ese periplo empatamos muchos partidos y perdimos otros, lo que impacientó a la hinchada, que es algo normal”.
¿Y halló la solución?
“Finalmente la hayamos, empezamos a buscar más detalladamente en las inferiores y en lo que teníamos y así fue como reestructuramos el mediocampo y salió la figura de Bryan Castrillón, que nos dio una chispa y unos bríos de juventud extraordinarios, que ayudaron mucho. Además de Larry Angulo y William Parra, quien empezó en la periferia de lo que era el equipo titular y poco a poco se fue integrando a base de merecimientos”.
¿Qué tipo de música le gusta?
“Escucho un poco de todo, me gusta el jazz latino, que en realidad es un producto de la salsa. Aparte de eso disfruto el rock en español y, sobre todo, un grupo como Aterciopelados, una de las grandes bandas del continente”.
¿Alguna canción que le traiga recuerdos?
“Crecí en una familia en la que mi madre ponía sus discos de vinilo todo el tiempo. Recuerdo una colección que sonaba recurrentemente. Todas esas canciones me marcaron, conozco cada letra y cada canción. Por ejemplo, el Disco de Oro de Julio Sosa, una extraordinaria compilación de tangos, de un sentimiento extremo, sumamente poético y a la vez visceral. Esa música me traslada a esos momentos de niño con mi madre. Todas las canciones de ese álbum tienen un significado para mí. También los temas de Charles Aznavour, que tiene un álbum en español y todas las composiciones son magníficas y marcan momentos importantes en mi vida. La salsa de la Fania me encanta también, porque de adolescente de barrio me identificaba con ella sobre manera”.
Además de la dirección técnica, ¿qué lo apasiona?
“Me seduce la cultura, las artes plásticas en particular, colecciono obras de artistas emergentes en la pintura y la escultura. Tengo unos 40 óleos y 20 acrílicos, también esculturas acá en Colombia. Me hubiera gustado tener el tiempo para enfrentarme a un lienzo y tratar de crear algo original, especial y diferente, el arte ha sido parte de mi vida, me gusta la poesía y todas las expresiones artísticas”.
¿La situación de la que más ha aprendido en la vida?
“La muerte de los seres queridos. Cuando uno enfrenta lo inevitable se centra, y se da cuenta de lo pequeño que uno es en este inmenso cosmos en el que vivimos, una partícula de un universo gigante. Te das cuenta que hay cosas que no se revierten, y es allí cuando uno entiende que esto es pasajero, que uno debe tratar de ser el mejor para uno y los demás. Tratar de vivir una vida sin complicaciones, ni demasiado holgazán ni muy ambicioso, encontrar un equilibrio. Eso solo se logra cuando uno se enfrenta con momentos que lo hacen reflexionar, esa introspección es la que realmente vale en la vida”.
¿Qué literatura le gusta?
“Toda la obra de Pablo Neruda así como la de Jorge Luis Borges. Mucho de lo que ellos escribieron son cosas que me han calado profundamente. También Gabriel García Márquez. Una obra de cualquiera de los tres me hace feliz”.
¿Algún tipo de cine?
“Todas las películas de Woody Allen, porque tienen una picardía fina, un humor negro muy original. Si quiero encontrar un momento de sosiego y divertirme escojo una cinta de él porqué sé que me va agradar. También porque es un gran artista cinematográfico. Valoro las películas históricas, pero que se apeguen a los hechos y no a la ficción”.
¿Cuál es su comida favorita?
“Hay una sopa rusa llamada Borsch, de remolacha. Es un poquito difícil de encontrar, pero debe haber un restaurante ruso en Medellín donde la pueda disfrutar. No extraño algo gastronómico, porque en Colombia se come tan rico que uno se entretiene tratando de descubrir todos los sabores que produce esta tierra. Acá, muchas cosas son privilegio, como por ejemplo, que llueve mucho y también que hace demasiado sol, dos elementos fundamentales en la vida para que la tierra germine. Aún tengo mucho por descubrir de Colombia”.