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Páez es sensación en el MTB. Con dedicación y gratos resultados es ejemplo a seguir en el deporte. Viajará a Europa en febrero, antes tiene programado competir en la Copa Colombia, en Cota, a finales de presente mes.
FOTO Getty
Así como se asombraban como su forma de escalar, también mostraban desconsuelo cuando lo veían descender en bicicleta por las cuestas de su natal Boyacá. El temblor en piernas y brazos, producto de los nervios y el temor, era notable en él.
No olvida que comenzó tarde para el deporte de alto rendimiento cuando ya promediaba los 20 años, y que las críticas que le hacían por su forma de rodar jamás fueron una zancadilla en el camino que había emprendido; al contrario, se convirtieron en aliciente para seguir adelante. Hoy, a sus 38 años, después de superar caídas, lesiones y fracasos, Leonardo Páez ve reflejados sus esfuerzos y aprendizajes con el bicampeonato mundial consecutivo de ciclomontañismo en la modalidad de maratón, gesta que logró el pasado 25 de octubre en Sakarya, Turquía.
“Mi carrera no ha sido fácil, he tenido tropiezos, enfermedades, decepciones y en algún momento llegas a pensar que no vas a lograr lo que te propones, pero la familia, los amigos, la novia, el país, en fin, son muchas cosas las que me motivan a luchar por mis sueños”, comentó el corredor, quien arribó el pasado 31 de diciembre a su natal Ciénaga, Boyacá, el pueblo en el que cultivó de niño lechuga, frijol, arveja y remolacha al lado de sus padres María Odalinda León Cuervo y Rafael de Jesús Páez, y en el cual, por donde ahora transita, lo veneran como un ídolo.
Páez, que pertenece al equipo Giant Liv Polimédical, no ve cerca el retiro, mucho menos al saber que tendrá un año más para lucir, en las carreras que pueda estar, el arcoíris que lo identifica como rey mundial, y a la vez porque quiere ayudar a conseguir para Colombia el boleto a los Olímpicos de Tokio. El boyacense, quien se siente fuerte para seguir imponiendo talento, habló con EL COLOMBIANO.
Sorprende que usted no es de los que se queda en el lamento de una derrota ni en la euforia de la victoria...
“Así es, todo lo que me ha sucedido lo tomo como una experiencia más, un aprendizaje. El triunfo en Turquía me llenó de alegría, de mayor ilusión de seguir haciendo las cosas bien. Ya pienso en la presente temporada, en prepararme de la mejor manera para lucir, a la altura, la camisa arcoíris”.
Un honor que pocos tienen, y más en meses tan atípicos en los que el calendario de competencias se afectó debido a la pandemia...
“Cuando volví a Europa en julio, en el recordado vuelo del deporte, tenía muchas ganas de poder correr luego de un año tan complicado debido a este virus. También sentía expectativa, pues al no tener competencias, no se sabía cómo podría rendir ante los demás rivales. Pero confiaba en la preparación que hice en Boyacá. Ese viaje, en medio de tanta tristeza y zozobra, generó en la gente ánimo y esperanza. Luego, poder darle un momento de júbilo a las personas con mi título mundial fue inolvidable. Viví todo ese cariño con las llamadas y mensajes a mi celular así como en las redes sociales. Ahora hay más motivación para luchar por nuevos triunfos”.
Y saber que en otros mundiales ese oro le fue esquivo por fallas mecánicas, caídas, por el temido lodo...
“Hubo años de tristeza, de duras derrotas porque sabía que podía ganar el Mundial, pero con el paso del tiempo, la experiencia y los mismos tropiezos se mejora en la parte técnica para superar el dificultades como el barro, al cual ya no le tengo tanto temor. Ya hay mayor preparación para la alta exigencia pero se debe seguir trabajando porque si se lograron dos medallas de oro, por qué no conquistar la tercera”.
¿Cómo hace para fortalecerse ante la adversidad?
“La madurez adquirida. Uno como deportista está acostumbrado a superar la frustración. No es fácil correr en Europa, pero ese bagaje logrado allí te va fortaleciendo cada vez más. También es vital estar en un buen ambiente, con personas que te entiendan y respalden en los momentos complicados, tanto del equipo como seres allegados”.
¿Y cuál es su secreto para mantenerse vigente y además con tan buenos resultados a su edad?
“Es disciplina, quien tenga esto puedo superar cualquier barrera y llegar lejos. Hay que cuidarse en la preparación, alimentación, en dormir y descansar bien, todo ello suma para tener un buen rendimiento. ¿Una cerveza? Claro que sí, y vino también, pero solo una copa (risas)”.
¿Por qué dicen que comenzó tarde en el deporte?
“Es que tuve mi primera bicicleta a los 17 años pero inicié a competir a los 21. Dicen que lo que se aprende de niño jamás se olvida, y hay chicos, como Egan Bernal, que comenzaron pronto y ya más grandes se les ve una rica condición técnica”.
¿Entonces le trajo inconvenientes esto?
“Pedaleaba duro subiendo, pero me decían que no bajaba bien. No me desanimaba ante ello, pienso que eran críticas constructivas. Sentía que era verdad lo que me expresaban porque en realidad me daba miedo descender. El peligro siempre está latente”.
Pero lograr triunfos, y ya tan longevo, es ejemplo de que nunca es tarde para lograr lo que se quiere...
“Exacto, nunca es tarde. Si se entrena bien al final llega la recompensa de todo el sufrimiento de años de lucha. Y lo más importante, convencerse de que sí se puede llegar lejos. Todo se logra con el trabajo diario. Tal vez pude ganar antes, pero quizá no era el momento, a lo mejor necesitaba otras vivencias para aprender y fortalecerme más”.
¿Se logra superar el miedo en un deporte como este?
“Es complicado. Sí hay más confianza y se logra ganar seguridad al bajar, pero en el ciclomontañismo respeto los límites porque no se puede arriesgar la temporada, la salud, la vida”.
¿Qué les dice a los jóvenes que lo ven como ejemplo?
“Que nunca se den por vencidos, que la vida es de tropiezos, pero se puede salir adelante, y más si se tiene disciplina”
Periodista del área de Deportes