Los delanteros de Hacienda Piedra Pintada, club que tiene ese nombre por cuestiones del Festival, respondiendo al nombre del barrio, pero que, en realidad, se llama Atlético Ibagué, viven de un dualismo futbolístico: presión y motivación.
Presión, porque tienen a Iván “Champeta” Velásquez, recordado delantero del fútbol colombiano de paso por Tolima, DIM y Atlético Nacional, como su entrenador. Y motivación, porque cuentan con un buen modelo al frente.
“Yo les exijo bastante a mis delanteros, lógicamente, por afinidad, pero ahora hago énfasis en la generación de juego, porque me gusta el fútbol bien jugado”, comenta el exgoleador.
Hace tres años, después de terminar su carrera en Caimanes de Perú, se metió de lleno al proyecto, junto con unos socios, y creó una escuela de fútbol en Ibagué. De allí nació Atlético Ibagué, una filial de Atlético Nacional que empezó a seducir a talentos de la ciudad del bunde, como a Cristian Parra. “Saber que el profe pasó por esto y que nos da muchos consejos es una enorme motivación”.
En ese mismo proceso, Champeta ya consiguió la Tecnología en Fútbol de la Universidad de Ibagué. “Yo estoy muy feliz con el club, pero lógicamente quiero dirigir a nivel profesional por lo que debo seguir aprendiendo día a día”, declara el exfutbolista, quien se define como un técnico de emociones cambiantes y dependientes de las situaciones de cada partido.
En el Ponyfútbol, que arrancó el sábado, y venció a Fundación Bavaria (8-0), ve ratificada una de las experiencias más importantes de su corta carrera como director técnico, aunque esta vez es una especie de gerente deportivo, porque, en el campo, aparece el delegado del club, Jonny Emir Mosquera. “Estar acá es un privilegio enorme, es un torneo muy organizado y en el que siempre se sueña competir”, reflexiona Velásquez, quien ahora es un director de orquesta en su amada Ibagué.