Contrario a lo sucedido en el clásico anterior, en el que algunos hinchas dañaron las intenciones de vivirlo en paz, esta vez sí se hizo en completa convivencia, por lo menos en el interior del estadio Atanasio Girardot.
Desde el comienzo el tifo que se vio en la tribuna oriental, que formó una figura que decía “fútbol en paz”, emocionó a todos.
La mayoría de aficionados, mezclados en la tribuna occidental, destacaban ese gesto: “que bacano”, “así es como debe ser”, “es el mejor tifo que he visto por el mensaje”, fueron algunas de las frases de elogio que se escucharon.
De nuevo se vieron parejas de novios con camisa verde y roja, juntas, abrazadas y tomadas de la mano. Igual el humo de colores verde, blanco, rojo y azul, toda la fiesta que implica tener a las dos hinchadas juntas y en paz.
Los cánticos iban y venían y cuando Nacional abrió el marcador fueron los hinchas verdes los que ahogaron las voces de los rojos, pero cuando el turno de celebrar fue para los escarlatas, los aproximadamente 13.000 hinchas del “visitante” se sintieron más que el resto en el estadio.
Si en la cancha el partido era intenso, en la tribuna seguía igual. La barra de Los del Sur nunca paró de alentar a la escuadra verdolaga, ni siquiera cuando su club estaba por debajo en el marcador. Ese aliento contagió a algunos hinchas tristes de otras tribunas que no comprendían que perder es normal en el fútbol.
Al final, no solo ganó el Medellín sino que ganó la ciudad con el mensaje de paz y convivencia que por fin, tras muchos intentos fallidos, se envió al resto del país. Ojalá todos los clásicos se vivieran como el de este sábado.