El 3 de febrero de 2013, el diario The Sun tituló “Ali está enfermo y al borde de la muerte”.
El tabloide británico recogía así una declaración de Rahman, hermano de Muhammad Ali, quien, de paso, revelaría una disputa familiar en torno al legendario pugilista.
“Lo peor no es su enfermedad. Lo peor es su mujer, que le ha separado del resto de la familia. Si se pudiera dar cuenta de lo que ocurre se enfadaría muchísimo”, expresó Rahman entre lágrimas, según The Sun.
“Ahora no puede ni hablar. No me reconoce. Está muy enfermo. Podría ser cuestión de meses o cuestión de días. No sé si llegará al verano. Está en manos de Dios. Espero que muera con tranquilidad”, agregó.
De eso ya han pasado dos años. Y aunque el icono del boxeo aún vive, su salud se ha deteriorado a tal punto que periódicamente es internado en centros asistenciales.
Ali todavía vive en los corazones de quienes lo vimos pelear, en directo o por televisión, o supieron de sus hazañas de boca en boca, en periódicos o en miles de libros y hasta películas.
Desde su retiro, en 1981, permanece en la mente de la gente. Y no se borrará jamás, porque aunque han pasado otros grandes, ninguno igual a él, hasta hoy.
“He estado recibiendo un buen número de preguntas sobre cómo se encuentra la condición de salud de mi padre y cómo evoluciona”, contó ayer en su cuenta de Twitter, Laila, la bonita hija que también fue boxeadora como Cassius Marcellus Clay -el nombre de pila del mejor pugilista de la historia-.
“Solo tengo que decir que ha sido muy positiva -la evolución del cuadro médico-”, destacó Laila, excampeona del mundo, para cerrar con un “gracias por todos sus pensamientos y buenos deseos. Sepan que él está muy bendecido y ha evolucionado como se esperaba”.
Ali había sido internado en un hospital de Louisville, Estados Unidos, donde igualmente funciona la fundación Muhammad Ali, en diciembre pasado aquejado, esta vez, de un ataque de tos que, posteriormente, fue confirmado por los galenos como una neumonía.
Y su deterioro ha sido tan grande que ya pocas veces sale fotografiado y menos en eventos sociales. Primero, por prescripción médica y segundo, porque los familiares cercanos no lo quieren exponer.
El retrato del exboxeador, que su único hermano, Rahman Ali, presentó ante el mundo en aquella oportunidad, era una triste estampa del poderío físico y mental del bocón de sus mejores épocas como triple campeón mundial de los pesos pesados.
Distaba mucho del de una celebridad que envejece plácidamente al calor del cariño de los suyos, con quienes, al decir de Rahman, apenas tiene contacto, porque su cuarta esposa, Yolanda Williams, no se lo permite. Tiene una extensa familia que incluye tres exmujeres y nueve hijos.
Maryum Ali, la hija mayor del expugilista, no dudó en desmentir estas declaraciones, días después, afirmando que “él se encuentra bien de salud”.
La última vez que se le vio en público fue en septiembre de 2014 cuando asistió, en silla de ruedas, a una ceremonia en Louisville, su ciudad natal, para la entrega de los premios humanitarios que llevan su nombre.
En 2012 fue la última celebración pomposa de su cumpleaños. Numerosas celebridades del deporte y el espectáculo, entre ellos David Beckham, el cantante Stevie Wonder, el actor Samuel L. Jackson y la estrella del fútbol americano Jim Brown, asistieron a la gala para celebrar el cumpleaños 70 en una cena organizada en el MGM Gran Hotel y Casino de Las Vegas.
Resulta, empero, que aparte de los embrollos familiares, la salud de Ali ha tenido sus bemoles. Además del Parkinson, fatigas constantes, deshidrataciones, depresiones -en especial tras las muertes de dos de sus grandes amigos: Joer Frazer -rival de ring- y Angelo Dundee -su entrenador- y ahora la más dura, la neumonía que, por lo pronto, anda controlada aunque ahí amenazante.