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Por Juan Pablo Patiño
Se reunieron en el hotel Dorado de Medellín. Solo una mesa y 32 piezas los separaban. Apretaron las manos y el choque comenzó a las 3:00 de la tarde. Era 2017 y Miguel Ángel Soto tenía 14 años, al frente estaba el experimentado brasileño Krikor Sevag.
La partida la inició Miguel, el antioqueño tomó su peón blanco del centro y lo movió las dos casillas que el reglamento permite. Este era el arranque del Campeonato Continental, certamen que reunió a los mejores ajedrecistas de América para disputar uno de los seis cupos al Mundial.
“Era como si el Paris Saint Germain de Messi, Neymar y Mbappé se enfrentaran a un equipo de tercera división. Yo no tenía posibilidades”, recuerda Miguel Ángel, quien asegura que al frente tenía a un gran maestro. Para entonces, Krikor le doblaba la edad, tenía 31 años.
Según el entrenador de la Selección Colombia de ajedrez, Carlo Vittorino Ocampo, durante una partida como esta “todos los recursos físicos están en juego porque este deporte es una disciplina estresante que requiere toda la disposición y la energía”.
En 2015, el profesor de neurología Robert Sapolsky le comentó a la BBC que en torneos de alto rendimiento los ajedrecistas consumen entre seis mil y siete mil calorías al día. Esto podría ser comparado con jugar tenis por 12 horas.
Hora 4: hay confianza
En los primeros 240 minutos de juego contra el brasileño, que actualmente se encuentra en el puesto 390 del mundo, Miguel se sentía cómodo. “Yo estaba súper inspirado. A medida que se desarrollaba la partida veía más posibilidades de no perder, aunque todo indicaba que mi desenlace iba a ser la derrota”, relata. El colombiano estaba listo para afrontar la otra mitad de este duelo mental.
En ese punto del juego, Miguel Ángel y Krikor también tenían sobre la mesa toda su capacidad corporal y cerebral. Exponiéndose, incluso, a lesiones físicas y mentales.
Juliana Nataly Arias, fisioterapeuta de la Universidad CES, explica que cuando se practica el deporte ciencia hay un trabajo estático en los músculos y que los vasos sanguíneos se contraen para llevar menos sangre, lo que incrementa la posibilidad de sufrir fatigas musculares. Es por eso que los jugadores de alto rendimiento como Miguel y Krikor deben incluir en sus entrenamientos rutinas de ejercicios físicos y mentales.
El entrenador Vittorino señala que el ajedrecista se prepara en el desarrollo táctico, que es la capacidad de ver en el tablero, de 64 casillas, las soluciones exactas a una posición en concreto y que esto debe ser complementado con trabajos físicos: “Tener buena condición es vital para que un jugador dispute entre 100 y 300 partidas al año”, apuntó.
Una nueva pieza: cansancio
La disputa entre el brasileño y el antioqueño en el Dorado se había alargado. En cinco horas de juego los rivales hacían jugadas piadosas que no representaban riesgo. Pero el agotamiento se empezaba a sentir.
Miguel cuenta que después de todo este tiempo el cuerpo del ajedrecista empieza a experimentar dolor de cabeza y que la recomendación es tomar bebidas para hidratar el cerebro.
Durante partidas tan extensas como estas los ajedrecistas están sometidos a grandes torrentes de estrés.
Daison Guerra Martínez, psicólogo deportivo, explica que como toda disciplina está mediada por el resultado, es normal que se presente el estrés y que una vez finalizada la competencia pasarán todos estos síntomas. Pero Guerra también recalca que los jugadores que no tienen estrategias adecuadas pueden desarrollar ansiedad y depresión.
Hora 6: juego psicológico
El enfrentamiento llevaba 360 minutos desde que inició. Miguel decidió arriesgarse y le ofreció a Krikor terminar la batalla en empate. Estrechar las manos, como en el principio, sellaría este acuerdo entre las piezas blancas y negras. Dividirían el punto en dos.
—¿Tablas?, propuso Miguel.
—No. Voy a esperar hasta que te equivoques, respondió el brasileño.
En ese punto de la partida el juego se empezó a desarrollar en el plano psicológico, más que en lo técnico, confesó el antioqueño. Desde lo físico los jugadores experimentan dolor en la columna, en la parte cervical e inflamación muscular, comenta la fisioterapeuta Arias, quien agrega que si los ajedrecistas son expuestos de manera constante a partidas extremas, pueden desarrollar lesiones en la zona lumbar (ver infografía).
Último tramo: la definición
Las piezas blancas y negras se habían movido por el tablero por 7 horas y media. Es la confrontación más larga que Miguel Ángel ha tenido. Krikor estaba entero. No se le notaba el cansancio. Su condición física le permitió resistir. Mientras que Miguel estaba agotado: “Empecé a mirar para los lados. Desfallecí”.
Por el agotamiento, el paisa no pudo captar el magistral plan que el brasileño tenía en su contra: sacrificó un caballo y eso lo dejó con dos peones muy bien posicionados. Listos para coronar. “Esa partida me dolió, porque ya la gente decía que yo había logrado lo imposible: ganarle a un Gran Maestro”, cuenta.
Cuando los resultados son adversos se debe activar la recuperación pos partida.
El entrenador Vittorino explica que el ajedrez, a diferencia de otros deportes, tiene la posibilidad de que el jugador analice todos sus movimientos y se dé cuenta dónde cometió el error, “lo más difícil es manejar la frustración”.
Antes de que Krikor convirtiera la figura débil del peón en una poderosa dama, Miguel estiró su mano a las 10:30 de la noche. Se rindió. Habían pasado casi 8 horas. Al salir del salón la comida estaba fría.
Cazador de historias. Futbolista frustrado: me tocó gambetear con las palabras.