Por JHEYNER A. DURANGO HURTADO
A Gilmar Mayo pareciera que no le pasaran los años. El hombre de tez morena, que nació en Pailitas (César), creció en Quibdó, se hizo deportista en Antioquia, y con medio siglo de existencia, se ve como un roble.
Además, mantiene intacta su esencia: alegre tras cada despertar y afán por compartir el talento y conocimiento que lo convirtieron en un atleta sobresaliente. “Me retiré a los 40, no porque no pudiera dar más, pero había gente que decía que ya estaba viejo. Luego, Colombia dejó de ganar tan fácilmente, pero bueno, aún comparto lo que aprendí”.
A Gilmar, quien dibuja una sonrisa cuando habla, es difícil olvidar. Aparte de triunfos tiene en su poder las marcas, nacional y suramericana, que acaban de cumplir 25 años, del salto alto, con 2,33 metros.
En su cuenta de Facebook publicó el video de aquella gesta lograda el 17 de octubre de 1994 en el Prix Internacional de Pereira. Eran las 3:44 p.m. cuando el hombre de 1,90 metros de estatura y 72 kilos de peso tomó carrera en el estadio Hernán Ramírez Villegas, dio ocho zancadas antes de su despegue y sobrepasar, de espaldas, el listón. Su vuelo sigue siendo inalcanzable.
Actualmente dirige en Quibdó 15 niños, porque los 35 que tenía han emigrado por distintas situaciones.
EL COLOMBIANO habló con Gilmar sobre el récord y dice que en el país hay atletas en proyección que lo pueden superar, eso sí, contando con mayor respaldo y disciplina.
¿Se le eriza la piel al ver el video en el que logra los 2,33 metros?
“Hay sentimientos encontrados. Por supuesto que existe alegría porque tengo el récord, pero como soy de las personas que les gusta ver que todo avance, muchas veces siento tristeza al ver que, por ahora, son pocos los que se acercan a esa marca, y romperla”.
Le debe generar satisfacción que otro rompa barreras que usted estableció...
“Así es, no soy egoísta, porque los récords se hicieron para romper y el mío no es indestronable. Hace pocos años se estuvo cerca con el antioqueño Wanner Miller (hizo 2,28 metros en 2012 y se recupera de lesiones), pero de un momento a otro el nivel en el área del salto alto bajó un poco en el país”.
¿Qué percibe usted en el país ya que es entrenador en Chocó?
“Son varios factores, además porque el nivel no solo ha decaído en Colombia. Se requiere de ídolos para que otros se motiven; voluntad de los jóvenes por practicar atletismo porque en ocasiones aparecen talentos pero de manera esporádica, y oportunidades económicas para los deportistas”.
¿Pero vislumbra material humano para posicionar un buen relevo en salto alto?
“Siempre hay material, demasiado talento en el país. Por ejemplo, existe un chico que yo saqué de aquí en Chocó, se llama Gilmar Correa, pero emigró a Bolívar porque halló mejores condiciones. Otros que se inclinan por practicar el baloncesto o el fútbol. Cuando un chico se va es porque no le ofrecen nada”.
Apoyo económico, dolor de cabeza que no acaba...
“Ahí radica parte del buen desarrollo de los atletas. Por ejemplo, el que prefiere el fútbol y llega le puede ir mejor, pero en otros deportes, ¿quién les asegura que van a coronar?”.
A usted también le tocó complicado y progresó...
“Total, para alcanzar aquellos resultados tuve que salir de Chocó. Pero ahora que regresé se tiene el mismo problema”.
¿Qué opina de ello?
“Se siente impotencia, pues uno está en pro de mejorar lo que se hizo antes y cuando no se logra viene la frustración”.
¿Qué fue lo más valioso que le dejó esa marca de hace 25 años?
“Aprendizaje, que esto es de perseverar, luchar por lo que se quiere y tener demasiada disciplina. Imagínese que la pista era toda mala, la colchoneta peor. Y pese a ello, a todas esas dificultades, lo hice. Cuando se trabaja con responsabilidad todo funciona”.
Cuando les muestra ese video a los muchachos o le preguntan por ese salto por el que continúa siendo tan reconocido, ¿qué les dice?
“Que cualquier situación que se les presente la afronten y resuelvan como debe ser, porque de eso se trata la vida, nada es fácil ni gratis y depende de uno qué tan descomplicado puede encarar cada reto”.
¿Cómo ha sido su etapa como entrenador?
“Bonita y más al ver los progresos de los deportistas. También compleja, porque en sí uno se vuelve padre, psicólogo, amigo... en fin. Los atletas tienen confianza y uno debe tener el criterio para hacerles entender que esto es de entrenamiento, de marcas”.
¿Por qué ese deseo suyo de compartir el saber?
“Por la misma necesidad que hay aquí en Chocó de ayudar a los muchachos a salir adelante. Además, por liderazgo, credibilidad y mis logros, sé que pudo dar solución. Siempre hay un límite, ojalá en esta región se mosqueen, porque el que no lucha no llega, y el que no llega no pasa nada con él” n