En los Olímpicos de Río de Janeiro-2016 Sebastián Morales Mendoza llegó a la final de trampolín 3 metros. Desde entonces se convirtió en el nuevo referente de los clavados en el país, distinción que ratifica cada que compite dentro o fuera de Colombia.
Hace unas semanas fue el rey del Grand Prix en Puerto Rico, y durante el pasado fin de semana se consolidó como el mejor del Nacional Interligas disputado en Medellín.
Estos triunfos no son fruto de la casualidad, hacen parte de la planificación que el saltador hizo en su nuevo ciclo olímpico, el mismo que espera culminar con otra hazaña, pero esta vez con un final feliz: “estar entre los cinco o, por qué no, en el podio”, dice el deportista que inició un plan especial mental en el centro de alto rendimiento Fortuis, con miras a su gran meta, una medalla olímpica.
Sebastián, quien en Río eligió la canción la Gota Fría de Carlos Vives para llenarse de orgullo patrio y concentrase en su prueba, siempre está sonriendo. Es el encargado de la música, los chistes y las ocurrencias en los entrenamientos y competencias para salir de la rutina y el estrés.
De las bromas y su buen humor no se salva ni su novia Laura Cardona, la entrenadora con quien lleva dos años de relación y lo complementa bien, pues le exige más para que siga creciendo como persona y deportista.
Una trampa a la felicidad
Morales, o Moralito, como le gusta que le digan, recuerda con algo de nostalgia cuando a los 11 años, lleno de frustración y bañado en llanto, llegó a su casa diciendo que no volvía a los clavados y lo cumplió.
Su mamá, Gloria Stella Mendoza, sabía que el lugar de Sebastián era en la piscina y por eso le hizo una trampita para que regresara.
Lo invitó a visitar a su amiga Manuela Ríos, a quien considera como una hermana, pero ella tenía entrenamiento y les pidió que la acompañaran. Nancy, la mamá de Manuela y madre de dos niñas, casualmente tenía en su bolso una pantaloneta de baño para hombre, nueva y de la talla de Sebastián.
“Deberías lanzarte” le dijeron las tres cómplices en medio de picaras risas y Sebastián lo hizo, para darles gusto, pero se reencontró con su pasión y por eso volvió a entrenar.
Volvió a entrenar con más disciplina pues sus compañeros le llevaban dos años de ventaja y así con mucho esfuerzo y dedicación fue escalando, ganando clasificaciones a eventos internacional, medallas y podios que lo mostraron como uno de los deportistas en proyección.
Ahora tiene reconocimiento mundial, en Río logró vencer a su rival y amigo, el francés Matthieu Rosset , y su nuevo reto se llama Jack Laugher, el inglés ganador de oro olímpico en sincronizado y plata en trampolín 3 metros, de quien dice “es un clavadista brutal, tiene una fuerza impresionante que a nadie se lo he visto, es un año menor que yo, y ha logrado cosas importantes, por eso en mí cabeza está vencerlo”, dice el saltador paisa.
Y sabe que para lograr sus nuevas metas no solo tiene que seguir con sus 70 o 80 saltos diarios en cada jornada (entrena en la mañana y en la tarde), sino continuar con su trabajo en el gimnasio, con sus rutinas de sentadillas, elevaciones, brincos al cajón, ejercicios de envión y arranque con pesas para coger potencia, velocidad y fuerza en las piernas.
Así ese amante de la buena comida, a quien le encanta visitar restaurantes y de manera jocosa dice que, es lo que financieramente lo quiebra, se prepara para el reto del Mundial de Budapest, y para continuar con un ciclo olímpico que espera lo instale en Tokio 2020.
Desde ya piensa en la final, se ve en el podio y cada día se levanta con la mirada puesta en volver a la disputa de una medalla olímpica, en medio de entrenamientos, paseos para disfrutar la naturales, competencias y concentraciones va la vida de este joven que espera en los 3 metros trampolin darle gloria al país, a Antioquia, a sus padres y a su novia, quienes siempre lo respaldan.